Todas eramos de todas...
El agua se extendía a nuestros pies, la tarima, un poco de arena y el Caribe iluminado por la luna llena. Nos despojamos de las sábanas y bajamos hasta el mar.
Paradas , con el agua hasta el vientre, nos tomamos de la mano, y empezamos a dar vueltas en círculo despacio. Empezaron a decir con voz alegre:
Es la noche de la luna. Es la noche de las mujeres. Es la noche de la luna. Es la noche de la libertad. Es la noche de la luna. Es la noche del amor. Es la noche de la luna. Es la noche del placer. Es la noche de la luna. Es la noche del sexo. Es la noche de la luna. Es la noche de las hembras. Es la noche de la luna. Es nuestra noche.
Y ahí cerramos el círculo y comenzamos a besarnos, abrazarnos, a acariciarnos. No sé quién ni cómo trajo unas botellas de ron, pero sí sé que empezamos a beberlas a morro, mientras nuestros deseos se iban encendiendo y las manos, las bocas, las lenguas, los cuerpos se iban poniendo en contacto, gloriosos, plenos de goce, abiertos al sexo y la aventura.
Me sumergí en el mar y buceé buscando un sexo para besar, no sabía de quién era aquel monte de Venus que acaricié con mi boca. Las manos de su dueña me agarraron y levantaron. Era Vanesa , que me besó mientras se pegaba a mí, restregando sus senos poderosos contra los míos. Era más alta que yo, así que me tuve que poner en puntillas.
Su mano buscó mi entrepierna y comenzó a masturbarme sin soltarme, yo puse mis muslos apoyados en sus caderas de modo que mi concha quedó abierta a sus caricias.
María José se colocó tras de mí, restregando sus pechos en mi espalda y dándonos a beber ron de una botella. Me vine como una gatita ronroneante, con malicia mezclada con placer.
Pero aquello acababa de empezar. El mar cálido fue testigo de nuestra liberación.
Cuando salimos, estábamos felices y un poco borrachillas. En la sala donde habíamos cenado nos sentamos desnudas sobre las túnicas , que abiertas cubrían todo el suelo. Fue Marina la que sacó la pipa de agua, yo las había visto en Túnez y en Estambul, y Gladys la que la cargó con hierba. Calista la encendió y dio la primera calada. Luego la boquilla fue pasando por todas nosotras.
El mar, el alcohol, la marihuana me hacían flotar, pero no sólo a mí, a todas. Y todas comenzamos a acariciarnos, besarnos
Esa noche lo hice con varias mujeres, y ellas lo hicieron conmigo. Senos, pubis, conchas, muslos, vientres, bocas, labios , orejas, cuellos, anos, manos, pies, clítoris, todo fue parte de un ritual de lujuria que no puedo olvidar. Orgasmos suaves, salvajes, lentos, rápidos. Incansables hicimos el amor hasta quedar dormidas , entrelazados nuestros cuerpos.
Me despertó la luz del sol y Marina y Jessica que a voz en grito decían:
- Chicas, el desayuno está listo. Todas al comedor.
En la sala contigua estaba montada una mesa, con jarras con jugo de naranja, tostadas recién hecha, mermeladas, manteca, leche y un café que despedía un aroma delicioso.
Como felinas perezosas, nos fuimos sentando y comiendo. Estaba cansada pero no tenía resaca. Después nos duchamos entre caricias. Volvía ponerme mi remera y mis jeans, junto al anillo y los aros. Era el momento de volver.
Entonces Jessica se me acercó, me tomó de la mano y me dijo:
- ¿ No quieres volver por la tarde?. Yo me quedo con Marina y tenga lancha, puedes estar a las siete para cuando llegue tu marido. Podemos nadar, bucear, pescar y
-Voy a decirle a Calista que me quedo. Me encanta el plan , con el mar y su y-
Cuando las demás se enteraron, no pusieron pegas. Sólo Liliana dijo que también se quedaba. Le apetecía pasar el día con nosotras en la isla.
Las ayudamos a embarcar, solas las cuatro volvimos a la casa.
Marina sacó tres bikinis para mis nuevas amigas. Yo estaba feliz, Jessica me encantaba, Marina me daba una mezcla de tranquilidad y morbo, y Liliana era una de las mujeres más hermosas que había visto en mi vida.
Mientras se ponían los trajes de baño, Jessica abrió un armario y ante mis ojos apareció una deliciosa colección de vibradores, dildos y arneses.
- Creo que podemos llevar alguno para jugar- Propuso Liliana mientras me besaba.