Mi historia, cuarto espisodio.
Se había ido, no eran ni las 7 cuando me llamó y me dijo que se iba. No me lo podía creer, después de lo que me había hecho ese medio día!!! No se vale.
Teníamos un acuerdo. De ocho a ocho solo trabajo, y a partir de las ocho lo que fuera. Él lo había incumplido. Después de comer, metidos en la caseta y con la obra parada por la lluvia, se me había insinuado, y con la excusa de ver algo en mi ordenador, se me había acercado por detrás; me había acariciado el pelo y no pudo resistirse a mi escote. Me había metido mano, pero que digo mano!, poco más y saca su brazo por la pernera del pantalón! Pude sentir un escalofrío a la par que su mano acariciaba mis pechos de forma fugaz hasta llegar a mi sexo, provocarlo, y salir con la misma rapidez. Mi excitación era bestial, mi cara de deseo no pasaba desapercibida ni para el menos observador. Le miro con una mezcla de incredulidad, deseo y súplica. Me mira, me sonríe y sale de la caseta.
Y ahí me quedo yo, con cara de pánfila, esperando su regreso, que no sucede.
Suena el teléfono. Es él. Ha habido un problema en una zona de la obra, la estructura prefabricada ha sido mal montada. Me acerco. Reviso, no vale. Medio día de trabajo a la mierda. Las horas de la autogrúa se las pienso cobrar igual. El subcontratista protesta, discutimos. Empieza a ponerse malencarado conmigo. Me levanta la mano.
Antes que la cosa vaya a mayores, él se planta entre el subcontratista y yo, y como un lobo me defiende. Dejo de escuchar las voces, la discusión no existe. Solo él, con el agua de lluvia cayendo sobre el casco y deslizándose por su cuello. Ese cuello, preludio de un cuerpo varonil y musculoso, marcado por el esfuerzo del trabajo duro. Ese cuello perdición de mi ser. Incitación al sexo. Deseo puro.
Su mirada fija en mí me saca del sueño. A interceptado mis pensamientos. El subcontratista me mira desconcertado... acaso he balbuceado algo?? No, simplemente mi cara absorta le llamó la atención. Todo arreglado. Situación resuelta. Vuelvo a la caseta, sola, esperando que él me siga. Pero no.
Son las ocho. Se fue y ya no regresará. Mañana es viernes, se va para su casa a la una. Con su mujer. Y no va a ocurrir nada. Y me quedo sola con este deseo hacia él, hacia su cuerpo. Una punzada de dolor cruza mi alma, es el dolor en el orgullo, el dolor del rechazo. Decidido. El lunes todo volverá a la normalidad. Volveremos a ser compañeros. Nunca más amantes. Me resistiré, le cortaré los juegos. Va a sentir lo que yo estoy sintiendo, aunque el deseo me haga enloquecer.
Apago el ordenador, recojo los papeles para acercar a la oficina y cierro la caseta, la verja de la obra y me dirijo a mi coche.
Está oscuro, en la calle no se ve un alma. En el suelo mojado se reflejan las farolas amarillentas. Empieza a llover de nuevo y apuro el paso hasta mi coche. Con lo cargada que voy no llevo las llaves a mano. Que lata, lloviendo sobre mi y las llaves que no aparecen. Por fín! Abro la puerta trasera y vuelco todo dentro: portátil, carpetas, papeles, bolso...Mierda! estaba abierto! todo se desparrama sobre el asiento trasero. Me agacho a recoger las cosas. De pronto, siento como me agarran por detrás. Suelto un grito, me impiden el movimiento. Me asusto realmente. Miles de pensamientos terribles cruzan mi mente. Cuando por fin logro safarme y ver, es él! es mi encargado. Furiosa por lo que acababa de hacer le golpeo. Furiosa por lo ocurrido en la tarde vuelvo a golpearlo. Furiosa con el mundo le golpeo repetidamente. El me abraza y me pide disculpas. No se imaginó el susto que me iba a dar.
¿¿Por qué lo has hecho??? ¿Por qué te has ido? ¿Por qué me haces sufrir así? ¡¡¡Te odio!!!!.
Su única respuesta a mis acusaciones es una sonrisa. Me revienta su actitud de superioridad, de sentirse único. Me besa. Lo aparto de mala manera. Me agarra de la cintura y vuelve a besarme, intento apartarle, le golpeo, le abofeteo y su única respuesta a mis golpes son sus besos, de igual fuerza que mis embistes.
Cada vez mis golpes se distancian y sus besos se apasionan. NO!!, grita mi mente. SI!!! Grita mi cuerpo. Él gana. Siempre gana. No tengo voluntad para callar mi cuerpo. No con este hombre.
Me rindo a sus besos y me dejo llevar por el camino que me está marcando. Acaricia mi cuello. Baja su mano lentamente por mi espalda, sobre la ropa, hasta encontrar un hueco en ella por el que introducirse. Me suelta el sujetador. Mis pezones se erectan, pero en lugar de acariciarlos, sigue paseando su mano por mi espalda, haciendo que los escalofríos recorran mi cuerpo y pongan mi bello de punta. Hábilmente me retira el sujetador. Estoy en mitad de la calle, lloviendo sobre mi y sin sujetador.
Por si fuera poco, saca una navaja del bolsillo, corta las tiras finas de mi tanga, y me lo arranca. Estoy en medio de la calle, sin ropa interior, lloviendo sobre mi y frente a un hombre con una navaja en la mano. Cualquiera que viera la escena podría pensar muy mal.
