Verá, nos conocimos en la universidad. Somos jóvenes, yo dentro de poco cumplo los 20 y él es tan sólo seis meses menor que yo. Nos caímos bien, estudiábamos juntos y, en determinado momento, me pidió que fuera su novia y acepté. Pero siempre tuve miedo, pues a mis padres no les hacía mucha gracia eso (porque me iba a distraer, tal vez embarazar y tal y qué sé yo). Tuve miedo y de todas maneras acepté, puesto que ya me gustaba él, ya comenzaba a quererlo e imaginaba esas cosas lindas que una se figura de cara a una nueva relación.
Tuvimos entonces nuestros buenos momentos, crecimos juntos como personas (él se tornó más responsable y tomó un empleo de ocho horas, seis días a la semana para costear las cosas; yo aprendí cosas de la vida, ambos nos iniciamos sexualmente...) y nos amábamos mucho, pero siempre hubo roces entre él y mis padres. Siempre he intentado que los tres al menos no se estuvieran amenazando o que soportaran estar juntos en un recinto, pero lo hice de una manera tal (usando mentiras, por ejemplo) que ello no me permitió sino fracasar terriblemente.
Pero no es ésa toda la fuente de mi dolor. Hace ya una semana, me fui de casa.
Él lo costeó todo, buscó el sitio y yo lo que tuve que hacer fue llegar allí con mis cosas. Estuve yo sola en una residencia para chicas y como yo no tengo empleo aún pues se comprometía a mantenerme hasta que lo consiguiera. Estábamos de alguna forma comprometidos, de hecho; nos queríamos casar y todo. Yo imaginaba estar con él hasta morir y él igual.
No obstante, resulta ser que soy muy apegada a mis padres. Cada altercado entre ellos y mi novio me causaba estrés y sufrimiento, y aquel día ellos estaban tan molestos y estupefactos que manifestaron no querer volver a verme jamás. Yo decía "bueno, al menos tengo a mi niño que me apoya" y de todas formas estaba triste, pues irse de casa siempre pega.
Mis padres me buscaron y dieron conmigo el sábado. Me dio tanto sentimiento que regresé a verlos el domingo, a pesar de que él me rogase hasta llorando que quizás así sería la última vez en que pudiera verme, pues mis padres se oponían a lo nuestro.
Me he quedado con ellos desde entonces, son mis padres después de todo. Siempre quise que las tres personas que yo más he amado se quedaran en mi vida, mas hubo un nuevo altercado, ellos están convencidos de que yo soy la víctima, él el malo y que todo fue una locura, él no lo tolera más (no es la primera vez en que me ha tocado decidir) y no desea verme ya.
He de acotar que yo me sentía muy bien con él, me sentía atendida, mimada. Me compraba comida y aquella vez en que consumamos el amor fue sumamente comprensivo, se ajustaba a mis gestos y prestaba atención a cada una de mis muecas. Yo lo veía... perfecto, era mi príncipe y él decía que yo era su vida. Pero siento que lo arruiné y eso me pone mal.
He recibido el perdón de mis padres, mas no el suyo.
Y por eso son puras cosas tristes las que hoy escribo.