MADRID. Dicen las malas lenguas sevillanas que por El Tamboril y por la calle Betis se rumorea que Javi Navarro ya ha cogido tijeras, ha hecho recortes y los ha pegado en la pared para tirar dardos al bello efebo blanco. Mientras, en La Coruña, Duscher afila los tacos y, en Valencia, Albelda se relame. Si encima le damos hasta en el pasaporte nos los agradecerá, deben pensar los enemigos acérrimos de David Beckham después de leer sus últimas declaraciones, publicadas por el Daily Express, en una entrevista concedida a la cadena ITV.
En ellas, Beckham declara respecto a sus tatuajes (doce en total) que le gusta el dolor que siente cuando se los hacen: Resulta extraño, pero el dolor me gusta de verdad. Victoria no quiere que me haga más, pero uno se hace adicto a esto. Aunque suene extraño, el dolor de la aguja del tatuaje me divierte. Eso sí, dice que no se haría uno si no significara nada: Deben de tener algo que ver con mi familia o ser algo que nos proteja. Justifica esta adicción a cierto masoquismo que padece, aunque en la entrevista no se comenta nada sobre si la posh tiene látigo en casa o no.
Es posible, incluso, que todo esto tenga que ver, de forma inconsciente, con la teatralidad del jugador en cada golpe que recibe o en cada lesión que sufre (algo que ha sido comentado frecuentemente en el entorno del club), pues es muy amigo de ser compadecido por la galería. Mal asunto para cuando el Madrid viaje a Bilbao, Pamplona o Sevilla, pues los dragaminas locales pueden llegar a pensar que, si encima de atizarle, se lo va a agradecer pueden poner impunemente la carne de inglés en una sabrosa barbacoa.
Empero, las confesiones de Beckham llegan más allá y relata un asunto problemático. Confiesa David que tengo un trastorno obsesivo compulsivo que hace que siempre tenga que colocarlo todo en línea recta o que tenga que ir por pares. Así, pongo las latas de cola en el frigorífico y, si el número es impar, saco una y la pongo en el armario. Todo debe de estar impecable. En casa tenemos tres frigoríficos, uno para la comida en general, otro para las ensaladas y otro para las bebidas. En este último, si hay bebidas impares, saco la que sobra y la guardo en otro sitio. Me gustaría quitarme esta manía de encima, pero no puedo. Victoria me dice que estoy algo loco porque está todo el tiempo ordenando y organizando para que todo esté perfecto cuando llegue a casa.
Su manía llega más allá, pues cuando entra en los hoteles tiene que meter en un cajón todas las revistas y libros antes de poder relajarse. Por lo visto, sus compañeros del Manchester, que conocían de este trastorno, le gastaban bromas desordenándole la ropa, el calzado o las revistas. En el Real Madrid no son conscientes de dicho trastorno, conocido como el TOC, que afecta a una de cada sesenta personas en el Reino Unido.
El asunto no es baladí (hay que recordar que esta enfermedad ya fue representada por el marido en la ficción de Julia Roberts en la película Durmiendo con su enemigo, un psicópata de cuidado, y así acabó el asunto como acabó, como el rosario de la aurora). Incluso, los psicólogos han dado la voz de alarma al respecto al señalar que esta dolencia, de no ser tratada, puede desembocar en cuadros de angustia y que puede agudizarse con el excesivo estrés que padece el enfermo en cuestión (en este caso sería por la situación extrema que sufre el Real Madrid en estos momentos o por las críticas que recibe el jugador).
Excentricidades varias
Asimismo, se asegura que el trastorno podría ser llevado a la taquilla del vestuario, pero que, por otro lado, la propia dinámica del juego, variada y en continua evolución, podría ayudar al futbolista británico.
Las excentricidades de Beckham han sido aireadas por la prensa inglesa en varias ocasiones. Incluso se ha llegado a decir que a veces lleva trajes blancos para que hagan juego con los muebles del mismo color, que cada dos semanas compra cuarenta pares de calzoncillos iguales y que insiste en ordenar sus camisas por colores.
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Vaya perla¡