Foro / Pareja

Una historia de Domingo Cap.1

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touria_18501793
1/8/19 a las 14:08

Rápido se dio cuenta de que aquella mañana de Domingo no sería como ninguna otra. Cuando despertó sintió cómo el tacto de las sábanas no era al que estaba acostumbrada, vio como el color de la habitación no era el propio y rápidamente comprobó que el cuerpo desnudo que la acompañaba no era el de su marido.
 
La primera sensación fue de miedo, de angustia, ¿Qué había hecho? Que hacia allí tumbada, desnuda, al lado de un hombre diferente al de siempre? ¡¡Yo no soy así!! se repitió varias veces mientras lentamente en su cerebro surgía una pregunta. ¿¿Así,,, cómo??
 
No sentía que hubiera hecho nada malo. Reconocía esa espalda mientras la escudriñaba con su mirada. Reconocía el tacto de la piel una vez que se atrevió a acariciar suavemente su brazo de nuevo, y sobre todo reconoció sus ganas. Las ganas que llevaba escondiendo desde hacía tiempo de probar esos labios, de sentir el calor de ese cuerpo y de sentirse atrapada entre sus brazos. No pudo evitar cerrar los ojos y sonreír mientras recordaba nerviosa como empezó todo.
 
El día anterior comenzó como un sábado habitual. Ella, se había levantado temprano, como siempre que le tocaba abrir la tienda, su tienda. 
El pequeño negocio por el que tanto había trabajado y en el que los clientes podían probar los productos antes de comprarlos en un pequeño y acogedor bar creado  en el fondo de la tienda mientras degustaban cervezas artesanas. Todo producto de la tierra. 
La mezcolanza de olores de los encurtidos, embutidos, carnes, quesos y cervezas hacían de aquel sitio algo especial.


Aquella tarde, se encontraba atendiendo en el mostrador como era habitual en ella. Le encantaba tratar con los clientes, a los cuales conocía después de tanto tiempo. Sabía que los sábados por la tarde siempre iba ÉL y como encargada, tendrían un rato en el que estar apartados del resto del mundo, apartados en su burbuja. Mientras que los ojos que observaban solo verían una relación cliente-proveedor para ella era un momento especial. Llevaban tiempo coqueteando; miradas, risas, mensajes al móvil y algunas fotos y poses sugerentes invitando continuamente al otro a pedir más,,,, pero ninguno se había atrevido a dar aún el paso.


Cuando escuchó el tintineo de la puerta y le vio pudo notar como su corazón se agitaba a la vez que sus miradas se cruzaban, observó una pequeña sonrisa que aparecía entra la comisura de sus labios, echo que la obligó a morderse levemente los suyos con la esperanza de que pudiera evitar que otra sonrisa apareciera a la vez en su cara. Como venía siendo habitual, cada vez que venía un proveedor ella avisaba a su compañera que atendía las mesas para que cubriera su ausencia detrás de la barra y al salir de la misma se acerco al proveedor a saludarle y darle dos besos. En ese mismo instante fue consciente del olor de su colonia, del tacto de sus labios en la mejilla, y sobre todo fue consciente del escalofrío que sintió al verse rodeada por su brazo en la cintura mientras se saludaban.


Como era costumbre, le ofreció tomar una de las cervezas artesanas de las que tan orgullosa se sentía a la vez que le pedía que le acompañara a la zona del Bar. Bajo el delantal verde, uniforme obligatorio para todos los compañeros, lucía un fino vestido de flores, cómodo, fresco. El típico vestido que cuando se observa desde fuera parece que se desliza suave por el cuerpo al son del movimiento que producen las caderas. Con ese vestido se sentía joven, atractiva, sexy,,, era el vestido indicado cuando querías sentir cualquier interacción que sucediera durante el día como si fuera directamente sobre tu propia piel. Y hoy era Sábado, no era casualidad lucir ese vestido. Los Sábados, nada era casualidad.


