Hola, soy un chico de la Ciudad de México y con 24 años.
Me encantan las mujeres, es indescriptible la emoción que me causa el observar una sonrisa, unos labios humedeciéndose, la piel de los pies, sus movimientos, la miradas, todo.
Siempre he sido reservado, cosa con la que no me ha ido del todo mal, nunca he tenido dificultado para agradarle a las personas y he tenido algunas pocas novias pero hace un par de años me he obstinado por evitarme situaciones con mujeres después de un desenlace incómodo.
Justo estos días estoy insoportable, trabajo en la calle por lo que me es imposible no contemplar lo bellas que son las mujeres, no tengo problema en encontrar algo hermoso en cualquier mujer independientemente de los estándares de "belleza".
Este último año me sucedieron cosas que han alterado mis actitudes, comencé a observar a las personas en todas situacuiones y sobre todo a las mujeres, con lo que he logrado en ocasiones que alguna chica se acerque a mi sin percatarse completamente de que yo intenté acercarme.
Siempre en el tranporte y todo lugar guardo los espacios, cosa que no todos hacen, por lo que suelo resaltar y eso de cierta forma hace que las mujeres no tengan conflictos con estar a lado mío y empujarme o... si... hacer contacto conmigo.
El aire de confianza se presta a infinidad de situaciones, siempre le ofrezco una sonrísa a quien me la solicita e intento estar atento a todo, movimientos, espacios, a todo.
Ya no se si podré contenerme puesto que as mujeres se acercan cada vez mas a mi, quizás es algo que yo mismo dispongo pero admito que nunca antes me sentí en esta situación.
Me encanta ser observado, tomado en cuenta, que me sonrían, me empujen, me acaricien... he tenido poca interacción por pena pero ya no se cuanto pueda contenerme.
Me encanta notar cuando alguna chica tiene interes en mi y me muestra que no le importaría que la acaricie, cosa que pocas veces correspondo quizás por temor. Tengo mucho deseo de que en algún momento alguna chica sea mas descarada que todas las anteriores, tanto como para impedirme escapar de sus redes.
Hoy intenté contenerme pero se creó esa misma situación en el tranporte y sobé los labios de una chica sobre la ropa mientras estábamos sentados y cubiertos por nuestro equipaje. Creí que me golpearía pero no me detuvo hasta que, supongo yo, era ya demasiado para ella, o quizás solo fuí un tonto que la dejó con las braguitas húmedas.
