Tenía que pasar

Hace años, ocho exactamente, empezó todo este lío que tengo en la cabeza. En verano suelo ir a un pueblo pequeño pero en el que pasan muchas cosas. Como en todos los pueblos siempre hay el típico chico guapo, chulo y que le gusta a todas las niñas (y no tan niñas). Aquel verano yo cumplía 18 años, yo había adelgazado bastante y llamaba más la atención que otros años. Nunca me había fijado en el (no con intención de gustarme), pero en las noches de aquel verano surgieron cosas que nunca me hubiera imaginado. Él empezó a fijarse en mi, me miraba más de la cuenta, venía a hablar conmigo... Yo siendo una niña que nunca había sido de ligar mucho estaba entusiasmada porque el chico por el que todas estaban locas me hacía caso. Una noche, nos quedamos hablando hasta muy tarde (se nos hizo de día) estuvimos a punto de darnos un beso, lo cual para mi en aquellos tiempos era un sueño, pero por circunstancias o momentos de la vida no paso nada. Las siguientes noches, por las mismas circunstancias de la vida, no pudimos volver a coincidir, por lo menos a solas, y se acabó el verano. Cada uno volvió a sus ciudades.
Yo era muy amiga de su hermana, por lo que en un puente, unos meses después, yo fui a su casa. Cuando el se enteró nos llevó de fiesta, estuvo con nosotras, pero no pudimos quedarnos solos y me tuve que volver.
Pasó el tiempo, y cada uno rehizo su vida. Yo conocí a mi actual pareja y él a tenido las suyas. Cada verano, cuando nos veíamos en el pueblo siempre había miradas y algunas palabras o mensajes al móvil, pero no pasaba de ahí, yo tenía mi novio y no quería saber nada más.
Este año en Semana Santa, después de ocho años, estaba allí, y volvimos a quedarnos hablando hasta que se nos hizo de día. Contándonos como nos había ido en la vida, y todo lo que se puede contar después de años sin hablar a solas. Como estaba yo con mi novio, como estaba el con su novia... La verdad es que siempre nos ha resultado fácil entendernos. Aquella noche (mañana) cuando me fui a casa me llegó un mensaje, era él, y me decía que le hubiera gustado seguir hablando conmigo y que estaba muy a gusto cuando estábamos solos. A la noche siguiente volvió a pasar lo mismo, nos quedamos hablando hasta que se nos hizo de día y me invitó a tomar la última en su casa. Yo pensando en lo que podía llegar a pasar y sabiendo que los dos teníamos pareja, le dije que sería mejor irnos cada uno a su casa. Al llegar a casa me llegó otro mensaje, me decía que lo de tomar la última solo era una escusa. Le conteste diciendo que esto no podía ser, los dos estábamos comprometidos y sería una locura. Me dijo que igual teníamos que probar a quedarnos a solas. Yo le contesté que por esa noche ya era suficiente, pero que al día siguiente me gustaría hablar con él y quedamos en eso. Al día siguiente le vi pasar con el coche por debajo de mi casa (aunque no tenía que pasar por ahí). Por la tarde salí con la intención de hablar con él, hecha un flan y pensando mucho lo que quería decirle. Cuando llegue al bar no estaba. Esperé un rato, y de repente llegó en coche. Venía con su novia. Cuando salió me miro con un gesto de disculpa. Entonces fue cuando pensé que era bueno que ella hubiera venido, igual el destino quería que no habláramos y las cosas se tenían que quedar así. Por la noche no salí y me mando un mensaje disculpándose porque no sabía que ella iba a venir. Yo le contesté que era mejor dejar las cosas así y que ya nos veríamos en otra ocasión. Yo volví a mi ciudad.
