Silencio, murmullos de la ciudad en la distancia y apenas el sonido de tu respiración pausada. El calor pegajoso del verano invade el cuarto, rompiendo mí sueño. Me incorporo y abro la ventana, permitiendo que una brisa suave inunde el cuarto.
La claridad de la luna ilumina las sombras, dibujando tu presencia sobre la cama. Tu cuerpo descansa de costado, desnudo, con las sabanas enrolladas como un adonis griego.
No tengo sueño, este calor me ha desvelado y la luz ha despertado algo malicioso en mi interior. Si yo no duermo, tú tampoco. Me deslizo sigilosamente por la cama hasta alcanzar tu posición y comienzo a torturarte.
Te beso en la frente, la nariz, las mejillas, los labios. Murmuras algo en sueños y te mueves. Cuando te calmas, continúo mi juego. Te beso el cuello, la clavícula, acaricio tu pecho. Algo en ti se despierta, aun cuando no eres consciente de ello. Se eriza tu piel tras mis manos. Mi lengua toma la delantera hasta alcanzar el pubis, tan bien protegido por metros de tela.
Un besito. Miro picaronamente tu cara. Aún duermes, aunque puedo sentir que hay alguien por aquí abajo que comienza a despertar. Sonrío. Cuidadosamente intento desenrollar la ropa de tu cintura (¿Cómo es posible hacer un nudo marinero con las sabanas?) Por fortuna, los movimientos de tu cuerpo me facilitan el trabajo. Aún duermes.
Acaricio con mis manos tu miembro, provocándote sacudidas por todo el cuerpo (de esta te despiertas, no, ha habido suerte), con cuidado comienzo a estimularte, poquito a poco, con mucha dulzura, minimizando tus espasmos. Mi boca ayuda a mis manos, primero besitos castos, según va creciendo tu miembro comienzo a introducirlo dentro, succionando levemente.
Tu erección ya es considerable, pero tú, aún duermes.
Con cuidado me monto sobre ti, introduciendo tu miembro en mi interior, sintiendo cada cm que recorre. Un gemido se escapa de mi boca. ¿Aún duermes?
Con delicadeza comienzo a cabalgar sobre ti, y poco a poco tu cuerpo se acopla a mi ritmo, los envites van en crescendo, comienzo a sentir el cosquilleo en mi interior que anuncia la marea de sensaciones que desemboca en un orgasmo final.
Ya no duermes, quieres más. Espérate un poquito, que ahora quien se duerme soy yo.