Para que no te engañen.

MI MUJER

Es imposible soportar tanta dulzura. Cuando llego a la casa todo se encuentra limpio y reluciente; los pisos, las paredes, la mesa, el mantel, las cortinas. Todo luce como si fuera nuevo. Hasta la ropa se mece feliz en los mecates acariciada por el sol y por el viento. Las paredes chorrean verdor de hojas y sobre el techo de la terraza cuelgan abigarrados puños de encendidas bugambilias.
Las macetas en el pasillo alegran el espacio con el color de los malvones, el plúmbago radiante y las tonalidades de innumerables plantas rozagantes. La cocina flamante de limpieza siempre tiene algo hirviendo. En todo lo que hay se ve la mano sabia y diligente de la dueña de la casa. Quisiera tener algún pretexto para discutir con mi mujer, todo el mundo lo hace con la suya. Quisiera que me reclamara alguna cosa, que me pidiera el gasto, que me dijera con un mohín de enojo que la lleve a cenar, a bailar, al cine, a misa o al mercado; que me exija pues que la lleve a alguna parte. Cuando quiere algo me lo sugiere sutilmente y no puedo resistirme. Pero yo quiero que me obligue para poder pelear con ella, que me dé un sólo motivo para ver qué se siente. Jamás le he escuchado alguna queja, ni el más leve gesto de impaciencia. Cuando llego a la casa en la madrugada con un silencio tembloroso, abriendo la puerta despacito, con los zapatos en la mano para no despertar a los niños, latiéndome el corazón parado de puntitas, en cuanto entro la encuentro frente a mí con la sonrisa mas dulce de ese día, me abraza y me besa. No me pregunta si quiero algo, me sirve una taza de café.
Ni las travesuras de los niños la molestan. Cuando le rasuraron la cola al perro y le dejaron en la punta una bola de pelos como si fuera león, se frotaba contra mi pierna como acusando a los muchachos.

¿Qué le pasó? -Le pregunté-- Son cosas de los niños, contestó.
Cuando llego a la casa con algún amigo o mis parientes yo no se como le hace pero siempre está alegre, sonriente y muy feliz. Tiende el blanco mantel, los vasos, los cubiertos, los platos, el salero y hace agua de frutas de horchata, de limón o de jamaica. Quisiera que cuando llego oliendo a alcohol me sacara a empujones y me mandara a dormir a la perrera, que me recibiera a manguerazos de agua fría, que me aventara el molcajete, las cazuelas, las ollas, los jarros, el tejolote o la mano del metate, que me descalabrara con un bolillo duro o me degollara con una tortilla tiesa y afilada como comal de lámina.
Quisiera que me corriera de la casa o que me dejara sin comer una semana, que me diera café con sal y la sopa con azúcar, que me dejara a la intemperie temblando por la cruda como perro con frío en el más vil invierno. Quisiera sentir de ella una dulce violencia o un enojoso gesto. Que me dejara de hablar varios días y que pasara junto a mí con una carota larga como si no me conociera. Que se hiciera la mártir, que me acusara con todos sus parientes y que me echara de gallo a sus hermanos. Quisiera que me hablara como si fuera dueña de una hacienda y yo el más humilde de sus peones, que adoptara ese garbo, como si tuviera extensos territorios y miles de cabezas de ganado. Que se portara como una mujer de mucho mundo o como las que creen que el matrimonio es una agencia de turismo, que crea que soy una caja registradora a la que nomás se le aprieta un botón y le brotan billetes, como si fuera cajero automático.
En fin, quiero que me haga feliz con esas cosas para ver si me hiere el amor propio y eso me motive a buscar algún empleo.

¿ALGUNA ES O CONOCE A ALGUIEN ASI Y QUE ENCIMA ESTE BONITA Y BUENOTA?, PREGUNTO SOLO POR CURIOSIDAD.