Un lunes, un miércoles o un jueves.

Desde hace 8 años tengo pareja. Con el paso del tiempo hemos aprendido a aceptarnos el uno al otro tal y como somos, creo que es el tipo de persona que a cualquiera le gustaría tener a su lado el resto de su vida. Me ha ayudado a crecer como persona, a conocerme a mi mismo, a valorarme y a sacar de mí una persona que yo no sabia que existía. Pero un día hice una cosa.
Por la clase de trabajo que tengo siempre libro entre semana, un lunes, un miércoles o un jueves. Jamás un sábado ni un domingo. Lo suelo dedicar a irme de compras, ir al cine, o a quedarme en mi casa leyendo, siempre desempeñando actividades que me baste conmigo mismo. Y ese lunes martes o jueves lo empecé a disfrutar en una cafetería tomando café y ojeando el periódico. Nunca suelo hacerlo, pero aquel día me dio por echarle un vistazo a la sección de contactos. Todos los anuncios decían más o menos lo mismo. Chica play boy medidas perfectas todos los servicios. Nórdica insaciable para hacer realidad todas tus fantasías. Y de repente rastreando ese montón de lascivas promesas a toda clase de precios. Me entro lo curiosidad y la curiosidad me llevo al deseo. Y escogí uno al azar. Y con una sensación extraña producto de la excitación y del arrepentimiento que derivo en un gran nerviosismo, me vi. marcando el número de teléfono que salía reflejado al final del anuncio. Me contesto una voz monótona y automática, producto de repetir lo mismo 50 veces al día, a 50 personas diferentes en busca de un mismo deseo: desahogarse. Me informo del precio y de la dirección. Y sin pensármelo me dirigí hacia allá. Por que si solo me hubiera parado un minuto a pensármelo ahora no estaría escribiendo esto. El sitio en cuestión era una de las últimas habitaciones de un hotel de 30 plantas. Ya dentro del ascensor y cuando este empezó a ponerse en movimiento mi corazón empezó a latirme a la misma velocidad a la que iba subiendo. Cada planta que dejaba debajo se iba plasmando en mi cabeza la imagen de mi novia. Mi novia sonriendo, mi novia mirándome con esa mirada que me robo el corazón, mi novia escuchándome como nadie sabe escucharme. ¡¡Dios pero que vas a hacer!! Ella no se lo merece. Pero había algo dentro de mí que me empujaba a realizar esa canallada. Dos pisos antes de llegar se me seco la boca, y mis pensamientos eran un baúl lleno de trastos sin ordenar. Cuando el ascensor llego al final del trayecto salí hacia un largo y solitario pasillo, conforme empecé a recorrerlo cada paso que daba me rebotaba en la cabeza como si mi cerebro latiera, cuando llegue a la puerta de la habitación me quede mirando el timbre, dudando si tocar o no, sabia que si tocaba podía acabar haciendo algo de lo que me podía arrepentir durante mucho tiempo. Que seria algo que me podía carcomer la conciencia el resto de mi vida. Pero también pensé que algo me había llevado hacia aya, que de vez en cuando pueden pasar cosas que no te esperas cuando te dejas llevar solo por el corazón, sin pararte a pensar en el que pasara, y solo te centras en el momento y la situación. Y pulse el timbre, y la campanilla sonó marcando la señal entre un antes y un después. Al otro lado de la puerta sonó el sonido ascendente de unos tacones, cuando se hizo el silencio esta empezó a abrirse. Delante de mí apareció una mujer de origen Sudamericano, de unos 30 años con el cuerpo aun bien conservado. Pero su rostro reflejaba las señales de la dura vida que había tenido que llevar para verse en esa situación: a miles de kilómetros de su país y vendiéndose como mercancía a granel. Toda esa excitación que había acumulado en mi cuerpo desde que marque el teléfono hasta llegar ahí se esfumo en una milésima de segundo. Le empecé a dar evasivas. Que solo venia para informarme, que ya volvería en otro momento, que tenia que irme a trabajar, cualquier cosa que se me pasara por la cabeza