"Trasteando" por internet... he encontrado un hermoso relato de Paulo Coelho, creo que puede ayudarnos mucho si leemos detenidamente entre líneas...y claro, si tenemos la valentía suficiente para aplicar lo que nos quiere enseñar...
Con mucho cariño para todos...
Awandi
awandi@enfemenino.com
Durante años Hitoshi intentó despertar el amor de la que creía ser la mujer de su vida. Pero el mismo día que ella lo aceptó como futuro marido, descubrió que tenía una enfermedad incurable, y no viviría mucho tiempo.
Seis meses después, al borde de la muerte, ella le pidió:
—Promete que nunca te enamorarás de nuevo. Si lo haces, volveré todas las noches a penarte.
Y cerró los ojos para siempre. Durante meses, Hitoshi evitó aproximarse a otras mujeres, pero descubrió un nuevo amor. Cuando se preparaba para casarse, el fantasma de la ex amada apareció.
—Me estás traicionando— le dijo.
—Durante años te entregué mi corazón, y tú no me correspondías. ¿No crees que merezco una segunda oportunidad de ser feliz?— respondió Hitoshi.
El fantasma no oyó y todas las noches volvía a asustarlo. Le repetía todo lo que había ocurrido durante el día, qué palabras de amor le decía a su novia, cuántos besos y abrazos se habían dado.
Hitoshi ya no lograba dormir, y fue a buscar al maestro zen Basho.
—Es un fantasma muy astuto, pero vamos a derrotarlo —dijo Basho
Esa noche, cuando el fantasma volvió, Hitoshi hizo lo que Basho le había indicado.
—Vamos a hacer un trato. Como me vigilas todo el tiempo te voy a preguntar algo que hice hoy; si aciertas, dejo a mi novia y nunca más tendré otra mujer. Si te equivocas, me prometes no volver a aparecer, bajo pena de ser condenada por los dioses a vagar por siempre en la oscuridad.
—De acuerdo— respondió la fantasma, confiada.
—Esta tarde, yo tomé un puñado de granos de trigo.
—Te vi —le dijo la fantasma
—¿Cuántos granos de trigo tenía en la mano?
La fantasma entendió que no lograría responder la pregunta y desapareció para siempre. Días después Hitoshi fue a agradecerle al maestro zen.
—Aprovecha para aprender la lección. Ese espíritu volvía porque tú tenías miedo. Si quieres apartar la maldición, no le des importancia. Segundo: el fantasma sacaba provecho de tu sentimiento de culpa, cuando nos sentimos culpables, siempre deseamos el castigo. Y por último, nadie que te ame te iba a obligar a hacer esas promesas. Si quieres entender el amor, aprende la libertad.