LA ESCALERA
La vida, nuestra vida, es una escalera. Suntuaria y principal unas veces. Secreta o excusada otras.Amplia o estrecha.De cómodos peldaños o de peldaños demasiado distantes.Alfombrada o sucia.Segura o vacilante.Con barandilla o con vértigo.También de caracol.
Ante una escalera siempre se pregunta uno mismo : las escaleras ¿ suben o bajan? Las dos cosas, naturalmente, o ninguna de ellas, porque quienes suben o bajan son los hombres.
Una escalera desconocida plantea eternamente la misma curiosidad un poco angustiosa : ¿ A dónde lleva? ¿ Cuándo y cómo termina? Es la misma incógnita de la vida.
Ante esa escalera vida hay tres actitudes no siempre voluntarias, claro está; tres actitudes perfectamente definidas: ir subiendo, ir bajando, o sentarse allí donde creemos que es nuestro sitio. Subir es una lógica ambición humana, un esfuerzo de ley de vida .
Bajar, un imperativo categórico que puede cumplirse con dignidad, peldaño por peldaño, o con infortunio,rodando por ella para terminar maltrecho, fallada la ascensión conseguida y eclipsada como un paraíso perdido.
Sentarse en su sitio me parece lo más difícil. Ni más arriba ni más abajo.Tener es relativamente sencillo. Lo complicado es retener. Conservar los peldaños ganados.Saber pararse, poder pararse y que, aun cuando nos rocen los que suben o bajan, que no nos empujen y nos hagan rodar hasta el primer tramo. Porque levantarse es ardua empresa y hace falta mucho aliento, muy buenas piernas en el alma para comenzar de nuevo.
Toda escalera se empieza con natural decisión, con natural coraje.Mantenemos la dignidad de los pasos, mantenemos el tipo,sin demasiada dificultad.Nuestra ascensión todavía no está comida por envidias, entorpecida por recelos.En el primer o segundo rellano cualquiera nos sonríe, nos estimula, sobre todo si ese cualquiera está mucho más alto.Incluso se jalea a quien comienza a subir : ¡ Tiene gracia ese chico!,¡ Buenas piernas!. Después la ascensión se va haciendo más penosa y más criticada. ¡ Bueno, ya está bien!, ¿ Hasta dónde quiere ir?. Y se encuentran miradas casi agresivas en los que están más bajos y en los que llegaron al último piso.Y se encuentran obstáculos : cubos de basura,gentes que nos dicen que es en el piso de abajo, perros agresivos que ladran un por aquí no se pasa.
Conviene, entonces, cerrar los ojos, taponarse los oídos, aspirar hondo, fijarse bien en donde se pisa. No irritar ni a los de abajo ni a los de arriba. Y, sobre todo, medir nuestras fuerzas, comprobar músculos y pulmones, imaginar si lo que nos espera es el vértigo, si podemos resbalar y perder todo lo avanzado.Saber, sin fantasías peligrosas, si se es de primero, segundo, tercer o cuarto piso.
Entonces, cuando todavía conservamos lozanía, buen aspecto, capacidad para sentarse con gracia y seguridad, hacerlo.
La voz íntima de la soberbia nos dirá que la escalera, nuestra escalera, no termina ahí.
La voz de la prudencia mirará hacia abajo y no hacia arriba.Hay que saborear la altura conseguida y no padecer por lo que , tal vez, todavía, podíamos alcanzar. Hay que sentarse,conservar la altura lograda,agarrarse bien a la barandilla y no creer tampoco que sólo estando de pie podemos caernos. Pero de ningún modo echarse,dormirse. Porque a una criatura dormida se la puede hacer rodar de una patada.
En esa sabiduría anda todo.En conocer cuál es nuestro piso, cuál es el momento de ponerse.El éxito humano es una cuestión de armonía, de automedida, de proporciones. Y la felicidad está exactamente donde nos corresponde.Sin olvidar que la felicidad no puede ser un estado de éxtasis ni de borrachera, sino de vigilancia.
ES DIFÍCIL SER FELIZ.PERO MUY FÁCIL DEJAR DE SERLO.
César Gónzalez- Ruano, Trescientas prosas