Aventura con mi cuñada

Me separé hace un año por infidelidad de mi esposa. Entre otras cosas ella contó a sus familiares y amigos que fue infiel porque yo no la atendía sexualmente. Y es verdad. Uno descuida a su pareja y ella busca lo que necesita.

El caso es que mi reputación como varón quedó en entredicho después de la separación. A mi, aparte de la ira por la infidelidad, me daban unas ganas terribles de acostarme con todas y cada una de sus amigas para demostrarles que yo no soy ningún eunuco y que soy competente en la cama.

La curiosidad era grande entre todas las conocidas, inclusive en la familia de ella. Al principio de la separación tomaba, cosa natural, para apaciguar la ira. Y salía a tomar con una cuñada. Tomábamos, fumábamos y cada uno para su casa. Una noche, en un bar, había una dama que colocaba música en la rockola de seguido. De caderas prominentes, cintura delgada, trasero espectacular, muy esbelta, de unos 40 años, yo tengo 48, apetecible 100%. Esto me exitaba. Cuando salimos de aquel bar le comenté a mi cuñada que estaba arrecho, que el ver el trasero de esa dama me había puesto a mil y que necesitaba apaciguar mi calor. Me le acerqué al oido y le dije entre risas que si se le medía. Con risas y más risas nos despedimos. En las siguientes salidas yo tenía más confianza hasta que le propuse que estuviéramos. Ella manifestó miedo, pero justificó que si su hermana me había sido infiel, ella no le veía mucho problema. El problema era que iba a ser como si fuéramos dos hermanos, verguenza y pena.

Le puse una cita. Y le advertí que no necesariamente teníamos que hacer el amor. Que la intención era hacer el amor pero que ibamos a tomar unas copas y si ella se arrepentía, pues tomábamos y para la casa, no pasaría nada. Hablamos mucho de esto y aceptó.

El día de la cita estábamos ambos muy nerviosos. Me comería a mi cuñada! Nos vimos, elegimos un bar y pedimos una botella de licor. Cuando ibamos por la mitad me dijo sorpresivamente: ¡Vamos ya! ¡Estoy lista!

Y nos fuimos a un motel. Desenfreno total por efecto del alcohol. Sexo para mayores. Tuvo seis orgasmos esa noche. En la madrugada me confesó que lo que más la motivó era la curiosidad por saber si yo funcionaba. Quedó plenamente satisfecha.

Cuando llegó a su casa, al otro día, llebaba una cara de felicidad y satisfacción que le duró todo el día y todos se dieron cuenta lo bien que la había pasado la noche anterior. Lógicamente que no sabían que era conmigo, su cuñado.

Seguimos disfrutando del sexo como tres meses hasta que la pena y la verguenza familiar le impidieron continuar con esa aventura.

Afortunadamente fue sólo sexo, no nos involucramos, no nos enamoramos, no hubo dolor.

Hemos continuado con nuestras vidas normalmente.