Te paso un relato

No es especialmente romántico. Me lo he encontrao por aqui.

Cena de Navidad


Nochebuena de 2000. 23,51 p.m


Lo que dijo la madre

Pues vete con ella si eso es lo que te apetece. Al fin y al cabo, qué menos iba a esperar. Bastante suerte he tenido de momento, que dice la Conchi, la del tercero, que la pobre sí que me comprende, fíjate qué cosas. Porque se lo andaba yo contando por éstas, y no es que a mí me guste platicar en exceso con las vecinas, que tú lo sabes, pero en esto que me entró un nosequé de que quería contarlo, y fíjate tú qué casualidad: que ella ya lo sabía. Quiero decir, no sabía lo tuyo, porque cómo iba a saberlo, pero sabía lo suyo, y menudo fue su Pepe, que me lo contó, y canutas las tuvo que pasar la pobre, no por nada, sólo por los niños, fíjate tú. De eso, mira, me alegro, de que Carminita ya esté colocada, y bien colocada, porque digas lo que digas su Alejandro vale una mina. Vale que nunca te haya hecho gracia que sea un ejecutivo de ésos que viajan tanto, pero a la niña la tiene como una reina, no me lo vas a discutir. De los niños no hablamos, los tengo aquí a los dos, conmigo, cenando con su madre, SU MADRE, porque me apoyan y me quieren, y me hago respetar. Aunque, al fin y al cabo, qué más te van a dar a ti a partir de ahora los niños, si te vas a ir a vivir con esa fulana quién sabe dónde. Y no te lo reprocho, ojo, que una firmita aquí y otra firmita allá y te vuelves otra vez soltero en un periquete. Ahora, los años ya no te los quita nadie, que no sé cuántos le habrás dicho que tienes a la niña ésa, pero son sesenta y cuatro, Paco, que ésos ya los llevas tú encima y no te los quita ni el tinte ni la antiarrugas. No creas que te voy a montar una escenita, yo ya no estoy para esos trotes. Si fuéramos más jóvenes, todavía, pero ahora ya no, Paco, que ya no tengo gana de batallar ni de tomar disgusto. Tú vete con ella si te apetece, ya haré yo por que no se me caiga la casa encima. Se acabó lo de salir mas que a la tienda, y ya ni eso, que ya se terminaron los caprichitos y el cómprame tabaco, cómprame jamón del ibérico en lonchitas. Yo no soy tan tiquismiquis, yo me apaño con una ensaladita y voy lista, así que se terminó derrochar los sueldos. Y así a ver si ahorro un poco y me da para cambiar las cortinas, y si me apuro para pintar la casa entera, que ahora la casa va a estar que va a parecer otra. Se terminó la peste a tabaco en el sillón y en las sábanas, porque mira que echaban peste, Paco, eso me lo tienes que reconocer. No sé si eso lo sabrá la fulana, que fumas como un carretero, y que no hay enero que no nos pegues un susto con la dichosa tosera, que un año te costó quince días ingresado, Paco, que de eso te tienes que acordar. Pues eso, que ahora me toca a mí, que entre lo que me ayuden los niños, que seguro que me ayudan mucho los pobres, lo que te toque pasarme a ti (que no soy del todo tonta, Paco, que sé que un cachito te toca, y si me lío con los números Alejandro me lo va a explicar, que por algo es un ejecutivo de esos que viajan tanto), y, bueno, con lo que he ido juntando yo estos años, que no es poco, voy a ver si me organizo y me da para montar un negocio modestillo, aunque sea aquí en la casa, que para lo que se queda la casa de vacía ya me dirás. Eso ya me lo plantearé en serio cuando saquemos cuentas, que las vamos a sacar. A ver si se lo consulto a la Conchi y lo montamos juntas, nos hacemos socias, porque para lo que nos queda ver en esta vida, mejor nos organizamos las dos solas, digo yo. Y lo digo sabiendo lo que digo, que para esas cosas no soy tonta, Paco, que no te creas que me quedo así de brazos cruzados porque pienso que con mis años no tengo nada que hacer comparándome con la fulana tuya. No es eso, Paco, porque bien sé yo que sin mover un dedo te voy a tener aquí como un corderito en cuanto la manirrota ésa te demuestre que no sabe hacerte un guisito de esos que te gustan a ti, con choricitos, con muchos garbanzos, mira que lo sabré yo. Así que vete ahora si te apetece entretenerte una semana, pero al que le va a salir caro el capricho es a ti. Mira que voy a tocarle a la Conchi y vamos a ir esta tarde mismo a mirar lo de las cortinas, a ver si de paso pasamos por los maquillajes del Cortinglés y me permito yo otro antojo, fíjate tú.


