Encuentro sensual
Me presento, me llamo Julien Sorell, como indica mi nombre, mi ascendencia es francesa ya que el origen de mi padre es ese, aunque yo soy nacido en España, concretamente en la bonita ciudad de Valencia, en la luminosa costa mediterránea. Mi padre, en uno de sus muchos viajes, se enamoro de una hermosa mujer de esta tierra, la que posteriormente me engendró a mí, es decir mi maravillosa madre, y decidió organizar su vida personal y profesional aquí, nunca se lo agradecí lo suficiente. Por desgracia mis padres ya fallecieron y quede como unico heredero de una saneada y prospera empresa de importación y exportación.
Yo en este momento tengo 52 años, muy bien llevados por cierto, tengo una posición económica muy cómoda que me permite mantener un alto ritmo de vida con el horizonte totalmente despejado. Me gusta mantenerme en forma y para ello no reparo en esfuerzo ni en gastos. Además de hacer musculación diaria y yoga, suelo ir a correr asiduamente a la playa, me encanta, voy temprano, a las ocho y media ya estoy allí. No necesito ningún equipamiento ya que corro solo con bañador, voy descalzo, me gusta sentir la arena, como se crea un efímero modelado por la presión de mis pisadas y como mueren las olas contra mis pies. Una ventaja de correr en la playa es lo sugerente del lugar, tanto por el paisaje natural como por el humano, el lugar es muy agradable, esta muy cerca de mi casa, solo un corto paseo en coche y te encuentras con el limpio horizonte marí!@#*!.
A la temprana hora que voy hay poca gente, un grupo de madrugadores jubilados y algún bañista. Aún así puede ser que te encuentres con alguna presencia motivadora, me refiero a que no soy en único que recorre la playa. En los meses de Julio y Agosto es cuando más compañía tengo, y alguna muy agradable, es el caso de dos hermosas hembras con las que me suelo cruzar, ya que el tramo de playa lo repito unas diez veces corriendo y estas bellezas lo hacen andando a paso ligero durante el mismo tiempo que yo son innumerables las veces que nos cruzamos, unas veces frontalmente y otras las alcanzo por detrás. No se que tipo de encuentro prefiero, las dos chicas son esculturales, altas y esbeltas, la mayor rubia, melenita años 60 con algún toque de modernidad, grandes ojos capaces de beberse toda la luz levantina, boca sensual con labios carnosos, largas y firmes piernas concebidas para recorrer todos los caminos de la tierra, eternas y sensuales caderas, esplendidos pechos capaces de calmar el hambre y el deseo del mundo. La otra chica es algo más joven, pelo largo y castaño, ojos inteligentes, picaros y traviesos, elegante nariz y boca en la que resalta la nívea dentadura en constante exhibición al estar enmarcados por unos alegres y risueños labios. Caderas curvilíneas de perfecta geometría, todo este regalo de los sentidos sustentado por unas interminables piernas. Esta embriagadora visión la contemplo al cruzarnos frontalmente, cuando el encuentro es por detrás me cuesta adelantarlas, preferiría seguir el ritmo de ellas, quedarme atrás y llorar de felicidad. Visten unos elegantes bikinis con la virtud de dejar algo para la imaginación. Se adivina un origen divino de estas beldades de las que reconozco estar completa y totalmente enamorado.
Ya he comentado que a pesar de mi edad tengo un envidiable cuerpo, 1,85 cm de altura, 75 kg. sin un gramo de grasa, marcados músculos pectorales y abdominales, robustas y maratonianas piernas, atractivo rostro, abundante y completa cabellera con seductoras sienes plateadas. Por eso no es raro el encontrarme con furtivas miradas femeninas, es lo que me ocurría al cruzarme con mis musas, yo no podía evitar el miralas y mostrar mi mas cautivadora sonrisa, de ellas notaba unas insinuantes y picaras miradas que me hacían correr con mas ganas para acortar el tiempo hasta el nuevo y fugaz cruce de miradas.
Normalmente, después de una hora corriendo suelo dedicar un largo rato a nadar placidamente y 4 disfrutar de estas aguas trasparentes, al salir fel agua me tumbo en la toalla hasta secarme y cuando empieza el sol a castigar con su abrasadora verticalidad tomo el camino de vuelta a casa. Siempre me suelo colocar en la misma zona, algo distante de las hermosas caminantes. Seguramente por una cuestión de magnetismo, el espacio entre ellas y yo se iba reduciendo, en esta playa de ensueño no suele haber aglomeración y es fácil elegir libremente tu espacio, así ocurrió que terminamos estando a pocos metros de separación, hasta el punto de poder oírlas hablas, he dicho bien oírlas que no entenderlas ya que el idioma delataba el origen eslavo de las encantadoras paseantes, confirmado por la blancura de su piel, similar a la lechosidad de una patata recién pelada. Esto hacía que no pudieran soportar excesivamente la refulgencia del astro rey.
