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Una historia de violencia como otra?

Última respuesta: 10 de abril de 2016 a las 2:07
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dailyn_8524957
10/4/16 a las 1:04

Hola a todo el mundo

Antes de empezar, quiero deciros que he dudado mucho de si mi historia - y mi presencia - peguen con este foro de debate. Al fin y al cabo puede ser que no es un perfil de historia - y no soy el perfil de persona - que deberían estar aquí. Para esto os escribo: para entender.

Escribo a escondida de mi pareja. Aprovecho de que normalmente voy a dormir un poco más tarde. Creo que no hay nada malo en lo que estoy haciendo pero tengo muchísimo miedo de lo que podría pasar al enterarse mi pareja. Hablo de miedo físico, de una reacción física hacia mi y de que nuestros hijos puedan ver algo de ello.

Supongo que debo comenzar desde el principio, no? Bueno se podría hacer largo.

Nos conocimos hace más de 15 años. Yo soy un poco más joven. Al principio fue todo grandioso. Me hacía siempre sentir importante aunque no lo mereciera. Yo me enamoré perdidamente en muy poco tiempo. Después de un año los primeros elementos de conflicto empezaron a surgir, y me dí cuenta de que esta persona tenía algúna pequeño problema psiquiátrico. Descubrí que fue bajo tratamiento psiquiátrico desde la adolescencia. Supongo que era para los mismos problemas que tubo después: ansia, nerviosismo, ataques de pánico, irritabilidad extrema, gritos, gritos, gritos. La madre me lo escondió hasta cuando ya no se podía callar más, y entonces lo descubrí.
Los años siguientes vieron muchos altibajos. Después de una temporada en que en el orden 1. Me dejó aunque solo por unas cuantas semanas 2. Volvimos a estar juntos 3. Me puso los cuernos (o al menos eso me dijo, aunque no sé si me lo dijo solo para justificar que no tenía casi nunca ganas de hacer el amor conmigo) 4. Por venganza. le puse YO los cuernos, y con gusto - y esto lo sé con seguridad ...al final las cosas volvieron a ser más o menos normales.
Poco después, en un raro momento de muy buena relación, hace más de 9 años, decidimos tener un niño. Al principio lo intentábamos con ganas pero al no conseguirlo en seguida, entró una especie de cansancio por su parte. Al final la cosa empeoró de golpe porque yo me quejaba de que no quería intentarlo si no en manera desagradable, mecánica, científica, y cuando volvimos a nuestros respectivos hogares (por entonces vivíamos muy alejados) me dejó, sin más, por teléfono. El día después el test de embarazo dió positivo, y por suerte decidimos mutuamente volver juntos, como si nada hubiese pasado. Se mudó a donde vivía yo por razones de estudios. Allí tubimos nuestra hija. Otra vez, al principio fue fantástico. Estabamos enamorados de nuestra hija. Pero al año o dos empezó a no soportarme más y quería que me separara, dejándole la casa (que yo había buscado, querido, alquilado y amueblado). Me negué. Le dije Si quieres que nos separamos, te marcharás tu. Yo no quería separarme, me parecía un capricho suyo. Al final yo mismo con la ayuda de mis padres ayudé a encontrar un piso que le gustara. Su padre en cambio opinaba que era yo que tenía que irme, a pesar de no querer separarme.
Justo después de mudarme, las relaciones volvieron a ser mejores: me trataba mucho mejor cuando iba a buscar a nuestra hija. El hecho de tenir algunas noches libres de la niña me hizo entrar ganas de volver a salir con amigos, que por entonces eran especialmente colegas de la uni, en especial modo tres, que casualmente eran del otro sexo. Me lo pasaba genial, me querían y aceptaban. Habia olvidado lo que era hablar de lo que te da la gana sin miedo a peleas y discusiones.
