Foro / Pareja

Masturbacion compartida

Última respuesta: 4 de agosto de 2013 a las 2:26
S
stoica_7182349
24/7/13 a las 21:03

El Dr. Ariel es un perfecto caballero, jamás avanzó ni un solo milímetro más allá de los límites previamente estipulados antes de entregarnos a nuestros juegos de masturbación que son muy variados y muy calientes. Ayer convenimos que no habría contacto físico entre nosotros, el deseaba simplemente mirarme y pajearse enfrente a mi hasta venirse.
Esta vez no me aseé ni me cambié el calzoncito que estaba usando desde la ducha de la mañana, quise obsequiarle como sorpresa algo que le calienta terriblemente: mi aroma más íntimo.
Llegué a su despacho al final de la jornada, sus asistentes ya se habían retirado, nos saludamos protocolarmente y me señaló uno de los sillones dispuestos frente a frente. Se sentó en el otro, entrelazó los dedos sobre su estómago y se dispuso a observarme.
De espaldas a él, me levanté la apretada falda muy lentamente, la arrollé en las caderas y enganché los pulgares en la cintura de mi tanga para bajármela muy despacio, inclinándome hacia adelante sintiendo sus ojos clavados en mis ancas, hurgando entre mis nalgas intentando ver el agujerito que se mantenía oculto y protegido entre los cachetes.
Recién cuando me la hube quitado me volví con mi prenda íntima en la mano, la llevé a mi rostro para sentir mi propio aroma.

-Disculpe doctor, pero he transpirado durante el día y también me he excitado cuando hablamos por teléfono, sin contar que hice pis un par de veces, o sea que mi calzón en verdad tiene olor a hembra y a concha. Pero a usted le gusta, verdad? y se la arrojé intentando acertar su cabeza.

La abarajó en el aire y se la llevó directamente al rostro, aspiró lentamente, como embriagándose con mi perfume natural y buscando el fondillo le pasó la lengua como intentando rescatar algún rastro de mis secreciones.
Con una mano se desprendió el cinto, abrió su pantalón y permitió que emergiera su divina verga semi dura que asomó cabeceando como buscando aire afanosamente.
La acarició con una ternura increíble que hizo erizarme completamente ya que por el camino me vine haciendo la cabeza e imaginando cosas que me mantuvieron calentita y en baño maría. Sentada, con las piernas abiertas al máximo, despatarrada en sillón le mostré mi concha húmeda, con los labios hinchados que separé delicadamente apenas rozándolos para dejarle entrever el brillo interior a lo largo del tajo vertical.
-Dr. Le concedo permiso para aspirar directamente en la fuente, si usted lo prefiere