La hora de irnos era similar, a veces las encontraba en la parada del autobús de vuelta a casa. Un día que el sol castigaba más de lo habitual me acerque en mi auto a la parada y les propuse llevarlas a su casa, se miraron interrogativamente y aceptaron mi invitación, no tenía que desviarme demasiado. Ya tenía el camino despejado, ya podía empezar a conocerlas y no tardaron en soltarse. Me confirmaros su origen ruso, la mayor se llama Nastasia y Aglaya la menor, les pregunte su patronímico y al saber que era Ivánovna quede sorprendido al tener coincidencia con algunos personajes de Dostoyevski y es que su padre, al igual que yo, es un gran admirador del genial escritor y de su famosa novela protagonizada por el principe Myshkin. Tuve que reconocer la singular coincidencia, al igual que en mi caso ya que Julien Sorell es un personaje de Stendhal de su novela Rojo y Negro, en este caso era mi madre la admiradora del genial creador, estaba claro que esto era premonitorio, tenía que dar frutos.
De esta manera continuamos un tiempo, no solo coincidíamos en los recorridos, también nadábamos juntos y juntos tomábamos el sol. Yo no quería forzar la situación, ya caería la fruta cuando estuviera madura y eso no tardo en ocurrir.
Un miércoles de Agosto me sorprendió ver unicamente a Nastasia, me comento que Aglaya tenía que examinase del carnet de conducir. Ese día quiso correr a mi lado, sus portentosas y largas piernas me hicieron sufrir más de lo que yo pensaba. Nadamos juntos sin esforzarnos en evitar roces fortuitos, yo la notaba en mi espalda con sus increíbles pechos, no podía ser casual, pero le dejaba la iniciativa, al intentar salir del agua quede bloqueado al sorprenderme con una potente e indiscreta erección, ella soltó una risita cargada de lascivia.
En el camino de vuelta a su casa la conversación fue más animada de lo habitual y cuando llegamos a su dirección me hizo una estupenda propuesta.
-Julien, no has traído a casa en muchas ocasiones y no te lo he agradecido como debo, quieres subir a mi apartamento y nos tomamos algo fresco y charlamos.
-De acuerdo -dije yo disimulando mi euforia- Pero no me debes nada, lo hago con sumo placer.
-El que te debemos mi hermanita y yo, lastima que hoy no este aquí para demostrarte su gratitud.
-En cualquier caso no estáis obligadas -dije- Pero si insistes.
-El pueblo ruso es muy hospitalario y nosotras no te vamos a defraudar.
Subimos en el ascensor directamente al cielo, es un ático estupendamente decorado que demuestra el buen gusto de mis anfitrionas y una cierta solvencia económica.
-Julien, refrescate y date una ducha rápida, en el baño te he dejado una bata y unas zapatillas para que estés como en tu casa, yo mientras preparo un aperitivo.
-De acuerdo, me hace falta, todavía tengo restos de arena y sal, te lo agradezco.
Me metí en el baño y disfrute de una agradable ducha, preferí hacerlo con agua fría, ya que mi excitación iba en aumento al encontrarme a solas con esta espectacular mujer, no quería equivocarme y confundir lo que era simple hospitalidad con una cita salaz y perder la amistad, así que decidí que fuera ella la que dirigiera la situación, además estábamos en su casa.
En pocos minutos ya estaba fuera con una suave bata de seda y unas cómodas zapatillas, se entenderá que sin ropa interior ya que no disponía de ella. Sorprendido quede cuando cuando salimos a la enorme terraza, una pequeña mesa junto a un cómodo sofá, estaba repleta de toda clase de delicias , desde varios tipos de queso hasta una selección de fiambre, todo por supuesto de origen ruso, afortunadamente hay tiendas gourmet especializadas en la alimentación de cualquier zona del mundo. En la terraza abundaban todo tipo de plantas que proporcionaban una sensación de libertad natural, es decir, el hábitat proponía respetar unicamente las leyes de la naturaleza. Nastasia se acerco hacía mí ofreciéndome una refrescante Baltika, cerveza muy popular en rusia.
-Es la cerveza que suelo tomar en mí país, ahora por la globalización pertenece a un importante grupo danés, espero que te guste. Tomala tranquilo, ahora me toca a mí y voy directa a la ducha.
No era en esa clase de “glovalización” en la que yo pensaba cuando se acerco a mí haciendo alarde de su impactante presencia. Francamente quede algo aturdido, parece que va a ser algo más que una mera demostración de hospitalidad.
La impaciencia me impedía saborear la bebida relajadamente, picoteé de los manjares expuestos, y esperé durante quince minutos que se me hicieron eternos. La espera ha valido la pena, Nastasia me deja impactado con la ropa que llevaba, una camiseta ajustada y cortísima que marcaba los senos dejando ver la parte inferior de los mismos al mínimo movimiento, complementado por unos eróticos mini shorts ajustados a sus insinuantes caderas. Siempre intento mirar a los ojos a la persona que me está dirigiendo la palabra, en este caso me fue completamente imposible, quede hipnotizado, pero haciendo un gran esfuerzo, me contuve intentando disfrutar de este especial momento. Yo estaba sentado en el sofá y ella se puso de rodillas sobre el y dándome un fuerte beso en la mejilla me dijo:
-¿Sabes que eres muy atractivo? Supongo que sí, te lo habrán dicho muchas mujeres, tienes un estupendo cuerpo, pero lo mejor de ti es la forma en la que nos has tratado, se nota el deseo que sientes hacia nosotras, pero a pesar de eso y de que nos has tenido a tu lado casi desnudas en infinidad de ocasiones en la playa, nunca te has propasado. Hoy te voy a dejar que lo hagas, lo estoy deseando y hay que aprovechar las ocasiones cuando se presentan.
