Tengo 22 años y llevo 4 años con un chico que va cambiando periódicamente de novia y que a todas ellas les he infiel conmigo (aunque ya no sé quien es la otra, si ellas o yo). Puede decir sin miedo a equivocarme que realmente estoy enamorada de él, pero que nuestra relación no puede avanzar, entre otros muchos motivos, por la distancia que nos separa. Sin embargo, lo que comenzó como un juego se ha ido convirtiendo con el paso del tiempo en una relación de dependencia mutua.
Nos enfadamos, nos amigamos, pasamos el uno de otro, nos amamos. Pero yo creo que ya no puedo más, me siento insultada en ocasiones, también menospreciada. E, incluso, agredida. En nuestro último encuentro me dio un gran tirón de pelo, al que al principio no le di importancia pero que ahora empieza a preocuparme. No me gustaría banalizar teniendo el cuenta el verdadero problema de los malos tratos y tampoco quiero quitarme responsabilidad: sigo con él porque le quiero y me atrae.
Lo que no quiero es que se convierta en el centro de mi vida y que me impida relacionarme con otros chicos, cuando aun sé tiene pareja. ¿Debo preocuparme por ese tirón de pelo? ¿Cómo puedo desengancharme de esta relación?