Siguiendo con el juego de la navaja, me mete en el coche, conduce hasta un descampado y aparca. Me mira a los ojos y en su mirada lasciva adivino que aún no se han acabado las sorpresas. ¿¿Te gustan mucho esos vaqueros??- la verdad no.... pero antes que pudiera contestar lo tengo encima de mi, blandiendo su navaja cerca de mi cuello. Siento el frío del acero en mi piel. Siento como desliza la hoja plana por mi pecho, sobre la ropa. Siento como se acerca a mis vaqueros, el ruido del roce. No temo. Estoy super excitada. He adivinado sus intenciones. Con un leve gesto de cabeza le autorizo. Rasga mi pantalón, en el punto justo. Una abertura perfecta enfrente de mi sexo.
Saca su miembro erecto y ante su visión me excito aún más, intento acercarme para lamérselo. No me lo permite. Con la navaja en mi cuello me susurra la ultima vez q te dejé, no pude penetrarte, quiero escucharte gemir como aquella vez, pero por el placer de mi miembro en ti.- asiento con la cabeza, claro que gemiré. Allí nadie me podrá oír.
Juega con su miembro delante de mi, provocándome, pero sin dejarme participar. Acaricia mi sexo con él. El solo contacto con mi clítoris desborda mi pasión. Mi excitación es tan grande que llego al climax. Antes que acaben mis espasmos me penetra, con furia, como si me odiara. Este simple gesto prolonga mi climax y me hace gemir de placer.
El coche es incomodo, la penetración complicada, abre la puerta, me saca de él y me tira sobre la hierba. Ha dejado de llover, pero el suelo está empapado. Me moja el jersey. Se lo digo. Su reacción no es la prevista. Me arranca la ropa.
Estoy desnuda en el descampado, frente a un hombre vestido con el miembro erecto saliendo de la bragueta. La situación tan dantesca me excita. No siento frío, las gotas de agua q impregnan mi cuerpo solo hacen que aumente mi deseo, tengo hipersensible todo mi cuerpo. Todo es deseo, todo excitación. Todo es un estimulo para mi.
Antes que pudiera digerir la situación se abalanza sobre mi y me penetra, con fuerza, con furia. Se me clavan piedras en la espalda, pero no me importa. Solo siento su miembro dentro de mi, solo sus envites, solo mi deseo, solo la pasión. Solo placer.
Llego al climax y gimo, gimo como nunca antes lo había hecho. Ante mi clímax el no para, las penetraciones mas fuertes, mas rápidas mas profundas. Siento que se me va el aire, me mareo, ahogo un grito y me desmayo.
Recupero el conocimiento, poco a poco, abro los ojos y veo su cara, asustado, pálido ¿estás bien? O Dios mío, ¿te he dañado?- estoy bien, ha sido maravilloso. El mejor orgasmo de mi vida. Su cara empieza a recuperar el color, y su miembro, su tamaño previo. Con una sonrisa picara, me dice:-no pretenderás irte de rositas, así, sin que yo lo disfrute también, verdad?- claro que no amo, y me dispongo a igualar su placer.
Después de semejante orgasmo, mi vagina estaba demasiado dilatada para darle el placer que el se merecía, pero en mi cuerpo había otro lugar que si lo lograría.
Por primera vez en toda la noche me atrevo a tomar la iniciativa. El me lo intenta impedir, pero al percatarse de lo que voy a hacer, me deja.
De forma la más sumisa que se, me doy la vuelta y me pongo de rodillas elevando el trasero, con las piernas ligeramente separadas, para facilitar el acceso. Hay! Me he clavado una piedrita en la rodilla! Con esta pequeña interrupción, el aprovecha para recuperar el mando. Casi sin preparación noto que me penetra. Un espasmo de dolor cruza mi mente, antes de siquiera ser consciente del daño, el placer cubre cualquier traza de dolor. (Mañana me acordaré muy bien de este momento) Siento como su miembro entra una y otra vez en mi, con una pizca de dolor que me da un placer extremo. Comienzo a masturbarme, un dedo, dos, hasta tres caben en mi vagina. MI excitación es máxima. El placer subyuga cualquier otra sensación. Él eyacula entre espasmos, abrazándome. Yo me acabo de masturbar y también llego al clímax.
Tendidos sobre la hierba húmeda, empapados en nuestro propio sudor y en el de la tierra. Comienza a llover de nuevo. Las gotas caen sobre mi piel desnuda, calmando el ardor. Abro la boca y dejo que las gotas sacien mi sed.
Entro en el portal de mi casa, debo de tener una pinta horrible, llevo la ropa manchada de tierra, pude recuperar mi sujetador, pero el tanga estaba inservible, además llevo el pantalón roto! Espero no encontrarme con nadie.
Por fin en casa, Mierda!, la puerta no está cerrada con llave, mi novio ya ha llegado, pero que era es? Miro el reloj, son las 11.
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Muy bueno
Bravo Kata!! me encanta como escribis...
Saludos.
Muy bueno!!
hay continuacion no!?!!
ojala q si...la estare esperando!!
felicitaciones!!
Felicidades
Tus relatos son espectaculares, y de verdad que excitan a quien los lea.. Siguenos ocntndo tus historias con tu encargado. Un beso wapa
Impresionante, me encanta
Me ha encantado, como los anteriores, son muy muy buenos, eres una de las grandes escritoras de este foro.