Sabado cualquiera, y tarde cualquiera, hasta que decidiste que no iba a ser asi, entre los restos aun del almuerzo acumulados en una pileta que llamaban a escaparse de allí cuanto antes, un disco acariciado por la aguja recién comprada del viernes, y un cigarro humeante colocado en cualquier sitio, sono el teléfono.
La excusa ni la recuerdo, pero a diferencia de mi, que esperaba una tarde transitada a través de la música y algo para leer en el sofá, tu tenias planes distintos, y nos citamos a la puerta de unos grandes almacenes pasadas las ocho.
Tengo que reconocer que cuando daba la vuelta al contacto de mi coche iba algo desorientado, no me habías querido decir, quizás cine, algo de tapeo, demasiado pronto para una cena en algún restaurante de nueva tendencia y demasiado frio el lugar para tomarse una copa.
Cuando llegue no pude asombrarme de ver el recinto completamente lleno, y con mucha paciencia empeze a buscar un lugar donde estacionar, sali del coche pensando en como podría encontrarte, por fortuna, habías llegado ya para abortar mi impaciencia, y esperabas justo en una de las entradas, la mas próxima a donde había estacionado.
Pronto me dijiste que tenias que hacer unas compras, que no te apetecia estar sola de tienda en tienda, era algo que no soportabas, asi que buscando en tu agenda, habías pensado que yo era una buena opción.
-Por que dije?
-Yo se porque
Y sin mas te diste vuelta y estábamos metidos en el maremoto de tiendas, alarmas, etiquetas
Me contaste de tu nuevo trabajo y de tu impulso instantáneo con la llegada de la primavera de no quedarte en casa, varios pantalones, unos zapatos nuevos y dos o tres camisas mas tarde, me miraste y me dijiste que ya solo faltaba una tienda mas, asi que entramos, y fuiste a la zona de los probadores
-Traeme lo que quieras, pero que sea blanco
Ahora entendía, tu llamada, y sobre todo tu sonrisa al decírmelo, creo que en mi cara se dibujo de la misma manera.
Mientras tu esperabas en el probador numero 5, yo buscaba entre prendas y prendas , buscando la perfecta, la única, la que realmente me hiciera volar a llevártela, me apuraba y en ansias quería que apareciera hastaque ahí estaba.
Vestido blanco, con dos tiras que te acariciarían anundandolo a tu cuello, amplio escote en la espalda, seria una segunda piel.
Al llegar a tu probador y entregártelo sonreíste
-Buena elección, sabia que no me fallarías, entra.
Comenzaste darle cuerpo a aquella tela, acariciándola entre tus manos, mientras yo me sentaba en un pequeño taburete al fondo.
No dejaste de sonreir, tampoco cuando me pediste el bolso que estaba a mi lado, sacando de el muy despacio unas media del mismo color y unos zapatos de salón, tacon de aguja, muy fino.
Senti cada una de las sensaciones, cuando las medias fueron acariciado tus piernas, hasta llegar a tus muslos, en un suave encaje de silicona que remataba en tus muslos, una vez calzada, en aquellos tremendos tacones de aguja, te giraste para ajustar tu vestido, que no alcanzaba ni a tapar los encajes, y me hablaste a través del espejo.
-Asi era como me querías?
Tus palabras, tu picardia, tus ojos mirándome a través del espejo, cada cosa y todo junto, invadieron mi cuerpo, y al lleve mi mano a la entrepierna, para que notaras lo duro que estaba, solo dijiste:
-No la voy a ver?
Desabroche mi pantalón, dejándolo en mis muslos, mi verga explotaba en mi bóxer.
Mientras no dejábamos de mirarnos a través del espejo, solo al tocarla, sentía un irrefrenable deseo de que la vieras, de cómo me la habías puesto, asi salió de mi bóxer, brillante, erguida, completamente tiesa.
La tome desde la base dejándome apoyar en el fondo de aquel probador para que tu visión fuera perfecta, la agarre con fuerza para empezar a masturbarme.
En ningún momento te giraste, te movias, te inclinabas dándome todas la visiones morbosas que alimentaran mis ganas por explotar, sin dejar de mirar ni por un segundo mi reflejo en el espejo, sentía como se me clavaban tus ojos, de la misma manera que yo deseaba clavar mi verga dentro de ti
Tu mano derecha se apoyo en el espejo, te inclinaste hacia delante, llevaste la otra mano a tus muslos y sin dejar de mirarme también tu comenzaste a masturbarte, aquel probador olia a deseo, a morbo, a sexo.
Sentia tus gemidos como tu sentías los mios, no tardaste mucho en llegar al orgasmo, me di cuenta que si a mi me había dado morbo, tu estabas especialmente caliente con todo aquello. Habia sido tu plan perfecto para nuestra tarde de sábado.
-Si lo manchas, nos lo llevamos
Con esa frase fue con la que mi verga exploto , al levantarme y regar tu culo con mi leche caliente.
Por fin te giraste y me miraste de frente, nos besamos , y volviste la mirada, para ver en el espejo como había quedado tu culo.si, nos lo llevamos, dijste.
(gracias por el morbo que me brindas en cada una de tus compras, tambien por la ayuda, en cada uno de mis relatos)