Yo no dije nada, la estreche entre mis brazos y la besé largamente, nuestras lenguas luchaban por devorarse mutuamente. Me separé un poco para poder visualizar sus perfectos pechos y subí la mini camiseta dejandolos completamente al aire, me perdí en ellos, los acaricie lentamente, lamí y mordisqueé sus pezones. A mí ligera bata la sujeta unicamente un cinturón de tela, me era imposible disimular la incontinente erección y Nastasia inmediatamente se fijo en ello, no dejando pasar la ocasión, sus manos se apoderaron de tan noble apéndice y empezó a masturbarlo con lentamente. Como se comprenderá yo no la retuve, -quiero prolongar este momento todo lo que pueda, quiero que tu goces primero- Le dije. Le termine de quitar la camisetita e hice lo mismo con el pantalón tumbándola en el sofá, sobre ella comencé a besarle los ojos, la boca, el cuello, volví a saciarme en sus pechos y continué con el ombligo, di un salto y llegue a los pies, lamí lentamente sus dedos. Empezó el proceso ascendente y me deleité con sus pantorrillas, sus rodillas, me perdí entre sus muslos y por fin toque el cielo.
Mi lengua exploro todos los rincones, saboreo todos sus jugos, llego a asustarme las contorsiones de sus caderas, tenía unos espasmos que me hacían inferir que su gozo era total. Introduje mi dedo indice en su vagina haciendo lentos y sugerentes movimientos, mi lengua comenzó una larga conversación con el clítoris intentando convencerlo que se dejara hacer, y se dejó. La giré colocando su espalda hacia arriba y levante sus caderas, su trasero se me ofreció como una flor abierta y no pude evitar hacer una furtiva incursión con mi lengua en el segundo orificio mejor guardado, este también exigía una visita de mi dedo en este caso fue el corazón el que le entregué.
Nastasia era incapaz de controlar la exteriorización de su placer, sus gemidos podrían hacer pensar a la vecindad, tanto en el placer como en el dolor, lo cual llego a asustarme. Cuando note la suficiente dilatación del esfínter, la embestí intentando combinar ternura y bravura, creo que lo conseguí porque los gemidos y el enloquecido movimiento de caderas eran incontinentes. Julian, no termines ahí, quiero saborear tus jugos -me dijo ella- Quiero devolverte el placer que me has dado.
Se volvio hacia mí y me miro dulcemente, me beso con deseo y ternura, tumbado hacia arriba, Nastasia comenzó a acariciarme con una mano los testículos y con la otra el pene, enseguida cambio la técnica y comenzó a lamer y chupar con devoción. Ella también hizo una incursión en mi ano y de sus dedos también me entrego el corazón y ese gesto que en principio atacaba mi virilidad me produjo tanto placer que me avergonzaba reconocerlo. El ritmo de su “corazón” estaba totalmente acompasado con el de su boca, llego un fuerte estremecimiento que me agito todo el cuerpo acompañado de una desbordante eyaculación que Nastasia no pudo retener, no se rindio y lo que no pudo tragar en el primer momento lo lamió después.
Que maravillosa experiencia, la vida no sería nada sin el amor, convencido estoy que la mayoría de los éxtasis de nuestros místicos son realmente experiencias sexuales en soledad, el clímax convertido en oración, el onanismo involuntario, la libido reprimida, el orgasmo celestial.
Nos besamos tiernamente abrazados, en ese momento oímos unos pasos trotando alegremente, no podía ser más que Aglaya, y efectivamente era ella, salio a la terraza sin vernos y loca de contenta gritando que había aprobado el examen, ya tenía carnet de conducir. Por fin nos vio desnudos y abrazados, se paró algo desconcertada, su rostro cambio y de una risa ingenua de alegría paso a una insinuante y picara sonrisa. Nos observo detenidamente, nosotros la dejamos hacer, cuando ya tenía asimilada la situación se le iluminó la cara y dirigiéndose a Nastasia le dijo que le parecía injusto, hasta ahora lo habían compartido todo y Julien, ya lo habían hablado, era para las dos.
-Y lo es tontina -contesto Nastasia- solo estamos en el aperitivo.
Yo no sabía que pensar, he tenido una amplia vida sexual, pero jamas había vivido una situación como esta, parece que se me presentaba un reto del que no sabía si saldría airoso, pero estaba deseando comprobarlo.
-Sacad unas cervezas, voy a ponerme cómoda -dijo Aglaya- En un momento vuelvo.
