Sorpresa en el cine
Había llegado a casa de mi novia aquella tarde. Era un caluroso sábado de verano ante el cual ya habíamos planeado salir, ya que por mi trabajo y el de ella, casi no podíamos vernos entre semana.
Yo, desde mediodía sólo pensaba en verla y disfrutar a su lado del momento que estaríamos juntos. Lave el coche y nerviosamente no se porque, me bañé y arreglé mientras trataba de adivinar en la manera en que mi chica iría vestida para la cita. Ella era el tipo de mujer que a mi me gusta, de mediana estatura, delgada, con un busto pequeño pero firme, ojos hermosos y sobre todo de mirada excitante, sus piernas aunque delgadas, bien torneadas. Pero lo que más me fascina de ella es su hermoso trasero, ya que aunque no es muy grande, lo tiene perfectamente delineado y firme, con sus dos glúteos bien erguidos, orgullosos.
Casi siempre y más en estos días de un calorcito sabroso, gusta de vestirse coquetamente, le encantan las minifaldas que aunque la hacen el centro de las miradas de hombres y mujeres del lugar donde labora y eso me hace sentir un poco de celos, no dejo de reconocer que se ve estupendamente hermosa, radiante, sensual sobre todo con los movimientos que realiza al caminar, realza el contorno de sus pompas y de sus piernas.
Terminé pues de arreglarme y me dirigí directamente a su casa, durante el trayecto, me sentía nervioso, intranquilo, un revoleteo de mariposas sacudían estrepitosamente mi estomago, me sudaban las manos y constantemente tenía que secarlas para no mojar el volante; me imaginaba su silueta y me preguntaba que llevaría ella puesto: si algún vestido corto que regularmente suele ponerse o una de sus prendas favoritas como es esa prenda corta que como dije le encantan y a mi me vuelven loco.
Torpemente presioné el timbre del lugar donde vivía mientras la angustia por volver a verla me atormentaba; presioné por segunda ocasión y en el acto apareció abriendo de repente la puerta. Me quedé inmóvil sin poder reaccionar, tal vez por la emoción que provocaba el volverla a ver, o talvez por la impresión que llevé al ver lo que estaba viendo
Llevaba una hermosa blusa de encaje blanca, de manga, con cuello alto pero que dejaba transparerentar su tersa piel morena clara, casi blanca; traía puestas unas elegantes zapatillas altas y cerradas que hacían juego perfecto con lo que espera ver y que me había dejado perplejo llevaba puesta una diminuta minifalda cruzada de una tela tan delgada casi como su piel y tan corta que me permitía verle sus desnudas piernas casi por completo.
Ante tal espectáculo no pude más que enmudecer del asombro y la emoción, pero también del vuelco que sentí en mi presión sanguínea. También despertó en mí la lujuria y una ardiente deseo de poseerla en ese mismo momento, sin importar que estuviéramos casi en las aceras de una concurrida calle.
Con un esfuerzo sobrehumano me sobrepuse del impacto y enseguida sentí sus carnosos labios sobre los míos al tiempo que me decía -nos vamos... con una sonrisa coqueta, sexy; sabía lo que en mi había provocado y quería atormentarme jugando un poco con mis emociones. No sabía lo que ella me tenía preparado para aquella salida.
Durante el trayecto a la sala de cine volteaba a mirar torpemente sus hermosas piernas, las manos me temblaban cuando paraba en algún semáforo e intentaba pasar mis manos sobre ellas al mismo tiempo que me decía las manos sobre el volante mi amor con una sonrisa que denostaba picardía.
Al llegar al cine entramos sin mas viendo como muchos hombres volteaban discretamente a verle el hermoso trasero a mi compañera. Nos dirigimos a la sala que proyectaba no se que cinta ni me importaba, solo quería estar con ella, besarla, poseerla si fuera posible en ese lugar. Continuará.