Era una de las tardes más lluviosas del año. Me encontraba en mi casa tumbada al salon y justo llamaron a la puerta, miré por la ventana y vi que era Nicolás, mi vecino un hombre apuesto, de ojos verdes y pelo oscuro. Nicolás había estado enamorado de mi durante muchísimo tiempo, lo notaba al hablar con él y de la forma que me trataba.
Abrí la puerta, y el agitado me dijo:
-Annie, me dejas pasar? Olvide mi llave en casa, no puedo entrar.
Me dirijí hacia la cocina dejándole la puerta abierta, a su paso.
-¿Quieres algo..? Para tomar, ¿te apetece a alguna cosa?-pregunte amablemente.
Me abrazo por detras apegándose a mi, de tal forma, que podía sentir su calor, su cuerpo, sus brazos empujándome hacia él.
-Nico... ¿qué estás haciendo?-pregunté un tanto alarmada.
De pronto, sentí su aliento y su voz susurrándome al oido, una voz que nunca había escuchado de sus labios, una voz de deseo.
-Me apeteces tu.Lo sabes perfectamente, sabes que me vuelves loco, Annie. Y deseo que seas mía, ahora. No puedo más.
Me agarró por mi cintura y me sento en la encimera, apegandose a mi y besandome apasionadamente sin dejarme casi respiración, ni dejarme decir nada al respecto.Justo cuando pude separarme un poco de el dije extremecida:
-Esto es una locura- mi corazon latía muy deprisa, mi respiracion se habia acelerado como la de Nicolás. Él sonrío, y fue acariciándome suavemente por la pierna subiendo suavemente, desde la rodilla subiendo muy lentamente. Eso me extremecía.
-Te gusta esto, ¿verdad? - Me miro avidamente y se acerco casi rozandome los labios dejandome asi anhelante de ellos. Subió su mano lentamente, por mis nalgas, pasando por mi cadera, elevandola por mi cintura conjuntamente con la camiseta que llevaba puesta.
-Nicolás...-dije excitada- no puedes...
Volvió a besarme y me calló con eso. Fue subiendo la camiseta al hacerlo me di por vencida ante el y decidi que nada iba a cambiar asi que, mientras el me besaba por el cuello, lleve mis manos por debajo de su camiseta, acariciándole así su torso algo tonificado.
Se escuchó una media sonrisa, se quitó su camiseta rapidamente y dirijio sus manos a mi espalda acercandome a el aun mas. Le bese intensamente, y lleve mi mano por dentro de su pantalón, desabrochandole poco a poco, hacerle rogar. Me encantaba torturar un poco a mis amantes. Sumergí mi mano en su calzón acariciando su pene de arriba a abajo por encima, podia notar su latido era muy rápido.
-Annie... Siento esto.- Me quitó el sosten, lamio y chupo mis pechos como un loco, y me arrancó los pantalones cortos que llevaba rudamente.Yo no pude evitar que se escapara algun gemido de placer desde mis labios.
Separo mis piernas bruscamente, y me lamió desde encima de mi tanga oscuro hasta mi ombligo.
El valor de Nicolas fue enormemente grande al saber lo tímido que era al hacer todo esto. Me di cuenta de que, me sentí algo mal por ignorarle durante tanto tiempo y eso me hacia pensar que debía de recompensarle de alguna manera. Me bajé de la encimera. El me agarró pensando que me iba.
-Shh.. Ahora me toca a mi- Dije sonriendo. Lo empujé contra la encimera y suspiré en su oreja mientras me acerqué rozando su cuerpo al mio, sintiendo su erección. Lamí su cuello muy lentamente y baje con mi cuerpo pegado al suyo por su pecho acariciando con mis manos sus piernas a fin de retirarle sus calzoncillos. Se los quité y pude contemplarlo.
-¡Es enorme!- exclamé. Acaricié sus testiculos con mis manos, el suspiro al hacerlo. Lo miré y él no paraba de observarme hiciese lo que hiciese. Bajé con mi lengua hasta su miembro sin dejar de mirarle a sus ojos y le lamí hasta el glande suavemente, el como autoreaccion puso sus manos sobre mi cabeza impulsandome a hacerlo, y lo hice. Abrí mis labios y el aprovecho y metio su glande entre ellos, lo lamí, aquello me gustaba. Él se derretía al verme, y yo saboreaba y lamía de arriba a abajo su pene, si lo estaba haciendo, me estaba gustando. Tome el ritmo por mi sola, acelerando, chupando y lameteando su pene. Nicolás dejó escapar gemido.
-Puedes hacerlo dentro de mi- esas fueron mis palabras. El tomo el mando y al llegar al orgasmo, puse mi lengua por un segundo en su glande impidiéndole y le chupe continuamente, lo lamí y chupe.
Me levanto, me beso y me subio a la cama en brazos diciendo que era la mejor. Ese fue el día en el que Nicolás empezo a formar parte de mi vida. Una de las mejores experiencias que viví sin duda.