Como ya me sentía de la casa, fui yo al frigorífico a por tres Baltikas bien frías, salí y esperé disimulando la impaciencia por la vuelta de mi traviesa amiga. La recibimos con verdadera alegría Nastasia y yo, apareció con un cortísimo vestido, amplio y cómodo, pero que mas parecía una prenda de torso que un vestido completo. El vestido era blanco, no tenia mangas pero si un gran escote, y las braguitas, que era imposible no exhibir con tan menguada prenda, eran del mismo color, realmente Aglaya es el erotismo personificado.
Ahí estaba yo, una preciosa terraza con abundante vegetación, dos hermosísimas mujeres dispuestas a no dejarme una gota de mi esencia viril y todo el tiempo para disfrutarlo. Nastasia comenzó a atacar por el flanco derecho, introdujo su lengua en mi oreja, mordisqueaba mi lóbulo y a la vez acariciaba mis testículos. Aglaya copio la idea, mi oreja izquierda sintió su lengua y con la mano comenzó a masajear mi pene que ya había recuperado toda su firmeza, yo acariciaba sus turgentes pechos, comencé a chuparlos con avidez pasando de una hembra a la otra con la codicia de un usurero. Aglaya no pudo contenerse y acerco su boca a mi pene, se lo trago irremisiblemente, lo succionaba con glotonería, tuve que sujetar la cabeza para que sus movimientos fueran un poco mas calmados, yo volvía de una batalla repentina y ahora quería disfrutar cada segundo, necesitaba gravar en mi mente todos y cada uno de los momentos para poder levantar acta de su veracidad.
Nastasia, sintiendo la sana envidia de todas las hermanas, y se lanzo a saborear del mismo plato del que comía Aglaya. Como dos consumadas felatrices atacaron cada una en zonas diferentes, mientras la tierna juventud engulle el bálano con fervor, la experimentada madurez realiza una acción más sofisticada lamiendo desde el escroto hasta donde lo permite la fraternal boca de Aglaya, cada una con movimientos diferentes pero totalmente sincronizados.
Conseguieron que de ateo pasase a ser fiel creyente, tanta buenaventura tiene que ser obra divina.
Mis manos recorrieron sus espaldas bajando por ellas hasta alcázar los húmedos sexos y comenzó un simétrico jugueteo, tratando de ser imparcial al repartir placer, así estuvimos unos minutos y tratando de retrasar la eyaculación que martilleaba mis testículos, cambie de posición e hice que Nastasia se tumbase hacia arriba y con las piernas abiertas y Aglaya hiciese lo mismo pero encina de su hermana con el fin de que sus pubis coincidieran en la verticalidad, le pedí a la menor cierta oblicuidad para poder ver sus rostros, yo me arrodille entre sus piernas y comencé a lamer el esfínter, vulva y clítorios de Nastasia, y continuando el recorrido por el esfínter, vulva y clítoris de Aglaya, lo hacía levemente, apenas rozando con la punta de la lengua. El viaje lo hacía de abajo a arriba y de arriba abajo, las oía gimotear de placer hasta alcanzar el orgasmo. Manteniendo ellas la misma posición me incorporé y comencé a penetrarlas haciendo el mismo recorrido que anteriormente hizo mi lengua, comencé con el ano y vagina de Nastasia, y continué igual con Aglaya. La maniobra la repetí varias veces, acariciaba los pechos de mis beldades con ternura. De repente un movimiento espasmódico empezó a recorrer mi pelvis acompañado de una presión testicular y un irrefrenable cosquilleo se apoderaba de mí, provocando un inefable placer que ha de ser lo más parecido a atravesar las puertas del cielo. Ellas no permitieron que se perdiera ese maravilloso elixir y rápidamente se incorporaron, chuparon mi verga repartiendo como buenas hermanas la lava que brotaba de mí Vesubio en erupción.
Los tres nos quedamos durante unos minutos en una situación de arrobamiento difícil de describir, Aglaya me atrajo adelantando su pueril cadera con un gesto alegre y deliciosamente obsceno, nos besamos amorosamente juntando las tres bocas con sus respectivas lenguas y saboreamos nuestra lubricidad apasionadamente. Al fin nos soltamos y planteamos una cuestión más prosaica.
-Hemos de reponer fuerzas, nos merecemos una comida -comento Nastasia- así que desnudos como estamos nos ponemos los delantales y vamos a preparar una típica comida rusa.
Dicho y hecho, al rato estábamos degustando una sabrosa sopa fria de remolacha llamada “Borsht” y unos pastelillos de pescado de nombre “Kulebyaka” acompañado de la autentica ensaladilla rusa “Salat Olivier” En el vino no quise arriesgar y saboreamos un exquisito “Utiel-Requena”
-Entonces, a partir de ahora y disponiendo de carnet de conducir ya no hará falta que os traiga de vuelta a casa -dije yo.
-Al contrario a partir de ahora nos veremos más, porque vamos a ir a tu casa a por ti -dijo con autoridad Aglaya,
Y así fue, nuestras voluptuosa lascivia continuo al siguiente fin de semana, ya en mi casa, pero eso es otra historia.
