A ver.
Los celos son una emoción que surge del deseo de conservar algo que se tiene o de conseguir algo que no se tiene. Están en relación tanto de personas como de cosas materiales y pueden guardar cierta relación con la envidia.
La raíz de los celos, como de tantas otras emociones, se encuentra en el deseo. Deseo de conseguir y de tener cosas, deseos de satisfacción o de cualquier otro tipo. Los celos son una forma de inseguridad que refleja el miedo a la pérdida de lo que uno posee o cree que posee, porque en realidad nadie posee nada, todo lo tenemos prestado por la vida. Cuando lo que se desea es lo que otros poseen aparece la envidia.
Luchar contra los celos sin comprender su origen es una batalla perdida, ya que el deseo es algo que nos empuja continuamente a actuar de una forma determinada. La forma de solucionar los celos es desarrollando el amor y el desapego, y par ello el amor ha de ser incondicional.
De un modo resumido se podría decir que el amor tiene cuatro pilares fundamentales: el respeto hacia todos los seres, el sentido profundo de libertad, la responsabilidad y el sentido de unidad:
El respeto desde un punto de vista básico es que âtal como quieres que te traten a ti tú has de tratar a los demásâ.
La libertad se basa en la libre toma de decisiones y de actuación, siempre sin perjudicar a nada ni a nadie, o lo menos posible, de un modo consciente o deliberado.
La responsabilidad es saber asumir los propios errores, rectificando nuestra manera de actuar y evitando en lo posible volverlos a cometer.
El sentido de unidad aparece cunado uno es capaz de ponerse en el lugar del otro, comprende qué siente el otro, saberlo perdonar y sentirse uno con el otro sin que por ello se pierda la libertad individual.
Estos cuatro pilares son inseparables y han de estar lo más equilibrados posible, para que el amor haga su función de un modo real y auténtico.
El desapego es la aptitud de vivir toda clase de experiencias agradables o positivas y no quedarse enganchado a ellas, sabiendo en qué momento se tiene que renunciar a ellas. El desapego no implica tener que rechazar nada a priori, sino más bien que el deseo de obtener o de vivir experiencias agradables no dominen nuestra voluntad como si fuéramos adictos. Básicamente sería vivir la experiencia y dejarla ir una vez se ha ido, sin retenerla mentalmente y deseando volver a repetirla.