Con una de estas personas tenía algo especial. Conectábamos aún más profundamente que con el resto, a veces seguíamos hasta las tantas cuando para todo el mundo era ya toque de queda. No hacía mucho para evitarlo, hay que decir. Pero como no había pasado absolutamente nada, tampoco tenía que esconderlo a mi pareja. Simplemente, trataba de no hablar de ello. Al mismo tiempo, a mi colega, buscaba dar una imagen de normalidad: el hecho que mi pareja se hubiese mudado era algo temporal, para arreglar cosas, decía siempre.
Percibiendo algo peligroso mi pareja mágicamente quería verme más a menudo, me invitaba a su casa, empezé a pasarme algunas noches allí y por fin volvimos a la cama juntos, regolarmente. Me reía un poco de su (siempre negada) celosía pero me alegraba porque esto había hecho que volviese a buscarme y a marcar su territorio, digamos.
En esas semanas nuestra relación erótica tubo su punto más alto de siempre. Su celosía le hacía ser la persona más atenta del mundo, hacíamos el amor a lo grande. Era de peli, en serio, aunque las peleas seguían por tonterías increibles. El patrón era casi siempre eso:
MI PAREJA: Qué piensas de esto? [mueble, vestido, político, idea etc.]
YO: En realidad no tengo una opinión
MI PAREJA: Algo pensarás, o qué?
YO: Bueno, ahora que lo pienso, lo encuentro. Bién? [o mal?]
MI PAREJA: Pero que ... dices? Está super mal! [o bien!] Eres imbécil o que????
YO: Pues ya te dije que no tengo una opinión, cariño
MI PAREJA: No quieres hablar de nada! No tenemos una relación intelectual blah blah blah
Curioso porque en cambio tenemos ideas muy parecidas en muchísimas cosas, pero para mi pareja no es suficiente: tenemos que pensarlo IGUAL en todo. Y apuesto que aunque así fuera, se quejaría de COMO experso lo que pienso. Vamos, el camino de quejarse es infinito: siempre encontrarás algo si lo que quieres. es quejarte!
Por eso, aunque a nivél sexual la cosa estubiera super bien, al mismo tiempo no quería denegarme el placer (de momento, platónico) de salir con esa otra persona especial y así nos volvíamos cada vez más íntimos. Empecé a hacer tonterías - inocentes, pero tontas - para celebrar nuestra especial amistad. Una de estas fue una invitación a ver un concierto de una banda de amigos mios en una ciudad que distaba algo como 200km. Esta noche? era su respuesta, con cara sorprendida pero contentísima. Hacíamos cosas así y nos hemos pasado noches enteras velando. La celosía de mi pareja crecía cada vez más hasta que se volvió algo tóxica, al punto que me controlaba email y mensajes de texto. Al saberlo, mi colega empezó a incluir nuestro minidrama (como broma) en sus mensajes, p.e. Ay calla que nos escuchan o si estás por allí, saludos!, que al final mi pareja acabó con leer, y los tomó como si le tomarán el pelo.
Un dia, mi colega me invitó (o mejor dicho, obligó) a ir al cine porque por casualidad reestrenaban una peli de la que me habia hablado mucho (teníamos una super grande afinidad intelectual). A mitad peli, encendí el movil, y descubrí docenas y docenas de mensajes y de llamadas perdidas de mi pareja y hasta de mis padres, buscándome. Con un susto en el corazón, dejé mi colega (que lo tomó muy mal: yo siempre le habia dicho lo sagrado que era el cine para mi, y opinaba que no había pasado nada), por primera vez en mi vida salí de un cine a mitad peli, y llamé. Mi pareja estaba en MI casa con NUESTRA hija, que al parecer se encontraba mal, y mis padres estaban a las tantas de la noche conduciendo hacia nuestra ciudad alertados de que yo había desaparecido. Al final no era nada: la niña estaba fenomenal, era solo un ataque de pánico y supercelosía de mi pareja.
Mi colega no me lo perdonó y me acusó de dejarme tomar el pelo, junto con mi familia.
