Hola, he seguido este foro desde hace tiempo y hoy me atrevo ya a contar mi historia,
Todo comenzó hace un par de años, yo tengo una tía que de primera impresión no es muy atractiva, pero a mi siempre me ha encantado, tiene unos senos grandes y hermosos, y un trasero redondito y grande también, en ese entonces ella ella tenía 45 y yo tenía 17. Un día fui a la casa de ella porque ella me lo había pedido, ya que necesitaba un favor mio, porque no había nadie que se lo pudiera hacer, ya que ella era divorciada y sin hijos. Cuando yo llegué ella me dijo que la esperara un momento ya que tenía que salir pero que no tardaba, cuando se fue vi en el cesto de la ropa sucia unas hermosas braga de encaje suyas, me acerqué, las tomé, y las olí, su olor me excitó muchísimo, tanto así que busqué más de su ropa interior y fui al baño a masturbarme con ella, antes de que llegara deje todo como estaba y en ese momento las cosas quedaron así. A mi me había gustado mucho lo que pasó, así que decidí volver más frecuentemente a su casa, y siempre en un descuido de ella me acercaba a oler su ropa interior, pero ya no era solo de la ropa sucia sino también de su cajón de ropa, y ya cuando una prenda me gustaba mucho me la llevaba a mi casa como si conmigo llevara una parte de ella.
Uno de tantos días, yo estaba en su habitación, oliendo su ropa, cuando para mi sorpresa ella entró. Cuando me descubrió yo no supe como reaccionar y me quedé en shock, pero quedé confundido al escuchar salir de sus labios las palabras "Siempre supe que eras tú el que se llevaba mi ropa, pero no se asustes, en realidad me excita mucho. Si quieres llevarte algo sólo dímelo, es más, puedo darte lo que llevo puesto ahora mismo". Yo no supe como reaccionar, lo único que hice fue levantarme de donde estaba, pero ella se me acercó lentamente y me dio un apasionado beso en los labios. Nunca olvidaré ese día, ni un sólo detalle; aún puedo recordar lo que ella llevaba puesto bajo su vestido, unas hermosas bragas de animal print de cebra, y unos brasieres que hacían juego con ellas. Nunca pensé que fuera a perder la virginidad con mi tía, y por más loco que suene así fue. Recuerdo como se quitó la ropa lentamente, y mi emoción en el momento en el que se quitó el brasier, cuanto tiempo había deseado yo ver esos hermosos senos, con unos pezones perfectos, fuer hermoso, pero lo fue aún más poder tocarlos, bersarlos, chuparlos. Luego le bajé las bragas y quedó al descubierto su hermosa vagina, con pequeños pelitos rubios, por fin podía sentir de dónde venía ese delicioso olor de su ropa interior, le metí mis dedos suavemente, luego con ellos recorrí todo su cuerpo hasta llegar hasta su boca, después ella se agachó y me quitó lo que llevaba, me comenzó a hacer un oral, lo hacía como toda una profesional. Finalmente había llegado mi momento de penetrarla, el momento más emocionante y excitante de mi vida, iba a penetrar a mi tía. Sin pensar en nada más se me hizo encima y comenzó a subir y a bajar, yo hice todo lo posible por hacerla sentir especial, me encantaba escucharla gemir y gritar de placer, sentir como lubricaba, y luego se levantaba y chupaba mi pene hasta tragarse todo mi semen (en realidad nunca nos preocupamos por un embarazo ya que ella estaba operada para no tener hijos). Al terminar me sentí maravilloso, fue la experiencia más perfecta de mi vida. Ella me dijo sobre quedarme a dormir en su casa y yo obviamente accedí, como era muy tarde nos acostamos, y fue perfecto dormir desnudos, abrazados, toda la noche. Fue muy extraño saber que lo estaba haciendo con ella, era mucho más mayor que yo, y aún peor, era mi tía!. Después de una larga pero linda noche no despertamos casi al tiempo y tomamos una ducha juntos, y luego de esto y un par de besos más, emprendí camino a mi casa, no sin antes haber llevado conmigo su hermosa ropa interior.
Después de eso, no tuvimos tanto contacto como yo lo esperaba, aunque en el tiempo que ha pasado hemos tenido un par de encuentros más, eso sí, no tan espectaculares como el primero, pero no dejan mucho que esperar.
Hoy en día llevamos una relación tía-sobrino muy común, no hablamos mucho en los encuentros familiares, pero aprovechando un descuido siempre nos escondemos para por lo menos darnos unos besos,
Espero que les haya gustado mi historia, y espero poder contarles otras cuantas más. Adiós