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Me presento, me llamo Julien Sorell, como indica mi nombre, mi ascendencia es francesa ya que el origen de mi padre es ese, aunque yo soy nacido en España, concretamente en la bonita ciudad de Valencia, en la luminosa costa mediterránea. Mi padre, en uno de sus muchos viajes, se enamoro de una hermosa mujer de esta tierra, la que posteriormente me engendró a mí, es decir mi maravillosa madre, y decidió organizar su vida personal y profesional aquí, nunca se lo agradecí lo suficiente. Por desgracia mis padres ya fallecieron y quede como unico heredero de una saneada y prospera empresa de importación y exportación.
Yo en este momento tengo 52 años, muy bien llevados por cierto, tengo una posición económica muy cómoda que me permite mantener un alto ritmo de vida con el horizonte totalmente despejado. Me gusta mantenerme en forma y para ello no reparo en esfuerzo ni en gastos. Además de hacer musculación diaria y yoga, suelo ir a correr asiduamente a la playa, me encanta, voy temprano, a las ocho y media ya estoy allí. No necesito ningún equipamiento ya que corro solo con bañador, voy descalzo, me gusta sentir la arena, como se crea un efímero modelado por la presión de mis pisadas y como mueren las olas contra mis pies. Una ventaja de correr en la playa es lo sugerente del lugar, tanto por el paisaje natural como por el humano, el lugar es muy agradable, esta muy cerca de mi casa, solo un corto paseo en coche y te encuentras con el limpio horizonte marí!@#*!.
A la temprana hora que voy hay poca gente, un grupo de madrugadores jubilados y algún bañista. Aún así puede ser que te encuentres con alguna presencia motivadora, me refiero a que no soy en único que recorre la playa. En los meses de Julio y Agosto es cuando más compañía tengo, y alguna muy agradable, es el caso de dos hermosas hembras con las que me suelo cruzar, ya que el tramo de playa lo repito unas diez veces corriendo y estas bellezas lo hacen andando a paso ligero durante el mismo tiempo que yo son innumerables las veces que nos cruzamos, unas veces frontalmente y otras las alcanzo por detrás. No se que tipo de encuentro prefiero, las dos chicas son esculturales, altas y esbeltas, la mayor rubia, melenita años 60 con algún toque de modernidad, grandes ojos capaces de beberse toda la luz levantina, boca sensual con labios carnosos, largas y firmes piernas concebidas para recorrer todos los caminos de la tierra, eternas y sensuales caderas, esplendidos pechos capaces de calmar el hambre y el deseo del mundo. La otra chica es algo más joven, pelo largo y castaño, ojos inteligentes, picaros y traviesos, elegante nariz y boca en la que resalta la nívea dentadura en constante exhibición al estar enmarcados por unos alegres y risueños labios. Caderas curvilíneas de perfecta geometría, todo este regalo de los sentidos sustentado por unas interminables piernas. Esta embriagadora visión la contemplo al cruzarnos frontalmente, cuando el encuentro es por detrás me cuesta adelantarlas, preferiría seguir el ritmo de ellas, quedarme atrás y llorar de felicidad. Visten unos elegantes bikinis con la virtud de dejar algo para la imaginación. Se adivina un origen divino de estas beldades de las que reconozco estar completa y totalmente enamorado.
Ya he comentado que a pesar de mi edad tengo un envidiable cuerpo, 1,85 cm de altura, 75 kg. sin un gramo de grasa, marcados músculos pectorales y abdominales, robustas y maratonianas piernas, atractivo rostro, abundante y completa cabellera con seductoras sienes plateadas. Por eso no es raro el encontrarme con furtivas miradas femeninas, es lo que me ocurría al cruzarme con mis musas, yo no podía evitar el miralas y mostrar mi mas cautivadora sonrisa, de ellas notaba unas insinuantes y picaras miradas que me hacían correr con mas ganas para acortar el tiempo hasta el nuevo y fugaz cruce de miradas.
Normalmente, después de una hora corriendo suelo dedicar un largo rato a nadar placidamente y 4 disfrutar de estas aguas trasparentes, al salir fel agua me tumbo en la toalla hasta secarme y cuando empieza el sol a castigar con su abrasadora verticalidad tomo el camino de vuelta a casa. Siempre me suelo colocar en la misma zona, algo distante de las hermosas caminantes. Seguramente por una cuestión de magnetismo, el espacio entre ellas y yo se iba reduciendo, en esta playa de ensueño no suele haber aglomeración y es fácil elegir libremente tu espacio, así ocurrió que terminamos estando a pocos metros de separación, hasta el punto de poder oírlas hablas, he dicho bien oírlas que no entenderlas ya que el idioma delataba el origen eslavo de las encantadoras paseantes, confirmado por la blancura de su piel, similar a la lechosidad de una patata recién pelada. Esto hacía que no pudieran soportar excesivamente la refulgencia del astro rey.