Cuando mi colega se marchó de nuestra ciudad, pocas semanas después, mi pareja volvió a casa, porque ya no quería correr riesgos, creo. Las cosas volvierona a empeorar por el fallecimiento de su padre. No me dejó la posibilidad de darle un abrazo: en su opinión no había estado bastante de su lado en el recurrido de la enfermedad. Algunas palabras negativas de su padre (seguramente quitadas del contexto) se quedarán para siempre como un mantra contra de mí: lo había dicho mi padre que blah blah blah.. Eran las palabras de una persona mayor, muy asustado por la enfermedad, al que se le habían escapado muchas otras barbaridades bien peores contra de todos. Pero fueron mi cruz.
Nos mudamos el año siguiente y fuímos a vivir en la ciudad de su familia y amigos, muy lejos, porque allí tenia un buen trabajo, fijo, mientras yo, acabados mis estudios, decidí abrir un pequeño negocio de la nada. Hablamos de hace casi 5 años.
Esta vez nu fuy yo a eligir el nuevo hogar, pero al entrar, empecé a arreglarlo como mejor podía: muebles, arreglos etc.
La niña no tubo problemas con los nuevos amiguitos, y el barrio y la ciudad me gustaban mucho. No tenía amigos pero el trabajo me quitaba todo el tiempo que hubier podido dedicar a una cerveza así que no les echaba a faltar tanto. Gracias a Facebook tenía una conexión con todo el mundo.
Aquí empezaron los problemas más graves. Aunque yo quería, el sexo se fue cada vez más escaso y cada vez más sucio y vacío. Tenía que seducir a mi pareja intentándolo a diario. Las raras veces que cedía era como una concesión, y parecía que hiciese de todo para que fuera claro que no le gustaba. La humiliación era grande pero el sexo era lo único con lo que conseguía un poco de intimidad de pareja, un poco de dulzura, un beso en el medio de un cóito cansado. La excepción eran las escapadas en algún hotel o similares para una noche loca. A mi no me entusiasmaba la idea, ya que prefería tener un beso cada mañana que esas escapadas eróticas que además eran 2 veces al año al máximo, y aún así costaban mucho. Pero aceptaba y trataba de pasármelo bien. Me parecía también conseguir que estubiera mejor de la cabeza. El hecho era que en ese período se volvía cada vez más irritable. Gritaba por cualquier cosa. Cada vez con más violencia física. Empezó a pegarme, pero así, explotando por algo que había dicho (o no había dicho), mientras un minuto antes a lo mejor me había dado un beso (¡!). Mi hija lo veía todo. No podía evitarlo. A veces respondía a la violencia con una torta, pero esto lo empeoraba todo. Un dia se volvío contra su madre. Yo y su padrastro tubimos que reducirle (hay que decir que no tiene un físico muy atlético) hasta que se calmara. Conmigo no hay nadie que me ayude. Su táctica favorita era coger la niña de un brazo para que no pudiese alejarla, para que lo viera todo. A veces pegaba a la niña, por algo que había hecho (pero a veces también por absolutamente nada). A veces me pegaba a mí porque la niña lloraba. No conseguía ver con claredad las cosas: lo que le molestaba, de quien era la culpa de los problemas o de su molestia. Decidía vengarse con el primero que estaba allí, sin pensarlo más. Estaba en tractamento psiquiátrico, pero yo no le veía ninguna mejoría.
Contemporaneamente, su mamá quería que me marchase y hacía de todo para que aquello pasaba. Me culpaba de todo pero nunca me explicaba de que era la culpa, me decía que yo gritaba y si le contestaba que gritaba de susto cuando me pegaba, pues su mamá contestaba que Ves? No eres compatible.
Un dia me pegó con mi muleta (tenía yeso pues me había roto un pié) mientras estaba lavando los platos, por detrás. Me hizo un buen chichón en la cabeza, y llamé a la policía, pero como advertencia, nada más.
