Despertó desnuda en una habitación vacía sin recordar cómo había llegado hasta allí. Fuera era de noche y hacía frío, sin embargo allí el ambiente era cálido gracias a una enorme chimenea que era además la única fuente de luz. Todavía somnolienta descubrió que estaba sobre una enorme y mullida alfombra, cubierta por una ligera manta de un tacto exquisito. A su lado había tres enormes almohadones turcos. El resto de la habitación se hundía en la penumbra.
Se sentía algo inquieta, como si algo o alguien hubiese estado jugando con su cuerpo y su piel mientras dormía. Tenía sensible la piel en los muslos, rozando uno con otro mientras el calor se adueñaba de ella. Por alguna razón no se sorprendió al descubrir que sus muñecas estaban atadas la una a la otra con un pañuelo de seda, al igual que sus tobillos. Pensó en levantarse y buscar una explicación a su reclusión pero la humedad de su cuerpo era más fuerte, y sus manos se deslizaron juntas hacia su vientre llegando a posarse entre sus piernas mientras sus pezones se hinchaban hasta lo impensable. Deslizó sus dedos sobre sus humedades con los ojos cerrados. Comenzaba a gemir de forma lenta y profunda cuando tuvo la sensación de que alguien la observaba.
Sobresaltada, se incorporó para distinguir una figura entre las sombras. Una figura masculina. Sabía que no debía temer así que se dejo llevar y comenzó a tocarse para él. Ya sentía su propio dedo dentro de si. El desconocido salió de la penumbra.
Su cuerpo era increíblemente atractivo, fibroso y fuerte. Con rasgos orientales y la piel de un moreno cobrizo, la miraba ardiente con unos ojos de un verde vibrante. Su sexo estaba erecto y apuntaba directamente a la cara de ella cuando se fue acercando poco a poco.
Los jadeos de ella se intensificaron mientras aquel miembro palpitaba a pocos milímetros. Cerró los ojos y comenzó a besarlo, a mordisquearlo sin dientes, como un pececito. Toda la verga se cubrió de besos. Sintió una mano sobre su nuca que la atraía hacia él. Mordiendo la base de su ... sacó la lengua y la estiró hasta sus huevos, haciéndolos botar a lametones. Sin poder resistirlo, la agarró con las dos manos desde abajo y la hizo entrar y salir de su boca. Salía cada vez mas húmeda y las gotas de saliva cayeron entre sus piernas mientras él jadeaba de placer.
Luego él se situó en cuclillas. Frente a frente, hundiendo su boca en la de ella, la recorrió con su lengua al tiempo que deslizaba una mano por sus muslos hasta llegar a su sexo. Lo frotó con habilidad, arrancando sus alaridos. Sin hablar, ella le estaba pidiendo a gritos que la follara ya y él lo entendió.
Tumbándola en la alfombra se situó sobre ella. Muy, muy cerca, podía sentir el falo junto a su entrada.
Desear ser penetrada, tenerlo tan cerca y no poder abrir las piernasera una sensación angustiosa. Mortificante y excitante al mismo tiempo.
Rogó para que él encontrase la forma de poseerla. YA.
Cogiéndola por los tobillos elevó sus piernas rectas hacia arriba y él se arrodilló detrás. La cogió por los muslos mientras mordía sus pies y hundía en ella su enorme miembro.
Tras el alarido inicial, la felicidad inundo su cara. Estaba llena de él, de un maravilloso mastil de una virilidad inmensa que la atravesaba una y otra vez sin descanso, chapoteando en su interior. Abrazando sus piernas, él empujó con más fuerza al tiempo que bufaba como una bestia. Los bramidos de ella se unieron al coro.
De pronto la volteó situándola de medio lado sobre uno de los grandes almohadones. Su cuerpo quedo algo encogido cuando el desconocido macho la agarró desde detrás por los pechos con fuerza y aceleró sus oscilaciones. Llegó hasta el fondo de un modo estremecedor. Se mantuvo allí unos segundos antes de encarar el tramo culminante. Descargo toda su potencia, toda su musculatura en un ataque sin miramientos, perdiendo ambos la cabeza. Acabaron como animales sin control, bufando y bramando con orgásmicos espasmos. Ella se sintió reventar por dentro mientras le inundaba una oleada de líquido calor. Luego perdió la noción del tiempo y recuperó poco a poco la normalidad en la respiración.
Acurrucada, abrazada por detrás y con aquella presencia masculina aún dentro de ella, volvió a dormirse. Feliz.
