Chicas, oídme
Acabo de darme cuenta de la causa de la falta de impulso sexual en el hombre de hoy. la culpa la tenemos nosotras, sí, pero no por no llevar prendas interiores tan incómodas que hay que ponerse dermovagisil para calmar el picor, ni por no pasar más horas en el gimnasio, ni por no dominar todas las técnicas de felación inventadas hasta la fecha. Si no justamente por todo lo contrario. ¿Os acordáis en los tiempos de nuestras madres, o en los años 70, lo maravillosamente machos que eran? Eso era, única y exclusivamente,porque no se les consentía tanto. Los tenemos malcriados. Son como esos niños que se niegan sistemáticamente a comer porque saben ue así pueden dominar a sus madres. hasta que acaban esganados de verdad. de ahí tanta exigencia y tanta bobería. Si un hombre justifica su falta de funcionamiento porque la parienta no cambia de color de liguero y de látigo tan a menudo como debería, muy muy hombre no será. Ya está bien de exigencias, melindres y bobadas. Como no nos pongamos de acuerdo y digamos, mira tío, esto son lentejas, si quieres las tomas y si no, a seguir los pasos del padre Onán, allá tú, tendremos que mternos todas a lesbianas o a monjas y se acabará el mundo porque no habrá manera de que la fecunden a una, ni siquiera artificiallmente. Tanta exigencia tanta exigencia ¡y ellos en su mayoría no se han lavado en toda su vida entre los dedos de los pìes! Tanta desgana y reticencia se les pasaría si nos pusièramos de acuerdo en consentirles menos. Total, para lo que ya nos valen, no nos pasaría mucho por negarnos a todo durante un tiempo. La única diferencia sería que entonces nosotras seríamos las que desdeñarían y no las desdeñadas. Ni liguero ni wonderbra, chico, ya lo dijo la madre celestina: más hierve la olla con su tapadera....ni técnica ni belleza ni porras: que vuelva acurrárselo, que uno sólo valora aquello por lo que lucha duro. La mejor lencería que te puedes poner es pasar de ellos a tope. El único afrodisíaco eficaz, la abvstintencia forzada o la misma desgana qjue ellos mismos proyectan. Ni ligueros ni chanel, no bobadas. A hacerse todas las estrechas, pero ya, ya veréis qué pronto recuperarían esa alegría que tenían nuestros abuelos. A buen hambre no hay pan duro. Con buen hambre, nuestras avuelas les parecían sabrosísimas.No hay mejor salsa que el hambre.
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