La hora de irnos era similar, a veces las encontraba en la parada del autobús de vuelta a casa. Un día que el sol castigaba más de lo habitual me acerque en mi auto a la parada y les propuse llevarlas a su casa, se miraron interrogativamente y aceptaron mi invitación, no tenía que desviarme demasiado. Ya tenía el camino despejado, ya podía empezar a conocerlas y no tardaron en soltarse. Me confirmaros su origen ruso, la mayor se llama Nastasia y Aglaya la menor, les pregunte su patronímico y al saber que era Ivánovna quede sorprendido al tener coincidencia con algunos personajes de Dostoyevski y es que su padre, al igual que yo, es un gran admirador del genial escritor y de su famosa novela protagonizada por el principe Myshkin. Tuve que reconocer la singular coincidencia, al igual que en mi caso ya que Julien Sorell es un personaje de Stendhal de su novela Rojo y Negro, en este caso era mi madre la admiradora del genial creador, estaba claro que esto era premonitorio, tenía que dar frutos.
De esta manera continuamos un tiempo, no solo coincidíamos en los recorridos, también nadábamos juntos y juntos tomábamos el sol. Yo no quería forzar la situación, ya caería la fruta cuando estuviera madura y eso no tardo en ocurrir.
Un miércoles de Agosto me sorprendió ver unicamente a Nastasia, me comento que Aglaya tenía que examinase del carnet de conducir. Ese día quiso correr a mi lado, sus portentosas y largas piernas me hicieron sufrir más de lo que yo pensaba. Nadamos juntos sin esforzarnos en evitar roces fortuitos, yo la notaba en mi espalda con sus increíbles pechos, no podía ser casual, pero le dejaba la iniciativa, al intentar salir del agua quede bloqueado al sorprenderme con una potente e indiscreta erección, ella soltó una risita cargada de lascivia.
En el camino de vuelta a su casa la conversación fue más animada de lo habitual y cuando llegamos a su dirección me hizo una estupenda propuesta.
-Julien, no has traído a casa en muchas ocasiones y no te lo he agradecido como debo, quieres subir a mi apartamento y nos tomamos algo fresco y charlamos.
-De acuerdo -dije yo disimulando mi euforia- Pero no me debes nada, lo hago con sumo placer.
-El que te debemos mi hermanita y yo, lastima que hoy no este aquí para demostrarte su gratitud.
-En cualquier caso no estáis obligadas -dije- Pero si insistes.
-El pueblo ruso es muy hospitalario y nosotras no te vamos a defraudar.
Subimos en el ascensor directamente al cielo, es un ático estupendamente decorado que demuestra el buen gusto de mis anfitrionas y una cierta solvencia económica.
-Julien, refrescate y date una ducha rápida, en el baño te he dejado una bata y unas zapatillas para que estés como en tu casa, yo mientras preparo un aperitivo.
-De acuerdo, me hace falta, todavía tengo restos de arena y sal, te lo agradezco.
Me metí en el baño y disfrute de una agradable ducha, preferí hacerlo con agua fría, ya que mi excitación iba en aumento al encontrarme a solas con esta espectacular mujer, no quería equivocarme y confundir lo que era simple hospitalidad con una cita salaz y perder la amistad, así que decidí que fuera ella la que dirigiera la situación, además estábamos en su casa.
En pocos minutos ya estaba fuera con una suave bata de seda y unas cómodas zapatillas, se entenderá que sin ropa interior ya que no disponía de ella. Sorprendido quede cuando cuando salimos a la enorme terraza, una pequeña mesa junto a un cómodo sofá, estaba repleta de toda clase de delicias , desde varios tipos de queso hasta una selección de fiambre, todo por supuesto de origen ruso, afortunadamente hay tiendas gourmet especializadas en la alimentación de cualquier zona del mundo. En la terraza abundaban todo tipo de plantas que proporcionaban una sensación de libertad natural, es decir, el hábitat proponía respetar unicamente las leyes de la naturaleza. Nastasia se acerco hacía mí ofreciéndome una refrescante Baltika, cerveza muy popular en rusia.
-Es la cerveza que suelo tomar en mí país, ahora por la globalización pertenece a un importante grupo danés, espero que te guste. Tomala tranquilo, ahora me toca a mí y voy directa a la ducha.
No era en esa clase de “glovalización” en la que yo pensaba cuando se acerco a mí haciendo alarde de su impactante presencia. Francamente quede algo aturdido, parece que va a ser algo más que una mera demostración de hospitalidad.
La impaciencia me impedía saborear la bebida relajadamente, picoteé de los manjares expuestos, y esperé durante quince minutos que se me hicieron eternos. La espera ha valido la pena, Nastasia me deja impactado con la ropa que llevaba, una camiseta ajustada y cortísima que marcaba los senos dejando ver la parte inferior de los mismos al mínimo movimiento, complementado por unos eróticos mini shorts ajustados a sus insinuantes caderas. Siempre intento mirar a los ojos a la persona que me está dirigiendo la palabra, en este caso me fue completamente imposible, quede hipnotizado, pero haciendo un gran esfuerzo, me contuve intentando disfrutar de este especial momento. Yo estaba sentado en el sofá y ella se puso de rodillas sobre el y dándome un fuerte beso en la mejilla me dijo:
-¿Sabes que eres muy atractivo? Supongo que sí, te lo habrán dicho muchas mujeres, tienes un estupendo cuerpo, pero lo mejor de ti es la forma en la que nos has tratado, se nota el deseo que sientes hacia nosotras, pero a pesar de eso y de que nos has tenido a tu lado casi desnudas en infinidad de ocasiones en la playa, nunca te has propasado. Hoy te voy a dejar que lo hagas, lo estoy deseando y hay que aprovechar las ocasiones cuando se presentan.
