Este país mantiene unas peculiares relaciones con sus ricos: capaz es de cubrir de oro y celebridad a quien le entretiene, y luego dejarle morir de hambre y soledad en un rincón, sin nadie que lo recuerde, salvo en su entierro. Envidia a quien tiene más, y aspira, de un solo golpe (el legendario sueño de la lotería) a convertirse en envidiado.
Varias herencias históricas confluyen en el dinero: la cristiana, que afirma que el dinero en esta vida será la condenación en la otra, camellos y ricos igualados ante el ojo de una aguja. La hidalga, que no permitía trabajar para ganarse la vida, sino mirar por la ventana cómo rentaban las tierras. La árabe, de la riqueza como lujo, la ostentación de mármol y coches, y placeres privados. La combinación de las tres resulta tan contradictoria y nociva que lleva a enriquecerse en secreto, sin esforzarse, pero con una delatora demostración de nuevo rico.
Tras la estela que los ricos, nuevos o antiguos, dejaban en España, podía encontrarse el comercio del lujo, las inversiones inmobiliarias, en menor medida las empresariales, la carrera de astros del deporte y el retiro dorado de esrrellas casi apagadas. Las nuevas decisiones fiscales, más propias de un país floreciente que de uno que necesita atraer capital, espantará a éstos hacia lugares más baratos: como nuestro desastroso turismo de sol y playa ha hecho, favoreciendo de paso a Marruecos, Túnez y Croacia. Mientras tanto, los autónomos continuarán pagando como ricos, y trabajando como pobres diablos.
Por Espido Freire.
######################
¿Y vosotros?. ¿Ya habeís empezado a comprar lotería para Navidad?.
Clic.