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Quedando con un extraño.

Última respuesta: 28 de noviembre de 2016 a las 4:06
A
an0N_849347299z
28/11/16 a las 4:06

Habíamos quedado. No le conocía de nada. Solo habíamos tenido sexo telefónico un par de veces pero ya está. Yo estaba esperando en la terraza del bar, con una blusa que enseñaba demasiado y una falda demasiado corta. Estaba excitada, lo notaba en mi tanga totalmente empapado contra mi ... Estaba muy mojada. No creía lo que iba a hacer. Llego la hora acordada y mis nervios y la excitación incrementaron. Y lo hicieron más aún cuando oí la voz que había escuchado unas cuantas veces por teléfono. - Veo que has venido. - No iba a echarme a atrás. - Pensé que lo harías. - Dijo mientras se sentaba frente a mi. Me encogí de hombros y empezamos a charlar como si nada. Poco a poco la conversación fue subiendo de tono y el a la misma vez iba acariciando mi pierna, subiendo su mano hasta mi ... el cual ya chorreaba de excitación. Una vez llegó allí, empezó a masturbarme sobre el tanga mientras continuaba hablándome como si nada. Yo controlaba como podía mi agitación, jadeando muy suave para que el resto no nos oyese a la vez que abría un poco más las piernas para darle más acceso. Dios, como estaba...cada vez podía aguantar menos los jadeos y menos aún cuando hizo el tanga a un lado y me penetró con dos dedos a la vez que me estimulaba el clítoris. No puede evitar soltar un: ... Dios, si... y en un par de embestidas con los dedos, debido a la excitación, me corrí. Con una sonrisa y mientras continuaba hablándome, se llevó los dedos a la boca y se los chupo. Aquello solo llegó a encenderme más por lo que murmure: - ¿Vamos a algún sitio más tranquilo? Él asintió con la cabeza y pago, nos levantamos y el paro un taxi con la excusa de que su casa estaba demasiado lejos para ir andando y no tenía coche. Yo acepté y me subí. Una vez le dio la dirección y el taxista arrancó, se acercó a mí oido y susurro: - ¿Te atreves con algo muy loco? - Claro... - Chúpamela, aquí. - ¿Aquí? - Le pregunté avergonzada. - Sí. Aquí. Demosle un poco de envidia al taxista. Por mi cabeza pasaron mil cosas. ¿Estoy loca por querer hacerlo?¿Que más da?, ni siquiera conozco su nombre. ¿Por que me pone tanto el simple echo de plantarme hacerlo? Al final decidí desabrochar sus pantalones y bajarlos junto con sus calzoncillos lo suficiente para sacar su ... y sus huevos. Sin pensarlo dos veces, me agache y empecé a lamerla completa, recreandome, disfrutando de ella. Jugaba con sus huevos mientras jugueteaba con la lengua sobre su glande y le masturbaba con la mano. Estaba excitadisima con la situación, metía su ... y la sacaba de mi boca rápido, haciendo succión continua, mientras solo le oía jadear. Mientras yo hacía esto, mire al taxista de reojo, que miraba a mi hombre desconocido jadear sin ningún miramiento, y no decía nada. Estaban todos disfrutando, yo la que más de esa situación. - Nena, me voy a correr. - En mi boca. Me coloque de manera que cuando se corriese su semen fuese a mi boca y seguí masturbándole mientras lamia su ... como una piruleta hasta que se corrió en mi boca poco después. Me senté correctamente a su lado, relamiendome y mire al taxista a través del retrovisor con una sonrisa traviesa. Poco después, llegamos, pagamos el taxi y nos bajamos. Estaba tan cachonda por lo ocurrido en el taxi que no aguantaría hasta subir, así que le arrastre hasta un callejón y murmure: - Follame. Follame, como una perra que no aguanto más, pero follame. Ni corto ni perezoso, me empujo contra la pared, me destrozo la blusa y, como no llevaba sujetador, se dio a la tarea de comerme las tetas. Dios, estaba tan cachonda. Me dio 2 nalgadas que me encendieron más. Me restregaba contra el mientras me lamia los pechos. Mientras, yo me deshacía de su camiseta y luchaba por deshacerme de sus pantalones y sus calzoncillos. Una vez lo conseguí, me subí la falda y me quite el tanga. - Follame, ¡ya! Ante mi premura, el respondió igual. Me levanto y rodee sus cadera con las piernas en el momento en el que él me penetró con tanta fuerza y profundidad que no pude reprimir el grito de placer. Comenzó directamente con un ritmo increíblemente rápido y fuerte, que me hacía golpearme contra la pared, pero me daba igual, lo estaba disfrutando. Gemía como una loca, me daba igual estar en medio de una callejuela en la que cualquiera pudiese vernos. Tras un tiempo en esa posición me soltó y me dijo: - ¿Querías que te follara como una perra? Pues verás. Me puso a cuatro patas en el suelo mugriento y me volvió a penetrar sin ningún tipo de delicadeza, todo era fuerza bruta. Y me sentía humillada así, pero me encantaba, en mi vida había estado tan excitada. No paraba de gemir y notaba que empezaba a correrme. Se lo dije y me prohibió hacerlo con un fuerte azote, diciendo que las perras buenas hacen caso a sus amos. Siguió dándome fuerte, los dos no parábamos de gemir como locos y yo intentando no correrme, hasta que segundos después me dijo que el se iba a correr dentro de mi y lo hizo, y lo hice yo a la vez. Dios, en mi vida me había corrido así, me quedé super relajada, aunque duro poco, porque enseguida note otro fuerte azote. - Te dije que no te corriese, perra. - L-Lo siento. - Más lo vas a sentir. Pero esa ya es otra historia, si quieres seguirla, dímelo en los comentarios.