para salir de aquel lugar. Conforme le daba excusas se me iba limpiando la conciencia y yo me encontraba mas tranquilo. Hasta que me dijo estoy con una amiga, ¿la quieres ver? -Vale. Le conteste sin pensar en lo que decía. -Espera un momento, en seguida viene. Me quede esperando un eterno minuto durante el cual todo volvió al punto de partida. La boca seca, el corazón latiendo a un ritmo frenético y el deseo martilleado constantemente por la de la conciencia. De repente se abrió la puerta y salío a recibirme una de las cosas mas bellas que e visto en mi vida, una chica de unos 20 años, llevaba puesta un vestido muy informal, uno de esas camisas que llegan hasta las rodillas, tenia el pelo liso de color castaño que le llegaba a la altura de los hombros, la expresión de su cara delataba que se acababa de despertar, lo que le daba un aire angelical y puro, que borro de mi mente a lo que se dedicaba realmente. Sus rasgos eran de uno delicadeza indescriptible, todas parecían haber sido esculpidos por una persona conocedora de la dulzura y de la belleza, y en el momento en que el primer sonido salio de su boca fue como si me desplazara de el sitio en que me encontraba y que la gravedad dejara de existir elevándome medio metro del suelo. Me empezó a informar en que consistía el servicio, tenía un tono de voz maliciosamente vicioso. Que contrastaba con su inocente belleza, dándole una apariencia ángel y demonio al mismo tiempo, me sentía como si me hubieran metido en la cabeza a presión un kilo de oxigeno puro. Le pregunte si besaba en la boca.-Si con leguita, y acto seguido entreabrió los labios y saco la lengua solo un par de centímetros, dejando al descubierto un pircing que a mi me pareció una perla plateada dentro de la ostra mas bella del mundo. Me rodeo con su mano la nuca acercando su boca a la mía hasta que nuestras lenguas se entrelazaron. Paga el servicio y vamos corriendo a la habitación. Me dijo en un tono autoritario cargado de deseo. Le di la cantidad convenida, me cogio de la mano y yo me deje llevar deslizándome hacia la habitación. No voy a entrar e detalles por que no quiero convertir esta vivencia en un relato erótico, pero dentro de esa habitación experimenté cosas me hacen cuestionarme si lo que hice estuvo mal. Aquel cuerpo entrelazado con el mío en una perfecta armonía. Me izo liberar muchas cosas que tenía atascadas. Cuando terminamos nos quedemos tumbados boca arriba jadeando durante un minuto y de la manera en que ella me miraba juraría que mi rostro se encontraba iluminado. Nos vestimos, me cogio de mano y me acompaño hasta la puerta del recibidor. Antes de abrir la puerta me volvió a besar, luego mientras salía me dedico la mejor de sus miradas maliciosas. Como queriendo me decir que había sido suyo. Cuando retome el camino hacia el ascensor un inmensa felicidad inundaba todo mi cuerpo, parecía que fuera a desbordarse por todo mi cuerpo, me sentí feliz, lleno, no había ni un gramo de arrepentiemento en mi, y pensé que si algo me hacia sentir a si de bien no podía ser malo, ese estado me duro unos dos días. A nadie le conté jamás lo que ocurrió aquel lunes, miércoles y jueves, por que seguro que las opiniones terminarían corrompiendo aquello que para mí fue un momento meteorito, un viaje hacia el deseo y la pasión en su estado puro, que a fin de cuantas son las dos cosas que mueven el mundo. Nunca e vuelto hacer aquello, surgió, salio de la nada, me paso por que tenia que pasarme. Pero se que si volviera a hacerlo no resultaría igual por que tendría un baremo muy alto con el que comparar, y los placeres cuando son excesivos pasan a ser vicios, y los vicios es lo que termina quitándote la dignidad y la conciencia. Dentro de un año me casare y nunca ella sabrá lo que sucedió aquel día. He aprendido a sintonizar mi conciencia. Para hacer de mi y de mi pareja los seres mas felices de la creación.