Lo que dijo el hijo mayor

Tengo sueño. Este vino me retumba en las sienes y me emborracha las ideas. Papá sí tenía gusto para elegir el vino de Navidad, pero mamá da pena. No le preguntaré dónde lo ha comprado, para qué, si ella está orgullosa, la ... que parece que va borracha y todo. Mientras yo me acuerdo del cliente ... del viernes, ¡ahora! Estoy mareado, pero sé lo que me hago. Paso de esta ... cena. Tenía que haber aplazado el divorcio para después de las fiestas.
Mi hermanita la porrera siempre lo ha tenido claro. Mamá está igual ha sido lo primero que me ha dicho al recibirme en la puerta a ver si te dignas a venir a verla más a menudo. Luego, la incomunicación ha privado entre nosotros, aunque Gloria siempre diga que la incomunicación no existe. Digo yo, ¿por qué no pasará la noche con su novio el niño de papá rico? No tengo ganas de pasarme por casa, ¿eso es raro? Si he pedido asilo político en Nochebuena es porque no estoy tan desesperado como para pasarla en la calle. Aunque ya tengo mis dudas...
Y me acuerdo de Gloria, y sé que la quiero, pero nunca me quedará claro si es rentable volver con ella. Y Paula de ... madre. Diecinueve días hemos durado. Qué maravilla de ruptura. Ya quisieran muchas relaciones ser la mitad de bonitas que nuestra ruptura. Menudo diciembre. Chapeau, diciembre. No tengo recuerdos buenos de diciembre, me dijo una vez Gloria. Y aquí mi madre borracha que espera que alguien abra la boca. Cómo pudo aguantar Gloria cenar cuatro años seguidos con esta familia. Ahora le doy la razón a mi bendita ex mujer.
El infeliz de mi padre debe estar cenando con Paula. Seguro que se pasará el día mirándole el culo, dando las gracias a Alá por lo que cree que tiene. Un día me gustaría soltarle al viejo desgraciado que yo, su hijo, también sé cómo se comporta en la cama su secretaria. Sin estar enamorados. Qué ruptura. Yo también tenía derecho a saber cómo son sus besos.
Voy a decirle algo a mi madre, aunque sea que me las piro. Me estoy mareando más. Sería lógico que ahora Gloria no quisiera volver conmigo. Por Paula. Borracho se ven mejor las cosas. Voy a llamar al viejo para felicitarlo y preguntarle qué piensa de las hembras con el culo como un pandero, como Paula. Anda y qué le den. Por mí, como si se hunde la Bolsa de Nueva York. Acabáramos.


Lo que dijo la hija pequeña

Feliz Navidad, cariño. Sé que puedes escucharme aunque no estés. Alejandro... Estoy recordando anoche, cuando mi corazón te transmitía su calor. He dormido contigo. Te he apretado contra el pecho y he deseado morir allí mismo, convencida de que jamás hallaría un momento igual. Tanto acumulo de felicidad estaba condenado a evaporarse pronto.
Así que pensé en pasar la noche toda despierta, acariciándote cada segundo, sin desperdiciar ninguno. Quería poseer control sobre mis párpados, para despedir al sueño y que no me quitara ni uno solo de los besos que deseaba darte.
Pero el hecho de estar a tu lado, tan juntos que nadie podría haber dicho dónde empezaba tu piel y terminaba la mía, me embriagó de quietud y entera paz. Me agazapé y coloqué fuerte y suave las manos en tu espalda. Cerré los ojos. No me hacía falta mirarte para saber que estabas ahí. Me centré tanto en ti que me olvide de mí. Y me dormí.
Cuando la claridad noble del día apenas contaminado me fue despertando, desperté también del que había sido el sueño más utópico y maravilloso de mi vida. Tú no estabas a mi lado. En mis manos, tu foto, empapada de mi sudor y mis caricias, sonreía, como si acabara también de despertar. Por la ventana entraba tamizada la luz: era como si los rayos de sol quisieran también tocarte.


Lo que dijo el hijo mediano

No me vengas ahora con ésas, Paloma, por Dios, ya empezamos a remover los pretéritos perfectos. Te he dicho y redicho que nunca me cupo la menor duda sobre lo que sentía por ella, ¿me oyes?, NUNCA. Nunca llegué a creerme enamorado ni nada parecido, independiente de que ella estuviera, bueno, ya sabes, arrejuntada y con un crío. Vale que me conoces, sabes que la situación, en caso de que me hubiera encoñado de verdad, no hubiera puesto freno a...bueno, a mis sentimientos.
Pero yo no la quiero, Palomita, a ver si de una vez confías en mí...Ahora analizo todas las noches de tonteo y sobeteo que nos llevamos entre manos, y mil latigazos merezco por cada una. Le puse tan fácil mi cuerpo que parecía que no fuera mío. Me quemó un ardor tan raro, un apetito tan grande, que por estar a su lado, por correr tras esa mujer prohibida, di de lado a algo tan gratificante como mi fidelidad a mí, a mi propio cuerpo, para que sólo sus manos lo recorrieran. Si te lo conté será por algo, digo yo, porque no te creas que es fácil ponerse a desnudar sentimientos así, a riesgo de que me pusieses la maleta en la puerta. Sabes de sobra que lo nuestro no pasó de tonteo. Quiero decir, que aunque llegó a haber contacto carnal no me odies por repetírtelo
fue un contacto mínimo, festivo y público. Por supuesto que no derivó en encuentros clandestinos, y por supuesto que la ropa permaneció siempre en su sitio. Distan ya bastantes años desde que la última vez que nos bailamos la Lambada en medio de la pista del Tropicana. Ya es un recuerdo antiguo, borroso, y tal vez muy pronto pueda olvidarlo. No, no hubo nunca un sentimiento parecido al amor entre ella y yo. Créeme.
Aunque claro que no me crees... No me crees porque te preguntas a cuento de qué vine a contártelo. Por qué te hablo de una época en la que aún no nos conocíamos, por qué de una mujer que nunca fue tu rival, pero que ahora consideras así, por mis alusiones. Por qué no dejar tranquila a La Habana cuando era La Habana, y a los muertos descansar en paz. Porque tú sabes, Paloma, que si ella estuviera viva iría a buscarla, ahora mismo, con lo puesto, y no me repitas que estoy loco, porque de loco no te lo diría. Si entonces lo irracional no era lo correcto, ¿para qué probarlo ahora? Ella ya no baila esta representación. Pero para qué darle, más vueltas, Palomita, cariño. No le irás a temer ahora a una muerta. Y no me vengas con lloriqueos, que te conozco, y asume las consecuencias: tú sacaste el tema.