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28/11/16 a las 4:06

Habíamos quedado. No le conocía de nada. Solo habíamos tenido sexo telefónico un par de veces pero ya está. Yo estaba esperando en la terraza del bar, con una blusa que enseñaba demasiado y una falda demasiado corta. Estaba excitada, lo notaba en mi tanga totalmente empapado contra mi ... Estaba muy mojada. No creía lo que iba a hacer. Llego la hora acordada y mis nervios y la excitación incrementaron. Y lo hicieron más aún cuando oí la voz que había escuchado unas cuantas veces por teléfono. - Veo que has venido. - No iba a echarme a atrás. - Pensé que lo harías. - Dijo mientras se sentaba frente a mi. Me encogí de hombros y empezamos a charlar como si nada. Poco a poco la conversación fue subiendo de tono y el a la misma vez iba acariciando mi pierna, subiendo su mano hasta mi ... el cual ya chorreaba de excitación. Una vez llegó allí, empezó a masturbarme sobre el tanga mientras continuaba hablándome como si nada. Yo controlaba como podía mi agitación, jadeando muy suave para que el resto no nos oyese a la vez que abría un poco más las piernas para darle más acceso. Dios, como estaba...cada vez podía aguantar menos los jadeos y menos aún cuando hizo el tanga a un lado y me penetró con dos dedos a la vez que me estimulaba el clítoris. No puede evitar soltar un: ... Dios, si... y en un par de embestidas con los dedos, debido a la excitación, me corrí. Con una sonrisa y mientras continuaba hablándome, se llevó los dedos a la boca y se los chupo. Aquello solo llegó a encenderme más por lo que murmure: - ¿Vamos a algún sitio más tranquilo? Él asintió con la cabeza y pago, nos levantamos y el paro un taxi con la excusa de que su casa estaba demasiado lejos para ir andando y no tenía coche. Yo acepté y me subí. Una vez le dio la dirección y el taxista arrancó, se acercó a mí oido y susurro: - ¿Te atreves con algo muy loco? - Claro... - Chúpamela, aquí. - ¿Aquí? - Le pregunté avergonzada. - Sí. Aquí. Demosle un poco de envidia al taxista. Por mi cabeza pasaron mil cosas. ¿Estoy loca por querer hacerlo?¿Que más da?, ni siquiera conozco su nombre. ¿Por que me pone tanto el simple echo de plantarme hacerlo? Al final decidí desabrochar sus pantalones y bajarlos junto con sus calzoncillos lo suficiente para sacar su ... y sus huevos. Sin pensarlo dos veces, me agache y empecé a lamerla completa, recreandome, disfrutando de ella. Jugaba con sus huevos mientras jugueteaba con la lengua sobre su glande y le masturbaba con la mano. Estaba excitadisima con la situación, metía su ... y la sacaba de mi boca rápido, haciendo succión continua, mientras solo le oía jadear. Mientras yo hacía esto, mire al taxista de reojo, que miraba a mi hombre desconocido jadear sin ningún miramiento, y no decía nada. Estaban todos disfrutando, yo la que más de esa situación. - Nena, me voy a correr. - En mi boca. Me coloque de manera que cuando se corriese su semen fuese a mi boca y seguí masturbándole mientras lamia su ... como una piruleta hasta que se corrió en mi boca poco después. Me senté correctamente a su lado, relamiendome y mire al taxista a través del retrovisor con una sonrisa traviesa. Poco después, llegamos, pagamos el taxi y nos bajamos. Estaba tan cachonda por lo ocurrido en el taxi que no aguantaría hasta subir, así que le arrastre hasta un callejón y murmure: - Follame. Follame, como una perra que no aguanto más, pero follame. Ni corto ni perezoso, me empujo contra la pared, me destrozo la blusa y, como no llevaba sujetador, se dio a la tarea de comerme las tetas. Dios, estaba tan cachonda. Me dio 2 nalgadas que me encendieron más. Me restregaba contra el mientras me lamia los pechos. Mientras, yo me deshacía de su camiseta y luchaba por deshacerme de sus pantalones y sus calzoncillos. Una vez lo conseguí, me subí la falda y me quite el tanga. - Follame, ¡ya! Ante mi premura, el respondió igual. Me levanto y rodee sus cadera con las piernas en el momento en el que él me penetró con tanta fuerza y profundidad que no pude reprimir el grito de placer. Comenzó directamente con un ritmo increíblemente rápido y fuerte, que me hacía golpearme contra la pared, pero me daba igual, lo estaba disfrutando. Gemía como una loca, me daba igual estar en medio de una callejuela en la que cualquiera pudiese vernos. Tras un tiempo en esa posición me soltó y me dijo: - ¿Querías que te follara como una perra? Pues verás. Me puso a cuatro patas en el suelo mugriento y me volvió a penetrar sin ningún tipo de delicadeza, todo era fuerza bruta. Y me sentía humillada así, pero me encantaba, en mi vida había estado tan excitada. No paraba de gemir y notaba que empezaba a correrme. Se lo dije y me prohibió hacerlo con un fuerte azote, diciendo que las perras buenas hacen caso a sus amos. Siguió dándome fuerte, los dos no parábamos de gemir como locos y yo intentando no correrme, hasta que segundos después me dijo que el se iba a correr dentro de mi y lo hizo, y lo hice yo a la vez. Dios, en mi vida me había corrido así, me quedé super relajada, aunque duro poco, porque enseguida note otro fuerte azote. - Te dije que no te corriese, perra. - L-Lo siento. - Más lo vas a sentir. Pero esa ya es otra historia, si quieres seguirla, dímelo en los comentarios.

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