Foro / Pareja

Llameémosle guzmán.

Última respuesta: 1 de mayo de 2008 a las 2:03
R
rus_7293253
30/4/08 a las 17:41

Habíamos sido novios en el colegio, pero mi familia no aprobaba la relación. Yo era la típica niña bien, bonita, inocente y de colegio de pago. Excelente en los estudios, excelente en todo lo que hacía. Él era de clase humilde, pero honrado y muy trabajador, y sobre todo muy inteligente. Por razones que no vienen al caso, había perdido un poco el rumbo y se había convertido en un macarrilla, problemático con los padres, problemático en la escuela y repetidor de curso.

Nos conocimos a mis 15, cuando el rozaba los 18. Fue una relación condenada desde sus inicios, prohibida y peleada. Pero fue mi primer amor. La estrecha vigilancia de mis padres forzó la ruptura y la universidad separó nuestras vidas.

Pasó el tiempo y comencé una relación con un buen chico, de buena familia y que aprobaron mis padres. Al acabar la carrera y volver a mi ciudad, mis padres relajaron su estrecha vigilancia sobre mi, me sabían enamorada de mi pareja.

Lo que nadie intuía es lo que la fortuna me deparaba. Por pura casualidad nos reencontramos una noche de fiesta. Me alegró verle. Se veía más guapo que de niños, con las facciones masculinas más definidas y marcada, pero con esos ojos color mar que me habían enloquecido, aún intactos. El corazón me dio un brinco.

Las casualidades se fueron repitiendo con más asiduidad, hasta que empezamos a quedar. Me reconfortaba su presencia. Me alegraba la noche con su buen humor y me sentía querida. Me encantaba ser su amiga. Adoraba las charlas de todo y de nada junto a una cervecita fresca. Me ayudaban a sobrellevar la distancia con mi pareja.

Una noche el alcohol me jugó una mala pasada y él se ofreció a acompañarme a casa. No se si fue efecto del alcohol o de mis deseos más ocultos, pero le besé. Le besé y le conté mis sentimientos. Nunca lo había dejado de querer. Lo tenía anclado a mi corazón. El conmocionado me confesó que le pasaba lo mismo. Al hablar de lo que escondían nuestros corazones se nos saltaban las lagrimas. Nos sorprendió el día confesándonos y disfrutando de esos momentos robados a nuestras parejas.

A pesar de lo que la razón me gritaba, quedé con él y me dejé llevar por mi corazón. Tras el humo de un chocolate caliente estudiamos la situación. Mi familia jamás admitiría nuestra relación, y yo no tenía el valor suficiente para enfrentarme a ellos, ni para dañar a ese hombre tan bueno que era mi pareja. Pero lo amaba, con la locura de la adolescencia ya tardía. Plenamente consciente de mis sentimientos.

El estaba solo en casa, allí hablaríamos más tranquilamente, sin la gente mirando las lagrimas furtivas que recorrían nuestras mejillas. Hacía años que no entraba en aquella casa, pero el simple olor me devolvió de golpe todos los recuerdos reprimidos. Mi primer beso, el dolor de no poder hablarle al cruzarnos en la calle, mi primera vez. La separación forzada,.... Los recuerdos me abrumaron y las lagrimas volvieron a brotar de mis ojos. Y me besó. Con la dulzura infinita del primer amor, ese amor inocente, adolescente. Y me dejé llevar por su beso, buscando recuperar los años perdidos.

Aplique mis conocimientos adquiridos, lo que el me había enseñado y lo amé.
Besé su rostro, sus manos, sus ojos, sus lagrimas, sus labios. Acaricié ese cuerpo, nuevo y viejo conocido. Mis manos buscaron su miembro. El escalofrío recorrió su cuerpo y contagió al mío.
Nuestras manos se entrelazaban sobre nuestros cuerpos, encendiendo la pasión. Sus besos recorrían mi cuello, mi escote y sus manos jugaban con mi sujetador. Me quite la camisa, el sujetador y me entregué a él. Sentía sus ardientes labios sobre mi piel. Desabroche mi pantalón y le ayudé a retirármelo. Sus besos bajaron y se concentraron en mis piernas. Me cogió en brazos y me metió en su habitación, depositándome sobre la cama.

Besó mis labios, besó mi cuello y sus besos bajaron a mis pechos, mi tripita y mi sexo. Se concentró en darme el mayor placer del mundo. Suaves besos sobre la vulva, el clítoris, caricias justas y explosivas. Su certera lengua me llevó al climax antes de ser consciente de lo que hacía.

Después de mi placer, busqué su miembro para intentar emular su maestría conmigo. Con picaros besitos subí su temperatura y con caricias suaves acompasadas elevé su miembro. Cuando aquello había adquirido un tamaño importante lo metí dentro de mi boca, todo entero. Y succioné, y chupé y lamí y metí y saqué.

Antes de llegar al climax, me paró, me recostó en la cama y se montó encima de mi. Poco a poco, con todo el amor del mundo me penetró. Sentí su miembro dentro de mi, y una lagrima fugaz cruzó mi rostro. Lo amaba, que iba a hacer con mi vida?

El intuyo mis pensamientos, me susurró que me amaba, que no pensara en nada más allá del ahora, del momento que compartía con él. Me dejé llevar por mi deseo y de la forma más bonita nos amamos. , se nos aceleró la respiracío, aumentamos el ritmo hasta alcanzar un climax conjunto.Jamás había pensado en alcanzar un orgasmo tan dulce. Hasta entonces, mis encuentros habían sido apasionados, fogosos y los climax explosiones dentro de mi cuerpo.

Abrazados nos dormimos. El carrusel del reloj de la iglesia nos despertó y nos devolvió a la realidad. Yo volví a mi mundo. El al suyo. Amándonos, pero conscientes de la distancia que nos separaba...

Te amo mi ángel, hoy y siempre, aunque los nuestros sean unos labios compartidos.

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J
jolita_5935485
30/4/08 a las 17:56

Me encanto!!!
nada mas dulce, tierno y pasional que hacer el amor con la persona amada...

J
jazmin_5612035
1/5/08 a las 2:03

Sensacional
me gustan todos tus relatos sigue escribiendo me encanta leerlos

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