En ese periodo, nuestra niña empezó a sentirse sola, y yo creo que sufría por lo que veía. Por eso, algunos meses más tarde, después de un largo periodo de buen rollo, decidímos hacer otro niño. Después de un intento fallido (aborto espontáneo) tubímos nuestro segundo hijo (hace dos años) para que la grande tubiera un hermano. Justo 6 dias antes, a más de mil km de distancia, había fallecido mi madre. Yo estaba con un grande cansancio emotivo porque por parte de mi pareja no hubo casi ninguna muestra de duelo a pesar que el tratamiento que siempre tubo de mi madre fue de gran cariño. Meses antes había fallecido un amigo intimo de mi juventud.
El nuevo niño (al que adoro locamente) no trajo nada bueno. A partir de entonces las cosas solo han empeorado, excepto que mi hija tubo por fin un objeto de consuelo, un objeto de amor incondicionado, que no dependiera del buen humor de mi pareja.
Hace un año, decidimos mudarnos a una casa de propriedad de su madre. Yo no lo veía claro de dejar nuestro viejo piso aunque la nueva casa es expectacular. Quise alargar lo máximo posible el plazo para dejar el piso. Explicaba que dadas las condiciones, no podía arriesgarme quedar en la calle porque a los proprietarios (mi pareja y su madre) les hubiera dado la ... gana un ... dia cualquiera. Al fin y al cabo tenia muchas cosas allí. Por eso pedí a su madre que me garantizaba estar en la nueva casa (con los niños) por lo menos 3 años más. Claro, solo faltaría fueron sus palabras. Después de evitar meterme con su madre sobre las reformas (es una persona con los agujeros en las manos: le han robado miles y miles de euros y cuando se lo hacemos notar, se ofende y se enfada terriblemente), diciendo que es SU piso y que las reformas las hace como quiere ella, solo le he dado algo de dinero para ayudar. Una vez entrados en el piso me puse a arreglarlo y amueblarlo. De momento está muy bien, pero ahora llevamos un año y han querido echarme muchas veces, a pesar de que quieren mi ayuda cada vez que hay que hacer algo con el piso. Me dicen que tengo que marcharme pero que puedo quedarme mitad del tiempo con los niños. O al máximo que ocupe mitad del tiempo el piso y la otra mitad me vaya. Yo contesto que no, al fin y al cabo aún no he dejado de quererle. Los niños se quedan conmigo, y aquí, donde está su hogar. Y si quieres, tu también. Si no te gusta, vete, pero prefiero que te quedes. Esto les vuelve locos. Me han paragonado a esos stalkers que no dejan su pareja en paz. Me amenazan con dejarme sin hijos (aunque yo he hecho notar que un juez puede tomarse muy en serio lo de la violencia y de los problemas psiquiátricos), y juran que lo conseguirían. Creo que tengan razón.
La última amenaza fue hoy, después de un tortazo que me dió por juro que no lo sé. Como siempre: si fuese por algo, aunque imaginado, falso, inventado pero algo! En cambio simplemente no es por nada de nada: o quizás por haber contestado algo equivocado, o haber contestado el opuesto de ello, o haber callado A veces es por pensar diferentemente en cosas políticas (bueno, de detalles insignificantes de cosas políticas), por decir lo que pienso sobre algo que me pregunta (me han enseñado a decir siempre la verdad, es mi condemna), pero a veces creo que lo que más odia en realidad es mi calma, el hecho que no reacciono, que no me dejo provocar, que evito que las cosas vayan a más, de darle cualquier excusa para por fin ponerme el cuchillo en el corazón. Hoy también me ha amenazado con matarme, aunque las palabras eran algo así Al final va a pasar, al final va a pasar!. Y será mi culpa, por supuesto.

Ahora pregunto: según vosotros, el juez puede quitarme los niños o obligarme a compartírlos?
Y puede obligarme a dejar la casa o a dejarla 15 dias sí y 15 no?

Gracias por haberme aceptado en este foro aunque no pinto nada.

Ver también

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10/4/16 a las 2:07

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ISDIN Si-Nails

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