Os cuento. Este verano, trabajando en una boutique en la playa, me encontré con el caso de un chico que aparentemente era exhibicionista. Entró a la tienda, cogió varios bañadores y polos y se metió al probador. Iba pidiéndome una talla más o una menos de algunos modelos. Yo le acercaba las prendas y me recibía con la cortina semiabierta, y él sin nada. Había colgado algunas prendas en la barra de la cortina, con lo cual el no podía ver si yo miraba. Y reconozco desde un lateral del palillo de los probadores, miré a fondo. Estoy segura que lo hizo queriendo, pero me gustó seguirle el juego, ya que no lo vi peligroso.
El caso es que desde entonces me gusta ver a mi novio sin nada. Creo que estoy enganchada. Durante todo el verano trataba de asomarme, sin que se notara, para ver a otros clientes.
Me tiene el tema algo obsesionada. No paro de pensar en ello.
Acepto consejos.