Mi problema consiste, simplemente, en que llevo un año de casada y descubrí que me desposé con un maniaco sexual.
Tengo 25 años, profesional, recién ejerciendo, y mi marido, que es contador, me parecía la octava maravilla del mundo porque era todo un macho.
Ahora descubro que no sólo lo es para mí, sino que quizás para cuántas mujeres.
Es tal mi desazón, que estoy pensando seriamente en contratar un abogado para la anulación del matrimonio. Yo tengo mi orgullo y no puedo tolerar que persiga a mis amigas, a las madres de mis amigas y hasta a las hijas de mis amigas.
Lo único que puedo decir a su favor es que persigue sólo mujeres.
Es peso completo. Se deja caer suavecito, culto y simpático, y a los cinco minutos comienza con las insinuaciones y a estirar las manos.
Esto me pasa por sólo haberlo conocido solo medio año con él y haberme casado con un hombre diez años mayor y que necesita un siquiatra de manera urgente.
Con decirle que lo he pillado coqueteando con familiares míos.
A estas alturas ya no me gusta y entramos en la etapa de las peleas y las descalificaciones mutuas.
El me dice que es cuestión de temperamento; yo le digo que es una enfermedad