Lo que dijo Paloma

Van a dar las doce. Mi suegra está triste. Carlos está con la cabeza otra vez en Cuba. Lo hace cada Navidad, no sé de qué me sorprendo... Si al menos Gloria hubiera hecho el esfuerzo no estaría tan sola. Si yo fuera una mujer valiente, me subiría a esta mesa y le explicaría a mi suegra que la señorita con la que está pasando la noche su marido es ni más ni menos que su intachable nuera, a la que tanto defiende, a la que dice comprender en el abandono de su primogénito. Pero me apetece más decirle a Carlos que ya no lo quiero. Decirle un te quise. Te quise con locura y devoción, aunque te suene a frase hecha. Te quise llorando como una idiota, te quise sin esperar nada a cambio, te quise como quieren aquellas que no conciben más mundo que uno: el objeto amado. Y, ¿sabes qué? A lo mejor también hubiera sabido esperarte. A lo mejor, si se me hubiese otorgado un mínimo resquicio de posibilidad de que volverías...
Pero tú te quedaste en Cuba, te moriste con ella porque te obligó el instinto. Por eso ando en guerra conmigo misma, porque posees la dichosa facultad de sacudirme el corazón con espasmos de tal índole que no sé cómo se llaman, que no sé si remitirme a cursis poemas o a estudios psicológicos. Porque es de locos. Es de locos dudar de una vida como la que tenía organizada, feliz, en consonancia con mis principios, tan cómplice de la Locura que no dolía nada, tan acostumbrada...
Supongo que tiene que haber muchos gremios en el magno imperio de la Locura, qué sé yo. Lo que me pasa contigo quizás sólo sea un resquicio de esa vez que tanto te quise. Me pasaba las horas pensando en ti, sólo vivía de verdad evocándote...Qué triste reconocer ahora que sí que te quise. Y que tu sombra se sigue cruzando por mi mente. Creía conocer a mi corazón y resulta que no lo conozco. Para qué darle más vueltas a que te quise. Y a que, aunque no pueda, no deba cuadrarme, a veces me parece que te sigo queriendo, ya ves tú que gracia. He aquí la confidencia. Quizás la termine y la guarde con el montón de cursiladas y lloros hechos prosa que llevo acumulando. O quizás salga a la luz y promulgue mi duda. La duda de quién ganará la partida: el te quise...o el te quiero...
Iré al baño a fingir que vomito y nos marcharemos a casa...


Lo que dijo el escritor desconocido

¿Sabes, Cosmos, lo que quieres? Yo ya sé lo que quiero yo. Ya sé lo que quiero para todos los engendros literarios que se escaparon de mi pluma. Hijos de mi imaginación y de mi alma, mis hijos. No quiero que se enrrobinen y pudran en un cajón olvidado. Quiero que vean la luz, que te conozcan, Cosmos. Quiero sentir en activo a ese vosotros que siempre imaginé leyéndolos. No deseo seguir acumulándolos en terribles cárceles de papel, diarios ocultos y carpetas antiguas. Ellos, aunque imperfectos o malogrados a veces, no se merecen la reclusión y podredumbre a la que hoy por hoy están reducidos. Los quiero vivos.
Y a partir de mañana les voy a hacer vivir. Voy a sacarlos a la calle, a darlos a conocer en periódicos, revistas, o entre mis amistades. Quiero que los critiquen y los alaben, que se críen enemigos acérrimos y amigos fieles. Lo que sea, menos que los ignoren. Quiero polémica. Quiero que mis hijos perpetúen mi memoria. No quiero que lo que llevo haciendo toda mi vida no sirva para nada. Quiero tenerlo todo preparado, porque no deseo marcharme y dejarlos atrapados, secuestrados por su propio padre sin que nadie sepa de su existencia. Y ellos están vivos, ¡vivos! Vivos...
Si poco a poco deben de ir aprendiendo, que vayan poco a poco. No se puede salir a la calle por primera vez y saber desenvolverse. Poco a poco. Y toda la vida por delante.