Era consciente de que andaba balanceando sus caderas delante de él, probablemente, más de lo habitual y al mismo tiempo se preguntaba si estaría fijándose en ella, en sus piernas, en su trasero, en el movimiento y por un momento sintió que se trastabillaba lo que provocó que se ruborizada. -"¡Espero que no me haya visto!”. Pensó, y una vez se acercaron a la mesa en la cual se ponían todos los sábados, la del fondo, le invitó a pasar primero con la excusa de que si venían los clientes o le llamaba su compañera era mas fácil acercarse sin que él tuviera que moverse. ¿La verdad? Le encantaba ese momento en el que pasaba tan cerca de él que podía imaginarse el tacto  de su cuello entre sus labio. Allí como cada sábado, comenzaba su juego secreto mientras revisaban con poca atención los catálogos de productos que tantas y tantas veces ya habían revisado.


-Tenía muchas ganas de que llegara el sábado. Comentó él.  Provocando una sonrisa que ahora sí, aunque se mordiera los labios, no podía evitar que se le notara. 
Todos los sábados tenían el mismo juego, rozaban una mano con la otra,  movían levemente las piernas para notar el roce con las del otro y no había día que ella no se apartara el pelo dejando su largo cuello a la vista en busca de leves soplidos que le pusieran la carne de gallina.


Pero ese sábado estaba más serio, más distante y cuando le oyó explicar el motivo sintió una punzada en el cuerpo que no se esperaba.


-Me voy, hoy es el último sábado que vengo. Le explicó que le cambiaban de ruta y que a partir de la semana siguiente sería otro compañero quien le visitaría.


-Los sábados ya no van a ser iguales sin venir a verte. Dijo mirándola a los ojos mientras que con las manos intentaba acariciarla a escondidas entre los catálogos y el mantel. Lo suficiente lejos para que no pareciera ,en ojos ajenos ,que estaba agarrándola de  las manos  pero lo bastante cerca para sentir el tacto de su piel.


Ella era una mujer fuerte. En un pasado que sentía ya muy lejano, atrevida, arriesgada, siempre fiel a sí misma y durante mucho tiempo se había estado preguntando dónde había quedado esa persona. Sentía que su fuego se había ido consumiendo y que no había hecho nada para evitarlo más que poner excusas: la vida te lleva por caminos que no pensabas,,, el día a día te come,,, uno se conforma con el tiempo,,, lo principal es sacar el negocio adelante y luego ya tendremos tiempo,,,, y por primera vez desde hacía bastante  tiempo sintió esa llama emerger  de nuevo, la rabia estaba siendo el oxígeno combustible que revivía sus brasas.


-Siempre hemos sabido que algo hay entre nosotros.  comenzó diciendo intentando que la voz fuera algo más que un pequeño susurro. 


-Me buscas aquí, me buscas en casa,,, Nos buscamos (dijo alzando un poco más la voz), jugamos,,, porque nunca me pides mas!!!.
Sintió el pecho explotar al darse cuenta de lo que acababa de decir y esa rabia se convirtió casi en vergüenza cuando escuchó su respuesta.


-Tú eres quien está casada, yo me mantenía a la espera por respeto a tu situación, pero siempre he esperado a que dieras un paso más, a que me abrieras un poco más la ventana dejándome pasar.


Entre risas y sonrisas, tuvieron la conversación más sincera que habían mantenido después de más de 6 meses de juegos con una única conclusión: Ella no quería tener una nueva vida, ni podía tener una aventura a sabiendas de que cada sábado le iba a ver y eso es lo que provocaba que nunca se hubiera atrevido a acercarse más él. Pero ambos estaban de acuerdo en que con la noticia de su traslado eso había cambiado.


De repente, fueron conscientes de que  esas risas sinceras e inocentes dejaron de serlo cuando se dijeron que no querían despedirse y que lo suyo, fuera lo que fuera terminara así, que era algo que llevaban deseando los dos durante muchos meses y que ambos sabían que siempre se arrepentirían. 


-¿A que te refieres?. 
-¿Qué quieres hacer?. 


Preguntó él, haciéndose el inocente. Pero ella, decidida y nerviosa le sonrió, le sonrió como no le había sonreído nunca antes.
 

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