La posibilidad que he tenido de interactuar con chicas me ha hecho pensar en su innegable fragilidad, el solo hecho de tomarles la mano, esa parte suave, exquisita, con cualquier cambio de temperatura varían, es curioso, apenas si soplaba el viento y ella ya tiritaba de frió.
Abrazarlas y confortarlas, es un privilegio poco superable talvez solo por el candor de sus besos, y oírlas hablar, ese timbre femenino que invita a escucharlas, y sus senos, no me deja de sorprender la naturaleza de los mismos, sea cual sea la forma, cubrirlos, mimarlos, recorrer esa piel tan fina, terminar besando su parte mas sensible "la cereza del martini".
Y su sexo me recuerda una mariposa, en similar apariencia, gracilidad y movimiento. Entrar allí hace sentir caricias de una especie muy particular, de esa especie de frutas que despiden un aroma delicioso que al comerlas el paladar queda gratamente agradecido.
Pero aquello que mas llama mi atención es su psicología sumamente susceptible, con ligeros cambios en la marea ya se enojan, se callan, te ignoran, hay veces no se que hacer, sin embargo para ello solo hay que reaccionar con paciencia, ya se les pasará.