Hola:
Lo cierto es que no sé muy bien cómo empezar esta charla, ni siquiera sabía el título que poner porque, mi historia como tantas otras, es una más de las que se repiten a lo largo de los días en muchísimas personas.
Lo cierto es que, hace un año, conocí a un hombre.Soy separada hace tiempo, un pelín decepcionada estaba yo de la vida cuando apareció "mi salvador" (ja,ja...me da risa llamarlo así).
Bien , pues este hombre tenía, aparentaba, toditas las cualidades que se le piden a un compañero "perfecto": alto, apuesto, simpático, culto-eso creí en un principio, tan embobada me dejó...cachiis lo que es la necesidad de hacer realidad tus imaginaciones-, atento, de ésos que te llaman a diario justo después de conocerte, para darte a entender que le has impactado ( se saben todas las estrategias para seducir a una mujer), que no han topado con otra como tú , etc.
Y yo, pues voy y me lo creo.Todavía no sé porqué me lo creí, así, a pies juntillas.Resumiendo, que yo encantada, feliz, sintiéndome la reina del mambo por haber conseguido, sin apenas mover un dedo, que un tío de semejantes características se hubiera fijado en mí y me hiciera su princesa (esto es coña,¿eh?, pero casi, vamos...
Desde el principio hubo algo extraño, no sé, algo que se intuía pero que el chaval no ponía demasiado de su parte en esclarecer: de vez en cuando desaparecía un par de días y la única recomendación era que no le llamara porque, por motivos de trabajo, estaría muy ocupado, eso, tal vez, le llevara a no poderme atender como yo merecía y, claro, iba a dar al traste con lo nuestro porque yo me mosquearía , o sea que mejor quietecita y siguiendo sus indicaciones.
A mí me parecía tan buena persona en lo demás, tan seguro de nuestra relación, tan interesado en que lo nuestro funcionara, sin dejar todo tipo de atenciones cuando estábamos juntos que le creí, no me cuestionaba demasiado nada de aquellas "escapadas misteriosas".
Sí que iba percatándome que, a medida que pasaba el tiempo, él intentaba sobresalir o destacar por encima de mí.Tengo una carrera y un buen puesto profesional, gano más que él pero, jamás, se me ocurrió dármelas de nada, nunca consideré que eso fuera importante. Ya digo, para él todo era hablar de temas que suponía que yo no dominaba y disfrutaba dejándome absorta (eso pensaba) en sus largos discursos monotemáticos.Y yo empecé a sospechar de sus "cualidades" de su aparente seguridad ante la vida y su saber estar y afrontar los marrones que la realidad te pinta de cuando en cuando.
En una de estas sospechas me encontré con que me estaba ocultando otra relación de mucho tiempo.El, para quien la fidelidad, sinceridad, lealtad eran valores subidos en lo más alto del pedestal.Y el descubrimiento fue de un modo bastante desagradable que ya contaré si viene al caso.
Por supuesto, a partir de ese momento, mi castillo de naipes se desmoronó y la decepción fue absoluta.La otra mujer era todo lo opuesto a mí, representaba todo lo que yo no he querido en mi vida: dependencia total de la pareja a todos los niveles.
Tras este rollo que os cuento sólo me queda decir aquello del refrán "Dime de qué presumes y te diré de qué careces" para no dejaros engatusar por nadie cuando proclama a los cuatro vientos que en su vida, todo está bajo control.Tras esa fachada de superman se encuentra una persona acomplejada, un pobre hombre que luchaba a diario para que eso,sus carencias, no se le notaran.Y lo más curioso es que nadie, a mí por supuesto nunca se me ocurrió porque yo creí haberme enamorado, hacerle de menos, minusvalorarle.Vamos a empezar a querernos un poco más nosotras mismas y no buscar fuera espejismos.
Nota: Sigo confiando en encontrar un tío de los de verdad, que vayan con la verdad, con toda su verdad por delante, sin miedos de ningún tipo.
Un beso y gracias por leerme.