Un antecedente obligado: soy hombre, casado, adulto contemporáneo. Tengo un matrimonio muy lindo, muy feliz, con dos chicos hermosos que crecen sanos y fuertes. Mi esposa es una mujer entregada, bella, amorosa. Para muchos mi vida de pareja podría ser el sueño al que aspiran. Y vivo muy feliz casi todo el tiempo. Antes de conocer a mi esposa tuve una relación con una mujer que fue muy intensa emocionalmente y que no funcionó debido a conflictos emocionales principalmente de ella. Al terminar esta relación, casi inmediatamente, comenzamos con la que ahora es mi esposa y eso fue hace ya casi veinte años.
A pesar del tiempo y la distancia, el recuerdo de esa mujer sigue llegando a mi mente casi a diario. La verdad no he podido olvidarla jamás. Y me sucede que, de vez en cuando, terminamos hablando por algún motivo superfluo y vuelvo a sentir mil emociones que me confunden. Entiendo que lo que tengo es infinitamente más valioso que la emoción adolecente que me genera el recuerdo y la presencia de esa exnovia.
Hoy la tengo metida en el pecho, hoy mismo siento esa incertidumbre y esas mariposas en el pecho otra vez, como hace tanto tiempo, sensaciones que jamás pude sentir por ninguna otra.
Entiendo que acercarme a ella sería jugar con fuego, sería poner en riesgo mi matrimonio, que he cuidado como sagrado desde hace tanto. Pero a veces creo que no puedo contenerme más.