Espero que te guste
Hola guapa, eres una zorrita "rabiosa" como a mí me gustan, una mujer que disfruta del sexo al máximo, guau, cómo me excita. Te contaré un relato mezcla de experiencia y fantasía:
La chica era menuda de fino cuello, esbeltas piernas y cintura estrecha, llevaba una camisa blanca y faldita de colegiala muy corta, su pelo era largo, liso y lo llevaba recogido en una coleta que al caminar marcaba el tic tac de un reloj. Me acerqué a ella, ya nos conocíamos (habíamos intercambiado miradas de deseo), la arrinconé contra la pared de la habitación y pasé mi mano por los botones de su camisa, sentí cómo se estremecía; al volver a pasar mi mano sobre sus pezones noté cómo ya estaban muy duros, marcaban una bonita sombra bajo su camisa. Pegué mi cuerpo al suyo y besé su cuello, qué placer al sentir cómo aumentaba su temperatura, lo recorría poco a poco sin perderme ni un sólo cm. La miré a los ojos, estaban brillantes, mezcla de deseo e inquietud; su boca de finos labios se mantenía entreabierta en un ¡ay! sordo, la besé, ese es mi mayor placer, recorriendo su boca con mi lengua, comiendo sus labios, jugando con su lengua; mientras mis manos bajaban por su espalda, se metían bajo su "falda" y apretaban su duro y tenso culito acercándolo a mi pubis; un short-braguita se enredaba entre mis dedos. El reloj se paró mientras nos besábamos, ¿minutos? ¿horas?, no sabría decirlo; apredimos y desaprendimos a besar sin importarnos el tiempo, llegando al éxtasis y confundiendo nuestras bocas y labios siendo uno sin saber quién era quién.
Le solté el pelo, que cayó sobre sus hombros, liso, bonito, lo acaricié, peiné con mis dedos, masajenando su cabeza; mi chica se dejaba hacer, disfrutando del momento. la cogí de la cintura y la eché sobre la cama, estaba a 100. Poco a poco le solté los botones de su camisa, se la quité, unas tetas redondas y grandes forzaban su sujetador, lo solté y se liberaron, qué bonitas pensé, me estaban llamando a gritos; me puse sobre ella, la besé y coloqué mi lengua sobre sus pezones, los recorrí en círculo, los mordiqueé hasta que alcanzaron una dureza extrema, agarraba cada pecho con las manos metiendo en mi boca todo lo que me cabía pasando mi lengua por su pezón; ella se estremecía, lo que aún me excitaba más. Descendí con mi lengua por su ombligo, pubis, solté su falda, ella levantó con rapidez su culito y le quité sus braguitas, mordisqueé sus piernas, se estremecía; puse mi lengua sobre su clítoris, se sobresaltó; lo recorrí en círculo, se puso muy duro, gemía; metí mi lengua en su vagina y con su clítoris dentro de la boca sentí cómo se humedecía, se movía de lado a lado; cogió mi cabeza apretándola contra su sexo; yo le abrí más las piernas, quería que estallara sobre mi boca; yo la miraba y cuando ella abría los ojos tenía una expresión de vicio y de locura contenida que aún me excitaba más. Abrió los brazos y apretó fuertemente las sábanas con sus manos, había iniciado un camino sin retorno, iba a estallar de placer, de lujuria, de deseo. Se corrió en mi boca, qué orgasmo, espeso y abundante, lo saboreé y por unos momentos seguí lamiendo suavemente. Ví en su cara una sonrisa de satisfacción y yo le dije: "acabamos de empezar ¿no?"; a dos segundos de estupor le siguió una mirada de vicio sin límites, desafiante, entregada, ¡como a mí me gusta!: mi golfita iba a jugar hasta el final, hasta que estuviésemos sin aliento. Seguí chupando su clítoris y con rapidez volvió a ponerse muy duro, su vagina volvía a mojarse con nuevos jugos. Me incorporé, me senté en la cama con las piernas estiradas, la cogí de la cintura y la senté sobre mi ... erecta, sus grandes tetas pegadas a mi pecho, de cara a mí y con sus piernas detrás de mi espalda, mi ... fue entrando en su vagina, se estremeció y sentí cómo presionaba su útero con fuerza, le abrí más las pernas y con mis manos empujé su culito hacia abajo, sentí un fuerte abrazo sobre mi glande, le había entrado en el útero; clavó sus uñas con fuerza en mi espalda y me besó en la boca (hubiera estado así toda la eternidad). Con mis manos moviá su culo sobre mi ... dura, hinchada y caliente; recostó su cabeza sobre mi hombro y se dejó hacer: "haz lo que quieras conmigo cariño, dijo". Aumenté el ritmo, su vagina ardía y estaba empapada, su útero estaba igual de mojado, se había abietro para mí. Volvió hacia atrás y tras una breve mirada empezó a moverse con frenesí consiguiendo que mi ... entrara más adentro y golpeando fuertemente su vagina contra mi ... Yo le dije: "no quiero que pares de moverte cuando te corras, quiero que sigas moviéndote así mientras tienes tu orgasmo", eso la puso más caliente todavía, cabalgaba con furia, qué gusto recordarlo; soltó un fuerte grito, me miró por un instante, apreté su culo con mis manos y aumentó el ritmo. Sentí cómo su orgasmo salpicaba mi pubis y ella obediente entre gritos seguía follándome, yo, como el jienete a su yegua, golpeaba su culito con mis manos como hace el yokey en el mejor momento de la carrera; el orgasmo fue muy largo, no dejé que parase por un momento y eseguida un nuevo flujo renovado mojaba mi ... metí un dedo en su ano y al sentirse más tomada empujó su culo hacia abajo, sentí cómo entraban muy muy a fondo mi ... y mi dedo; se me puso la piel de gallina (o gallo); ahora cabalgaba sobre mí casi sin lavantarse, con penetraciones muy profundas, me dijo: voy a tener un orgasmo uterino. Estalló, un líquido espeso como la eyaculación de un hombre salía de su vagina, cogí un poco con un dedo y lo chupé ¡delicioso!, le brillaban los ojos como estrellas, cogí otro poco y se lo dí a chupara a ella, nos besamos devorando nuestros labios, lo que me excitó más y ella lo notó. Sin decir ni una sola palabra se levantó, pensé: "¿adónde va?", me cogió de la mano y me puso de pie, me besó levemente, pasó su lengua por mis pezones mordisqueándolos y se arrodilló, sin previo aviso metió mi pene hasta el fondo de su garganta, me estremecí y encogí: ¡guau!, sólo prodía ladrar, como un perrito argentino, lamía mi glande, cogía mi culito con sus manos y lo empujaba contra su cara hasta que mi ... entraba por completo en su garganta ¿el cielo?, casi; me miraba mientras veía mi cara descompuesta por el placer, acaricié su cabello, apreté su cabeza con fuerza contra mi ... y un orgasmo desmedido estalló en su garganta; poco a poco fue sasando mi ... succionó todo lo que me quedaba dentro, se rió al ver mi cara de extremo placer y casi sin dejarme tiempo de recuperarme repitió la escena. Cuando terminó dijo: "esto para que no te olvides de mí, malo, más que malo". Y hasta hoy no me he olvidado.
Espero no baberte "aburrido". Me gustaría que tú también me contases alguna historia y gustos; con detalles, ya ves que yo soy muy explícito.
Un beso en el ... zorrita cachonda.
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