Hola buenas, soy una chica de 25 años y llevo dos años y medio en una relación. Es la primera relación que tengo y supongo que por ello tengo dudas a menudo de la forma de actuar de mi novio. Entro aquí en busca de ayuda por aprte de la voz de la experiencia.
Durante el primer año de noviazgo, él me decía cosas preciosas, me recordaba casi a diario que quería compartir su vida conmigo, que yo era lo mejor que le había pasado en la vida y que quería que fuera la madre de sus hijos.
En el segundo año, sobretodo a partir de la mitad, empezó a dejar de decirme todas esas cosas tan preciosas y que yo tanto valoraba y empezó a bromear mucho con el tema.
No es que no me gusten la bromas, yo las seguía y me reía con el pero todo tiene un límite.
Empecé pues, a preguntarle porque ya no me decía esas cosas, si ya no las sentía o si las sentía de forma diferente...cada vez que le sacaba el tema se ofendía alegando cosas como "o sea que no te digo nada bonito ya, no?", "es que nunca tienes suficiente, siempre quieres más , más y más", se enfadaba muchísimo, me empezó a llamar pesada cada vez que hacía algún amago de sacar el tema y siempre me dice que son tonterías y que está harto.
Aún con todo esto, ni pillándole en los días que está más de buenas, consigo sacarle una sola palabra sin llevarme un "pesada" como mínimo.
Por supuesto mi relación es mucho más que todo esto. Él es una persona susceptible y muy nerviosa y yo soy más bien rarita y complicada para según que cosas. Pero mi pregunta es, es normal esto? es normal que cada vez que le pida alguna palabra amable, con toda la buena intención del mundo, se enfade o me esquive el tema? Yo le adoro, le quiero muchísimo y en principio el a mi también, pero cuando pienso en lo fácil que le era antes y lo imposible que le es ahora...no se, algo no me cuadra...
Podría alguien darme un poco de consejo para que no me siga estrujando el cerebro? Porque con el es imposible hablar nada, enseguida se pone de los nervios y evita cualquier tema comprometido.
Así, llegamos a cumplir los dos años y poco tiempo después, en otra de estas veces que le pregunté el porque de que ya nunca me dijera nada de lo que sentía con sinceridad