Yo no dije nada, la estreche entre mis brazos y la besé largamente, nuestras lenguas luchaban por devorarse mutuamente. Me separé un poco para poder visualizar sus perfectos pechos y subí la mini camiseta dejandolos completamente al aire, me perdí en ellos, los acaricie lentamente, lamí y mordisqueé sus pezones. A mí ligera bata la sujeta unicamente un cinturón de tela, me era imposible disimular la incontinente erección y Nastasia inmediatamente se fijo en ello, no dejando pasar la ocasión, sus manos se apoderaron de tan noble apéndice y empezó a masturbarlo con lentamente. Como se comprenderá yo no la retuve, -quiero prolongar este momento todo lo que pueda, quiero que tu goces primero- Le dije. Le termine de quitar la camisetita e hice lo mismo con el pantalón tumbándola en el sofá, sobre ella comencé a besarle los ojos, la boca, el cuello, volví a saciarme en sus pechos y continué con el ombligo, di un salto y llegue a los pies, lamí lentamente sus dedos. Empezó el proceso ascendente y me deleité con sus pantorrillas, sus rodillas, me perdí entre sus muslos y por fin toque el cielo.
Mi lengua exploro todos los rincones, saboreo todos sus jugos, llego a asustarme las contorsiones de sus caderas, tenía unos espasmos que me hacían inferir que su gozo era total. Introduje mi dedo indice en su vagina haciendo lentos y sugerentes movimientos, mi lengua comenzó una larga conversación con el clítoris intentando convencerlo que se dejara hacer, y se dejó. La giré colocando su espalda hacia arriba y levante sus caderas, su trasero se me ofreció como una flor abierta y no pude evitar hacer una furtiva incursión con mi lengua en el segundo orificio mejor guardado, este también exigía una visita de mi dedo en este caso fue el corazón el que le entregué.
Nastasia era incapaz de controlar la exteriorización de su placer, sus gemidos podrían hacer pensar a la vecindad, tanto en el placer como en el dolor, lo cual llego a asustarme. Cuando note la suficiente dilatación del esfínter, la embestí intentando combinar ternura y bravura, creo que lo conseguí porque los gemidos y el enloquecido movimiento de caderas eran incontinentes. Julian, no termines ahí, quiero saborear tus jugos -me dijo ella- Quiero devolverte el placer que me has dado.
Se volvio hacia mí y me miro dulcemente, me beso con deseo y ternura, tumbado hacia arriba, Nastasia comenzó a acariciarme con una mano los testículos y con la otra el pene, enseguida cambio la técnica y comenzó a lamer y chupar con devoción. Ella también hizo una incursión en mi ano y de sus dedos también me entrego el corazón y ese gesto que en principio atacaba mi virilidad me produjo tanto placer que me avergonzaba reconocerlo. El ritmo de su “corazón” estaba totalmente acompasado con el de su boca, llego un fuerte estremecimiento que me agito todo el cuerpo acompañado de una desbordante eyaculación que Nastasia no pudo retener, no se rindio y lo que no pudo tragar en el primer momento lo lamió después.
Que maravillosa experiencia, la vida no sería nada sin el amor, convencido estoy que la mayoría de los éxtasis de nuestros místicos son realmente experiencias sexuales en soledad, el clímax convertido en oración, el onanismo involuntario, la libido reprimida, el orgasmo celestial.
Nos besamos tiernamente abrazados, en ese momento oímos unos pasos trotando alegremente, no podía ser más que Aglaya, y efectivamente era ella, salio a la terraza sin vernos y loca de contenta gritando que había aprobado el examen, ya tenía carnet de conducir. Por fin nos vio desnudos y abrazados, se paró algo desconcertada, su rostro cambio y de una risa ingenua de alegría paso a una insinuante y picara sonrisa. Nos observo detenidamente, nosotros la dejamos hacer, cuando ya tenía asimilada la situación se le iluminó la cara y dirigiéndose a Nastasia le dijo que le parecía injusto, hasta ahora lo habían compartido todo y Julien, ya lo habían hablado, era para las dos.
-Y lo es tontina -contesto Nastasia- solo estamos en el aperitivo.
Yo no sabía que pensar, he tenido una amplia vida sexual, pero jamas había vivido una situación como esta, parece que se me presentaba un reto del que no sabía si saldría airoso, pero estaba deseando comprobarlo.
-Sacad unas cervezas, voy a ponerme cómoda -dijo Aglaya- En un momento vuelvo.