Se iluminó el rostro y un segundo después estaba en cuatro patas como un felino, cuidándose de no tocarme pero queriendo tragarse todo el aliento que manaba de mi concha caliente. Sentí en la piel cada vez que aspiraba con los ojos cerrados, disfrutando cada átomo de mi aroma que le llegaba hasta el cerebro.
-Está bien, ahora deténgase y espere en esa misma posición me levanté, giré sobre mi mismo y dándole la espalda, me arrodillé en el sillón con las rodillas separadas y abriéndome las nalgas con las manos.
-Mire el agujerito, vea el culito que tanto le gusta, aspire su aroma por favor!!
Sin poder ver su accionar sentí su aliento y el poder de sus narinas que sentí casi rozándome el culo, aspirando con una fuerza y una pasión notables.
-Basta doctor, ahora le concedo una única lamida, puede pasar la lengua solo una vez como le plazca.
Entonces fui yo quien cerró los ojos e hice fuerza para no caerme al piso cuando sentí la húmeda y caliente caricia de su lengua aplastada contra mi concha que subió aplastada contra mi carne por sobre los labios, la vagina, el perineo y se ancló en el centro de la margarita. Mi culito y yo enteramente, temblábamos de tanto placer.
-Basta doctor, ahora vuelva a su lugar y proceda a pajearse, le doy 30 minutos, no más.!
Volví a mi posición de exhibicionista, con las piernas sobre los posa brazos del sillón, con el sexo mojado y brillante que era el blanco de sus miradas mientras se la sacudía con ternura.
Abrí mi blusa dejando el seno izquierdo a la vista, me toqué el pezón, lo acaricié con la yema de los dedos, lo apreté formando una pinza con el índice y el pulgar hasta sentir un leve dolor y me quejé lastimosamente, me pasé la lengua por los labios y lo miré lujuriosamente.
El se masturbaba con una pasión intensa, los ojos clavados en toda mi figura, escrudiñando mi concha y todo mis movimientos. Saqué la otra teta, pero esta vez utilicé otro lubricante, baje mi mano derecha hasta mi concha, hundí en el centro del tajo mis dedos centrales y los retorné para untar el pezón y me puse a acariciarlo en círculos, sintiendo mi temperatura subir constantemente, invadida por un placer intenso y morboso porque lo estaba compartiendo con aquel hombre maduro que se estaba cascando como un adolescente, con los ojos nublados, la boca abierta y la mano muy ágil y sabia.
Disfrutamos de nuestras pajas por separado pero compartidas, gemíamos como animales heridos, entrecruzábamos miradas morbosas cargadas de lascivia, intuyendo que ya no resistiríamos mas tiempo con los juegos cada vez más peligrosos, cada vez mas intensos.

-Doctor, creo que me acabo en pocos segundos, y usted?
-Me estoy reteniendo como puedo, ya no puedo resistir, en cualquier momento será demasiado tarde y no podré impedir que se me venga toda la leche!

Entonces quise regalarle mi propio orgasmo para que lo observara antes de acabarse.
Me acariciaba los labios y el clítoris con mi mano derecha, por momentos me penetraba la vagina y alternaba con ensebar y tocar el capuchón del clítoris hasta presionar con mucha ternura el pequeño guisante. Con la mano izquierda recogía mis jugos en los dedos y me los llevaba a la boca para saborear el manjar de los dioses.
Me cuenta que mi doctor ya estaba en las últimas, sacudiéndose como un poseso y mirando mis juegos cochinos, entonces decidí apresurar mi clímax.
Me llevé la mano izquierda empapada por debajo del muslo de ese lado, con el pulgar ayudé a separar la nalga y con los centrales me mojé el culito que palpitaba nervioso adivinando lo que se venía. Volví a la fuente a untar especialmente el dedo mayor que luego apuntó al centro de mi florcita trasera, presioné contra la resistencia del músculo hasta que finalmente cedió, medio dedo se clavó directamente en mi culo, cuando sentí un estremecimiento en todo el cuerpo, de inmediato realicé un movimiento de mete y saca conjuntamente con la mano derecha manipulando en la concha y dándome a saborear mi propio sabor hasta que el mundo explotó. Mi cuerpo se convulsionó, parecía haber recibido una descarga eléctrica, algo se aflojó dentro de mi y aumentó considerablemente la secreción de mis fluidos que me dejaron la concha echa una sopa.
Entreabrí los ojos aún sin fuerzas, dominaba por esa languidez post orgasmo y logré acompañar los últimos pajazos del doctor antes del final. Se quejaba como un moribundo, proyectando la pelvis hacia adelante, con su mano derecha acelerando permanentemente hasta que se oyó un estertor y lanzó simultáneamente un chorro de semen, al que siguieron otros, más cortos y más débiles. Se vació completamente, su mano se detuvo, suspiró estrepitosamente y se dejó caer apoyando la espalda en el sillón, le corría un hijo de semen del glande, la verga yacía contra el asiento medio encorvada, perdiendo la rigidez rápidamente, sus ojos me miraron sonriendo, su boca apenas resopló y aún tuvo fuerzas para lanzarme un beso. JULIETTE

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J
jacob_8797714
4/8/13 a las 2:26

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