Autor: Caballero sin sombrero
...Mi tía cogió una toalla.
- Me voy a dar una ducha, si prefieres puedes ir acostándote.
Ingresó al baño dejando la puerta recostada, después de algunos minutos, cuando el rumor de la regadera terminó por inundar el ambiente, me acerqué sigilosamente para dar una ojeada, gracias al espejo que se hallaba frente a la ducha vi como el agua bañaba su cuerpo,
- ¡Que mujer! - exclamé a mis adentros.
Inició a enjabonar su cuello, sus hombros, bajó lentamente a sus prominentes tetas a las que dedicó interminables minutos jugueteando con sus pezones oscuros que despuntaban entre la espuma, continuó a descender aquel envidiado jabón por su vientre, su frondoso monte de Venus, al insistir sobre este, concentró tal cantidad de espuma que provocó el desprendimiento de pompas de jabón que al colisionar con el agua explosionaron subliminalmente, no demoró en tocar su sexo, pasó y repasó sus enjabonados dedos por aquella quebrada oscura mientras cerraba los ojos, entreabría la boca y pasaba lujuriosamente su lengua por entre sus labios mojados... ¡¡que cuadro!!
Esta espectacular secuencia catapultó mi excitación al máximo, mi pantalón dio a parar al suelo, mi fiel compañero ostentando su mejor forma se presentó rígido, grueso, sus venas circundantes parecían gusanos de tierra a punto de reventar, de su palpitante cúpula carnosa no cesaba de borbotar el líquido pre-seminal.
Entusiasmado inicié a masajearlo alcanzando el vértice del extasis en tiempo récord, continué en la brega, inspirado en aquella deliciosa escena hasta que el agua dejó de escurrir, descompuesto, con el pantalón entre los tobillos me alejé casi tropezando, tras una pausa silenciosa me pidió que le alcanzara su bata, cogí dicha prenda y me dispuse a ingresar, dos toques e irrumpí... ¡¡¡quedé petrificado!!!.
De espaldas a la puerta, inclinada hacia adelante, secaba entretenidamente sus piernas con uno de los extremos de la tela felpuda que no alcanzaba a cubrir su medio cuerpo, sin saber, me estaba ofrendando la extraordinaria visual de su colosal trasero, así como de su abertura rosácea coronada por una abundante mata de vellos color azabache... ¡que panorama!!, indiferente a mi presencia, con esa paciencia que impacienta terminó con lo que venía haciendo, se ergio despreocupada, giró hacia mí y esbozando una sonrisa alargó los brazos para recibir su salida de baño,
- ¿Te vas a ocupar? me preguntó.
- Si, quiero orinar - respondí sin titubeos, la verdad no tenía ganas, solo quería permanecer para continuar observando,
- Hazlo, no tengas vergüenza, ¿soy tu tía no?, imagínate, te conozco desde niño, ¿recuerdas cuando nos bañábamos juntos?
- Si, si - respondí desinteresándome de este intrascendente.
Desabroche la bragueta del pantalón, tiré fuera a mi herramienta que había recuperado su máxima expresión y en el simulado intento de miccionar advertí que no me quitaba la mirada de encima, es mas, no contenta con la panorámica al cambiar de posición dirigió descaradamente su mirada verso mi parte sobresaliente, no me incomodé, al contrario me esforcé en brindarle la facilidad del caso, al rato,
- Me voy, te dejo en privacidad.
Anudó la cinta de su bata y salió desentendiéndose de sus prendas tiradas por el piso, a penas juntó la puerta, me apoderé de la tanga con el ávido deseo de fisgonear la parte central, el siguiente paso, no alcance a evitar, una esnifada profunda acarreó a lo mas recóndito de mis pulmones profusos olores a orina y a otros desconocidos agentes, ansioso, como perro enfurecido, mordisqueé y lamí aquel pedazo de tela tratando de adivinar el sabor de sus residuos, pasado cualquier minuto, desistí por temor a ser sorprendido en esta reprobable situación... ¡ se me ocurrió una idea!...
Continua...
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