Todas las mañanas muy temprano se despertaba el Sol y salía muy gustoso con sus grandes y brillantes rayos a alumbrar las ciudades, los campos, y a cuanta criatura encontrara en su camino.
Por las mañanas, él simplemente se divertía dando calor a todos los seres vivientes, y ya por las tardes comenzaba a ocultarse lentamente, cubriendo con un matiz rojo el cielo, hasta perderse en el ocaso.
Mientras el Sol dormía, la Luna hacía su aparición en el firmamento, acompañada por una gran cantidad de estrellas que le ayudaban a resaltar el brillo de la noche.
La Luna y sus grandes amigas platicaban mucho y se preguntaban ¿cómo sería la vida durante el día?, para ellas ésta era una gran incógnita que quizás nunca llegarían a resolver.
Ya cansadas de filosofar, comenzaban a apagarse y una vez ocultas, daban paso al sol... pero este día no era como los otros, el cielo era gris y los rayos estaban apagados, apenas si iluminaban... algo pasaba, y es que el Sol estaba muy triste, se sentía incompleto como si le faltara algo, no tenía amigos con quien compartir su grandeza, ya que desde lo lejos solo podía observar su alrededor y se daba cuenta que todos los seres estaban acompañados, hasta los pájaros que alguna vez se detenían a saludarle, viajaban juntos, hacían sus nidos y tenían polluelos... todos tenían un complemento para vivir, menos él; en ese momento el sol comenzó a llorar y sus lágrimas inundaron la tierra.
De repente una pequeña nube viajera se le acercó:
- ¿Qué te pasa Solecito, por que estas triste, estás llorando?
- Si, me siento muy solo, no tengo amigos, ni alguien especial con quien compartir mi vida...
- No llores, hay muchos seres que te queremos y que apreciamos tus lindos rayitos que nos calientan todas las mañanas.
- Pero yo quiero tener como todos los demás alguien que sea como yo, alegre, sonriente, que le guste convivir en armonía y que de luz... es tan bello poder iluminar todo lo que hay alrededor!
- Mmm... yo conozco a alguien así, la he visto algunas noches cuando ando de paseo, es grande, muy bella y también tiene luz.
- ¿Acaso existen alguien así?, ¿Quién es ella? la quiero conocer ahora mismo.
- Ella, es la Luna
- ¿Y cómo la puedo encontrar?
- Pues la Luna sale todas las noches junto con las estrellas, ahí la puedes encontrar.
- No, eso es imposible, yo no puedo salir de noche, así como la Luna no lo hace de día... eso no podría ser jamás!
- No Solecito, no digas eso, si tú lo quieres, TODO se puede lograr, solo tienes que desearlo con toda la fuerza de tu corazón y no dudarlo jamás!
- Ojalá lo que tu me dices fuera verdad...
- ¿De verdad ella te interesa?
- Sí, claro que me encantaría conocerla.
- ¿Y qué estarías dispuesto a hacer por estar con ella?
- Mmm... pues lo que fuera. Sí, haría cualquier cosa con tal de estrecharla aunque fuera una vez entre mis rayos, darle mi calor y sentir solo por un instante todo su ser.
- Pues solo tienes que desearlo muy, muy fuertemente y jamás dudar de que un día tu sueño se hará realidad. Escucha, nunca por nada del mundo lo dudes...
A la mañana siguiente todo parecía haber vuelto a la normalidad, mejor aun, el Sol era muy radiante, sus rayos se extendían hasta los lugares más recónditos del planeta... había amanecido con un brillo especial y una nueva ilusión que lo impulsaba a seguir siempre hacia delante y a no dejarse desfallecer por nada, pues ahora tenía un nuevo motivo para ser mejor cada día.
Así transcurrieron los días, los meses y quizás los años, había momentos en que sentía perderse entre la bruma, pero recordaba las palabras de su amiga la nube y su gran deseo, que aunque para muchos pareciera imposible de lograr, él mantenía la Fe aun en la adversidad.
Un día, muy temprano el Tiempo hizo su aparición frente al Sol:
- Hola Sol, yo soy el Tiempo, sé que todos hablan de mí, pero no todos me entienden, yo sé que hay muchos que inclusive me detestan y desearía acabar conmigo; pero eso es imposible, estoy presente en todas partes y soy tan necesario como la vida misma, pues hemos nacido juntas.
- ¿Y qué te trae por aquí?
- Pues veras, vengo deprisa, pero solo quise detenerme para darte las “gracias” por haber confiado en mí, aun sin conocerme lo has hecho ciegamente todos estos años.
- ¿Por qué dices eso?
- Quizás ahora no lo comprendas, pero muy pronto lo harás... pues quien confía en mí siempre encontrará lo que busca, sin temor a equivocarse... suelo ser muy buen aliado, claro, si se es paciente; por eso dicen que “todo a su Tiempo llega”. Bueno, te dejo, porque cada momento pasa y no vuelve jamás, por ello hay que vivirlo como si fuera el último... y yo debo cumplir con una misión muy importante, espero estés preparado para...
Y sin decir nada mas, se esfumó. El Sol no comprendía bien que era “eso” tan importante para lo que debía prepararse, lo que si le quedó muy claro es que hay que gozar cada instante de la existencia...
Eran casi las doce del día, hora en que Sol luce esplendoroso y radiante, cuando de repente, algo comenzó a cambiar en el cielo... el Sol vio como desde el otro extremo del horizonte algo comenzaba a acercarse hacia él, no sabía que pasaba, pero sentía en su interior una gran fuerza que palpitaba y lo hacía estremecer; poco a poco la silueta se hizo mas clara...
Era la Luna quien había salido a su encuentro... al ver su grandeza, el Sol se “eclipsó” y por instantes ambos se unieron formando uno solo, sintiendo desbordar todos los sentimientos que tanto tiempo había guardado para cuando llegara ese “gran día”, en que por fin estaría con su gran amor: la Luna...
Desde ese día no existieron imposibles para los seres que aman de verdad y que poseen la fuerza en su interior para esperar el encuentro con su “gran Amor”...
DE: SALMA VILAFUERTE SLIM.
Besitos para tod@s....
