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Mi experiencia con un trío

yogurtu78
yogurtu78
4/1/18 a las 18:44

Hola. Mi compañera es por lejos lo más hermoso de mi pequeño país. Hace muchos años estamos juntos y lo hacemos todos los días. Por eso me considero el uruguayo más  afortunado, ya que la tengo a mi lado, a pesar de ser yo un tipo común y corriente. Su foto está o estaba creo, en mi perfil. Pueden comprobar eso.
Aunque el tiempo a mi me ha dejado su huella, a ella poco y nada.  Sigue siendo aquella rubia flaquita divina de pelo suelto finísimo y ojitos verdes, que conocí hace 20 años. Ella hoy tiene 41.
Lo mejor es que sí bien ella dice importarle muy poco el sexo,  luego que logro convencerla en la cama, explota como un volcán y es algo indescriptible. No he visto ni experimentado nada siquiera parecido a su locura desatada al sentir sus orgasmos: grita, muerde, araña, pellizca, tiembla, moja la cama, etc etc
Pues bien, últimamente yo quería ir más allá. Quería ver cómo reaccionaba ante una doble penetración. Abro un paréntesis para decir que a ella no le apetece nada de lo ajeno a lo convencional. Ni siquiera posiciones extrañas, ni juguetes sexuales, ni sexo anal, ni nada de chupar algo, o que le chupen... todo lo no convencional dice que es de pervertido y de viejo verde.
¿Entonces cómo yo lograba entusiasmarla con la idea? Aparte en un país chico donde todos nos conocemos, la cosa se iba a complicar más aún, para descubrir a mi compañero. Debía de permanecer todo en el máximo secreto. Pasaron los años hasta que ocurrió  el momento perfecto. En unas navidades, conocí yo a un primo suyo, el cual, ella me había contado una vez, que habian tenido exploramientos sexuales en su pre adolescencia. Sencillos pero interesantes.
Su primo era un gordo simpático, casado con una gorda histérica,  quejosa, infumable, que gritaba todo el tiempo a sus hijos, que poco caso le hacían.
Luego de los brindis, la gorda se fue a dormir con sus hijos. Todos nos ibamos a quedar a dormir en esa casa porque era grande y no vivíamos en esa ciudad. Habíamos viajado para pasar juntos la navidad.
Entre champagne y vinos espumantes, nos pusimos a hablar con el gordo, que en determinado momento le pregunta a mi mujer:
 -Y vos cómo hacés para mantenerte tan joven? Hiciste un pacto con el demonio? Y se ríe.Entonces yo respondí rápidamente:
 -Cojemos todos los días. Mi mujer me miró sorprendida que yo dijese eso, pero el gordo respondió enseguida, entre risas:
 -Ah... debe ser que nosotros como jamás lo hacemos, mi mujer envejecimos tan rápido (risas)
Y entre una cosa y otra, la conversación llevó a que yo le dijera: -Mirá  que tu primita  ya me contó una vez, las travesuras que hacían ustedes dos, cuando quedaban solos, eh?
El gordo me miró,  (recuerdo su cara de sorpresa, con una mueca de satisfacción, por haber sido él, primero a mi, en haber saboreado tan exquisito manjar) y luego bajó  la cabeza un tanto avergonzado.
Mi mujer, estaba tomando unas pastillas para prevenir ataques de pánico, estreses, depresión y esas enfermedades boludas que inventan los psicólogos de ahora. No pueden ser mezcladas con alcohol. Ella hizo caso omiso y con el champagne quedó bien borracha, y atolondrada, la pobre. Fue ahí que se me prendió la lamparita de hacerlo. Yo entonces le hice acordar a ella la promesa.
El tema de la promesa era asi: Nosotros habíamos dejado de fumar hacía años. Ella volvió a fumar y en una discusión que tuvimos, ella me prometió aceptar cualquier cosa sexual que yo quisiera, con tal que ella fumarse y yo no le increpase... Sus promesas eran siempre con algo sexual,  porque la maldita sabe muy bien lo loco que me vuelve su cuerpo, y las únicas veces que hacíamos cosas raras era mediante pagos de apuestas. Pero ésta última vez, la promesa fue tan grande, que consistía en todo lo que yo quisiera, aunque ella no estuviese de acuerdo.
