No veía a Karin desde hace un par de años, igual no pude controlar todos los recuerdos que empezaron a depositarse en mi mente especialmente los que encendían mi infinita pasión por ella desde que la sentía venir, bastaba con que escuchara su voz para que mi sangre hierba por toda la esencia que derramaba en mi.
Ahora yo estoy con Carla, ella es mi novia desde hace un año y dos meses y estamos comprometidos desde hace tres meses, pero con este encuentro temo percibir que para nada he olvidado las sensaciones que me transmite Karin, fui adicto a ella, a su personalidad, a su piel, a cada parte de su cuerpo, a sus besos, soy adicto a su lado salvaje y el de Carla todavía no he podido descubrirlo y la verdad, me aloca pensar en lo deliciosa forma como te come Karin en la cama, qué difícil olvidar su piel en ti mientras quedasen rastros de su esencia, de su olor, haciendo que ella volviese a mis recuerdos, sentía una necesidad enorme por lanzarme a besarla y no parar hasta que la disfrute toda, para sentir luego como ella me besa y esa idea crece mientras no dejamos de mirarnos tan coquetamente hasta cuando nos presentaron en el segundo piso de la disco, los dos quedamos mudos sin decirle al resto que nos conocíamos, Karin estaba acompañada con su novio, un chico bueno, profesional, buen trabajo, guapo pero muy bueno, nunca confío de los muy buenos y no sé por qué, además parecía que ella se sentía cómoda con él aunque nuestras miradas no se separaban, miradas con deseos de los dos, deseos de sentir nuestros cuerpos húmedos, no me cansaba de verle los labios que tanto me gustaban como su lengua que me dejaba mirar, me calentaba mucho esa escena. Ella traía un vestido negro muy ligero que dejaba ver sus hermosos hombros que tantas veces me quedaba besándolos, el vestido le llegaba a la mitad de sus muslos, los mismos que llevaban a la puerta de su sexo, pensé en la ropa interior que debía haber puesto, ella era muy buena en esos detalles sexies y siempre me sorprendía con alguna ropa interior que hacía que me calentase.
Cuando estábamos de novios con Karin siempre pensábamos en tener sexo en algún baño público pero nunca se nos dio la oportunidad, lo más cerca que estuvimos fue en el baño de la casa de unos amigos pero no nos llenó de emoción. Este encuentro inesperado bloqueó tanto nuestras cabezas que solo esperaban el momento de la distracción para encontrarnos en el baño de mujeres, que sin darnos cuenta ya estábamos besándonos fuertemente como si fuese la primera vez que estuviésemos descubriendo nuestros cuerpos, disfrutaba besar su rostro desde el principio para luego bajar lentamente por todo su cuerpo, sus pechos, sus pezones, su abdomen, y una vez que aparecen sus caderas en mis manos mi erección es cada vez más fuerte.
Cómo extrañaba pasar mi nariz por su cuerpo mientras llego a su ombligo con mi lengua y de ahí su sexo que tanto quería lamer para sentir su sabor, jugar con su clítoris, siempre gozamos de la penetración y ahora ésta movía circularmente con frenesí mientras nuestras miradas y alientos se mezclaban con el goce de nuestros gemidos que imploraban que esto no terminase, que sea infinito, como cuando todo toda su espalda, su pelo, hacerlo parados hacía que me excitase más y me diera las fuerzas suficientes para seguirla levantando con la fuerza de mi cadera, el olor a sexo nublaban nuestras mentes y mojaban nuestros cuerpos mientras en el otro lado de la disco nuestras parejas empezaron a preocuparse por nuestras ausencias.
