"¿eres joven, y últimamente estas de mal humor, aburrida y cansada?
¿necesitas unas vitaminas que te revitalicen, cuerpo y mente, a muy corto plazo?
Doctor Alivio, para mujeres hasta los 28, si me caes bien saldrás mejor... (unidades limitadas)"
Algo así decía el anuncio que Marina enseñó a su amiga Clara. Era extraño, no paraban de comentarlo, ¿un médico particular que te entrega vitaminas en consulta? ¿Así porque sí? Quizás fuese un terapeuta original y alternativo, pero ¿sólo pacientes femeninos?, ¿Qué significaba aquello de que si le gustabas te las daba en el acto? Quizás quisiera regalar algunas muestras de ese supuesto elixir mágico, a algunas, para así hacer publicidad y captar más clientes...
En fin, era extraño, pero venía anunciado en un sitio de confianza, por eso Marina insistía tanto a Clara a que fuese y la contase, pero ella por a o por b se negaba, desconfiaba..., hasta que aquel viernes finalmente la convenció... ¡porque te debo una, eh! fue lo que dijo. Marina la mostró su ansia de que la contase lo que era, que ya quisiera ir ella, que aprovechase que tenía tiempo, la picó aparentando envidia sana. Todo era su papel, estaba actuando...
Clara llamó al número y una voz agradable y profunda la dió la dirección y la hora. Acudió al piso, la "consulta". No había más gente, no había secretaria, no había nada de lo que se supone típico..., se mosqueó un poco, pero al mismo tiempo se tranquilizó, esa insistencia de la amiga, ese anuncio publicado sin problemas en la revista... quién sabe, pensó, no creo que pueda ser nada malo...
Hola, pasa Clara, te esperaba-dijo aquel hombre. ¿Cómo sabe usted mi nombre?-dijo Clara. Nunca, nunca desconfíes del conocimiento de un buen médico- dijo él. Tenía una casa muy bonita, reflejo de su dueño, todo era extraño, pero irresistible a la vez... ¿pasamos a consulta, o te has quedado pegada aquí fuera?-dijo el doctor.
Pasaron a la sala médica. Se sentaron en las sillas, alrededor de una mesa tan pequeña que estaban inusualmente juntos... encima de ella ponía Doctor Alivio en una placa dorada. ¿No va a tomar usted nota de mi historial, doctor?-dijo ella. No será necesario-dijo él en tono muy tajante. ¿Pone en duda mi retención de datos, señorita Clara?- dijo el doctor, ahora en tono cariñoso y risueño.
Señor Alivio, me parece usted un tipo raro, no me malinterprete... ese apellido, este modo de actuar, su humor, ahora digame para que me quede tranquila ¿Es buen doctor?-dijo ella, en un tono supuestamente serio, pero dejando ver sin querer el morbo que sentía, se estaba excitando, aunque como mujer, de momento lo disimulaba bien.
Se la quedó mirando unos largos instantes, como para contestar una de sus impredecibles ¿ironias?, y la dijo:
Te las doy. Te doy las vitaminas, me caes bien, y cumplo mi promesa. Empezemos la revisión médica.
¿no va a dejar este tío de ponerme cachonda? uff... que calentón-pensó Clara. Sí, vale doctor Alivio, puede empezar cuando desee-fue lo que le dijo.
Se la acercó y le clavó la mirada en esos ojitos verdes. Clara le dijo que no usaba gafas, el doctor respondió que era un pecado en esos ojos brillantes. Osea, jaja-disimuló, quiere usted decir que no las necesito, ¿no?-dijo ella. Necesitas Clara algo mucho mejor... ¿qué?-dijo ella, que unas gafas, me refiero-dijo él.
Siguieron. Abre la boquita que te vea la garganta, haber, saca la lengua, se la hizo sacar toda. Se sonrió el doctor como dándola a entender que ella se le estaba insinuando. La miró también las orejas y la dijo que si no se las lamían, que era bueno para la circulación. La besó en los labios, como premio por no haber dado arcadas al meterla el dichoso palito de madera, que acabó entrando por otros sitios...
Túmbate en la camilla, la dijo. Al estirarse ya no pudo disimular o esconder sus pezones tiesos. La miró la tripita, y la explicó que perdió lo de escuchar y que lo haría con su oído directamente, al colocarle la oreja se empezó a retorcer de gusto, y la deslizaba el dedo lentamente para localizar donde escuchar. Se paró en el ombligo, se lo acarició y la dijo que de momento todo estaba bien. Otro besito ahí se llevó de propina.
Pasó a revisarla la espalda. Se puso boca abajo y se liberó de toda vestidura, cintura para arriba. Comenzó deslizando los dedos para comprobar cada vértebra, pero enseguida notó algo más húmedo, sus labios por descarte...
Recorrió desde justo en la nuca toda la columna, tendremos 500 vértebras, o repitió beso en alguna... hasta que llego a la última, en su culito prieto. Ella hizo el amago de bajarse el pantalón, pero el la dijo que no interrumpiera las labores médicas. Según se iba deslizando el vaquero entre sus piernas de seda, el iba dejando un camino de saliva. Para que no se me olvide el camino, no quiero perderme-dijo la sinhueso del doctor.
Llegó a sus pies, y Clara experimentaba una morbosa dominación, mmm-pensaba, mmm-se le escapó.
No aguantó mas, se dió media vuelta, y se le vió aquel solitario tanga en su cuerpo mojadito como recién lavado, se acababa de correr, pero aún así, sin apenas deslizárselo, se llevó el dedo al clítoris, el doctor la regaño, y por niña mala la castigó. Se quitó su bata médica, y la dió un azotazo en el culo con su verga tiesa, que surgió de la bata sin más envoltorios. ahhhh-gimió en el acto.
La arrancó el pringoso tanga con los dientes, te voy a comer-dijo. Su vagina mostraba unas púas de duro pelito, que lamió a contrapelo, disfrutando de los pinchazos con que ese ansioso ... intentaba defenderse. Así eres tu-la dijo, espinosa si no te cogen el sentido correcto, pero en la dirección precisa, muy dulce...-sentenció. Así, así, lamió ahora bien, entre espasmos eso sí, otra corrida de esa maleducada vulva... se hizo notar.
Mordiéndose el labio inferior, rechinando la camilla, la vagina ardiéndola, chillando sin control, pezones erectos,... era la lengua del doctor en su clítoris.
Y tuvo el último orgasmo, el más intenso de todos. Ese fue su regalo de cumpleaños, que Marina la quiso hacer. Todo era un montaje... el anuncio, el matasanos, todo menos el gozo inesperado, todo menos descubrir sus zonas erógenas, todo menos el literal placer de vivir, cumpliendo, un añito más.
Y así fue.