Como ya me sentía de la casa, fui yo al frigorífico a por tres Baltikas bien frías, salí y esperé disimulando la impaciencia por la vuelta de mi traviesa amiga. La recibimos con verdadera alegría Nastasia y yo, apareció con un cortísimo vestido, amplio y cómodo, pero que mas parecía una prenda de torso que un vestido completo. El vestido era blanco, no tenia mangas pero si un gran escote, y las braguitas, que era imposible no exhibir con tan menguada prenda, eran del mismo color, realmente Aglaya es el erotismo personificado.
Ahí estaba yo, una preciosa terraza con abundante vegetación, dos hermosísimas mujeres dispuestas a no dejarme una gota de mi esencia viril y todo el tiempo para disfrutarlo. Nastasia comenzó a atacar por el flanco derecho, introdujo su lengua en mi oreja, mordisqueaba mi lóbulo y a la vez acariciaba mis testículos. Aglaya copio la idea, mi oreja izquierda sintió su lengua y con la mano comenzó a masajear mi pene que ya había recuperado toda su firmeza, yo acariciaba sus turgentes pechos, comencé a chuparlos con avidez pasando de una hembra a la otra con la codicia de un usurero. Aglaya no pudo contenerse y acerco su boca a mi pene, se lo trago irremisiblemente, lo succionaba con glotonería, tuve que sujetar la cabeza para que sus movimientos fueran un poco mas calmados, yo volvía de una batalla repentina y ahora quería disfrutar cada segundo, necesitaba gravar en mi mente todos y cada uno de los momentos para poder levantar acta de su veracidad.
Nastasia, sintiendo la sana envidia de todas las hermanas, y se lanzo a saborear del mismo plato del que comía Aglaya. Como dos consumadas felatrices atacaron cada una en zonas diferentes, mientras la tierna juventud engulle el bálano con fervor, la experimentada madurez realiza una acción más sofisticada lamiendo desde el escroto hasta donde lo permite la fraternal boca de Aglaya, cada una con movimientos diferentes pero totalmente sincronizados.
Conseguieron que de ateo pasase a ser fiel creyente, tanta buenaventura tiene que ser obra divina.
Mis manos recorrieron sus espaldas bajando por ellas hasta alcázar los húmedos sexos y comenzó un simétrico jugueteo, tratando de ser imparcial al repartir placer, así estuvimos unos minutos y tratando de retrasar la eyaculación que martilleaba mis testículos, cambie de posición e hice que Nastasia se tumbase hacia arriba y con las piernas abiertas y Aglaya hiciese lo mismo pero encina de su hermana con el fin de que sus pubis coincidieran en la verticalidad, le pedí a la menor cierta oblicuidad para poder ver sus rostros, yo me arrodille entre sus piernas y comencé a lamer el esfínter, vulva y clítorios de Nastasia, y continuando el recorrido por el esfínter, vulva y clítoris de Aglaya, lo hacía levemente, apenas rozando con la punta de la lengua. El viaje lo hacía de abajo a arriba y de arriba abajo, las oía gimotear de placer hasta alcanzar el orgasmo. Manteniendo ellas la misma posición me incorporé y comencé a penetrarlas haciendo el mismo recorrido que anteriormente hizo mi lengua, comencé con el ano y vagina de Nastasia, y continué igual con Aglaya. La maniobra la repetí varias veces, acariciaba los pechos de mis beldades con ternura. De repente un movimiento espasmódico empezó a recorrer mi pelvis acompañado de una presión testicular y un irrefrenable cosquilleo se apoderaba de mí, provocando un inefable placer que ha de ser lo más parecido a atravesar las puertas del cielo. Ellas no permitieron que se perdiera ese maravilloso elixir y rápidamente se incorporaron, chuparon mi verga repartiendo como buenas hermanas la lava que brotaba de mí Vesubio en erupción.
Los tres nos quedamos durante unos minutos en una situación de arrobamiento difícil de describir, Aglaya me atrajo adelantando su pueril cadera con un gesto alegre y deliciosamente obsceno, nos besamos amorosamente juntando las tres bocas con sus respectivas lenguas y saboreamos nuestra lubricidad apasionadamente. Al fin nos soltamos y planteamos una cuestión más prosaica.
-Hemos de reponer fuerzas, nos merecemos una comida -comento Nastasia- así que desnudos como estamos nos ponemos los delantales y vamos a preparar una típica comida rusa.
Dicho y hecho, al rato estábamos degustando una sabrosa sopa fria de remolacha llamada “Borsht” y unos pastelillos de pescado de nombre “Kulebyaka” acompañado de la autentica ensaladilla rusa “Salat Olivier” En el vino no quise arriesgar y saboreamos un exquisito “Utiel-Requena”
-Entonces, a partir de ahora y disponiendo de carnet de conducir ya no hará falta que os traiga de vuelta a casa -dije yo.
-Al contrario a partir de ahora nos veremos más, porque vamos a ir a tu casa a por ti -dijo con autoridad Aglaya,
Y así fue, nuestras voluptuosa lascivia continuo al siguiente fin de semana, ya en mi casa, pero eso es otra historia.
Saludos, vaya historia ¡, yo quisira que mis padres fueran así, por el contrario lamentablemente sufren de incontinencia y usan , y eso los tiene muy deprimido, te felicito por tu estusiasmo.