Como ya os he contado muchas veces mi marido me ha sido infiel. Me gusta muchísimo escribir y me relaja. Es la única satisfacción que tengo ahora:
Amor mío, jamás pensé terminar así. ¿Conoces ya la agonía del amor? Sólo se siente cuando se ha entregado el alma.
Tú me conociste siendo una niña, una niña frágil que se sonrojaba por todo, con un alma y cuerpo predispuestos para entregarlos a un solo amor y para toda la vida. Nunca entendiste que mi pasión bebía de tu ternura y de unas manos de seda, nunca miraste con tus ojos mi mundo. Yo te entregué mi alma.
La pasión que ves ahora a veces en mí, es fruto de mi humillación, de demostrarte que yo también soy mujer. No me compares con esos amores de carretera. Yo no tuve un maestro.
Ese era tu secreto, ¡tu gran secreto! no se, si sólo es uno de ellos o hay mas puñales escondidos esperando para salir del pecado.
Te lo puse muy fácil. Veinticinco años sin darte un motivo de celos.
No sé lo que va a pasar a partir de ahora, ya te veo con otros ojos. Sólo hay una vida aquí. Yo deseaba ser una reina para ti, el centro de tus miradas, el único cuerpo entre tus manos. ¿Cómo me has podido faltar el respeto hasta quemarme? Qué humillante para una mujer que te ha amado tanto!
Amor mío, fuiste mi primer amor, sentía vértigo en el alma al pensar que podía perderte. Te quería con locura, con admiración, con la devoción de los que se encomiendan a Dios.
No se si te volveré a encontrar en mi camino ¡Tendrías que cambiar tanto! Vive, encuéntrate a ti mismo, yo quiero ser feliz.