Pasaron los meses y se acercaba el verano. No tuvimos ningún contacto, hasta que pocos días antes de volver, una amiga me dijo que había preguntado por mi, y que quería saber cuando volvía. Llegó el verano y volví al pueblo. Cuando nos vimos algo saltó entre nosotros. Como siempre por la noche, volvimos a quedarnos hablando hasta tarde, pero siempre había gente al rededor, por lo que no podíamos hablar de nosotros. Me fui a casa y me llegó un mensaje. Venditos o malditos mensajes al acabar la noche... Me decía que tenía muchas ganas de verme y que aún teníamos una conversación pendiente. Yo ya no sabía si ilusionarme, cabrearme o que hacer. Al día siguiente parecía que todo se interponía entre nosotros para no poder hablar. Por fin encontramos un momento, y él no se decidía a decir nada. Parece mentira con lo atrevido que parece lo que le cuesta algunas cosas! Así que me lancé yo. Le dije que me atraía, que siempre me había gustado, pero que nuestro momento pasó aquella noche hacía ocho años. Que los dos teníamos pareja y que no les podíamos hacer eso. Él me dijo que pensaba lo mismo, pero que desde aquel año sentía que había algo pendiente entre nosotros. No pudimos hablar mucho más porque todo el rato había gente al rededor nuestro, que algunos conscientes y otros inconscientemente nos interrumpían. Y otra noche más que se nos hizo de día, y más mensajes al llegar a casa diciendo lo a gusto que estaba cuando estábamos a solas. Los siguientes días y noches no hablamos mucho más de esto, pero si que estábamos más juntos. Nos buscábamos con la mirada, a veces nos dábamos la mano a escondidas... Por dios parecía una quinceañera! Y llegó el día en que me tenía que volver. Vino a despedirse, nos tomamos el último café... Cuando me iba en el coche me llegaron más mensajes, diciéndome que me iba a echar mucho de menos, y que no sabía lo que pasaba bien entre nosotros pero que estaba muy a gusto.
Yo tenía que volver con mi novio, le quiero muchísimo, pero después de tantos años, ya no queda la misma chispa de siempre, lo que queda es más bien cariño. O por lo menos eso es lo que he deducido después de hablar con gente que lleva mucho tiempo con sus parejas... Esta vez, nos seguimos mandando mensajes, poniendo lo mucho que nos echábamos de menos, y lo que pudiera haber llegado a pasar si nos hubiéramos quedado a solas.
Llegó un puente y yo decidí ir a pasar unos días al pueblo. Estaba muy agobiada y necesitaba salir de aquí, aunque también pensaba en verle a él. Cuando llegué todo fue perfecto. No había mucha gente, pero era suficiente. Nos reímos mucho, hablamos, tomamos nuestras cosas. Aquella noche al despedirnos había más acercamiento entre nosotros, aún así me fui a casa y otra vez me llegó su mensaje, poniéndome que no sabía porque no me había pedido que me quedara con el esa noche y que no nos podía pasar lo mismo que en verano. Al día siguiente, salimos, hablamos, nos reímos, como si fuéramos niños nos dábamos la mano por debajo de la mesa para que nadie nos viera. Me llevó a casa en coche, y nos quedamos hablando, escuchando música, fumando el último cigarro. Y entonces pasó. Nos besamos. Aquel beso que había estado esperando desde pequeña. De aquel amor de verano que pensé que se quedaría en un amor platónico. Aún así, no se si egoístamente, le dije que esa noche se tenía que quedar solo en eso, una noche. Yo tenía que seguir con mi novio y el con la suya. No pasó nada más que unos besos, pero fue suficiente. Al día siguiente, mi último día, ya no pudimos estar nada a solas.
Desde aquel día todo fueron mensajes, de lo bien que habíamos estado, de como sería, de lo que sentíamos... Aunque sigamos teniendo cada uno su pareja, siempre nos acordaremos el uno del otro de una manera diferente, y cada vez que nos veamos no será como si ves a cualquier amigo.
De repente un día me dijo que no nos podíamos escribir más. Su novia le vio un mensaje en el móvil que él me había mandado a mi, y aunque no sabía nada más, no quería hacerle daño, por lo que por mucho que le pese no podemos escribirnos más. Ya hace unos meses que no sabemos nada el uno del otro. No me arrepiento de nada de lo que he hecho, porque llevo mucho años arrepintiéndome de lo que no había hecho. No se que pasará la próxima vez que nos veamos, ni en que situación estaremos cada uno, pero esto es algo que tenía que pasar.