Entonces le dije, ahí mismo, recordándole  su promesa, que mi idea era que ella tuviese sexo con nosotros dos al mismo tiempo.
Hasta ahora me da gracia la cara que puso el gordo abriendo su boca y los ojos torcidos de mi mujer totalmente borracha que apenas se le entendían sus reproches.  Aclaro que estábamos en una pieza del jardín,  como una barbacoa y estábamos solos. Al costado había un cuarto con una cama. Yo sugerí hacerlo ahí.  Mí mujer sorprendida decía: -Ahora?! Aqui?. Tas loco!!
Yo vi que ella no cuestionaba en si hacerlo o no. Sino el momento y el lugar, lo que me exitó muchísimo.
Apagamos las luces y fuimos con ella a la cama, entre tumbos por su estado de embriagadez.
Ella usaba un vestido muy fácil de quitar. Prendimos un ventilador enorme y antiguo y la pusimos en la cama entre caricias de ambos. Yo amaba hacerle la cola a mi mujer. Tiene unas nalgas bien firmes, porque hace mucha gimnasia, y casi nunca lo hacemos porque dice tener pánico por las hemorroides y dice que es sucio, y que es de homosexuales que a los hombres nos guste el culo bla bla bla. Es un tema prohibido.
Como nunca dejaba que le metiera siquiera un dedo en el ano mientras lo hacíamos, sí  aceptaba un masaje, con mis dedos por toda esa zona, sin penetración,  lo que la exitaba muchísimo,  y yo intuía que ella se imaginaba siendo penetrada por su culito, por como se abría y cerraba. Por eso mi fantasía era una doble penetración.
Para eso, le dije al gordo que se pusiera abajo, boca arriba, y puse a mi mujer que estaba toda floja, encima de él. El gordo bufaba de tan excitado que estaba y se reía a cada frase que yo decía, imagino yo de la felicidad que se iba a comer tal bombonazo.
Mí esposa me habia contado que cuando ellos hacían sus juegos eróticos en aquellos años, nunca hubo penetración.  Hoy su primo iba a saldar esa deuda pendiente y por eso estaría tan desesperado. Recuerdo ir al baño a buscar crema de enjuague para usar de lubricante en el ano y al volver, veo que estaban discutiendo. Es que su primo se negaba usar condón. Que nunca se había puesto un condón en su vida porque le molestaba. El pobre gordo garchaba una vez al año, no iba a ser yo el que contradijera su filosofía. Pero mi esposa se negaba totalmente. Propuse cambiar roles. Yo abajo, mi mujer arriba y le di la crema de enjuague a mi primo. Ni bien la penetré, ella empezó con su festival de contorciones y jadeos, al cual jamás me acostumbraré. Siempre me ha excitado muchísimo todo eso, y sé que no finje porque le estrallan las articulaciones, suda muchísimo y tiembla. Aparte de no importarle quien la pueda oir. Pero en un momento pega un salto y se levanta exclamando: -Qué  es ésto  frío?! Era la crema que su primo le había puesto en el ano  para que lubricara.  -Qué asco! Decía ella. Yo la convencí que siguieramos. Pero ella estaba muy desconfiada y al cabo de unos minutos, su primo que pesaba como 100kg más mi mujer, apenas me dejaban respirar. Mí primo se ofusca porque no logra penetrarla.
Que no puede y que ya no se le paraba mas. Quisimos intercambiar roles otra vez, pero ya no teníamos más condones. Mí mujer perdió la excitación y decidió irse a dormir. Yo no podía creer que hubiese perdido esa única oportunidad. El gordo me dijo que nunca le había pasado, eso de que no se le parara. Un desastre. Lo único bueno que rescato es que mi mujer al otro día no se acordaba de nada

 

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ISDIN Si-Nails

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