Mi paso por la universidad me dejó una huella imborrable, porque conocí a los grandes amigos de mi vida. Pero por otro lado me dejó otra huella más oscura, y es ver cómo ciertos profesores abusan de su cargo y su poder, tratándote como algo insignificante, por no hablar de su prepotencia, magnificencia y falta de tacto con el alumnado que al fin y al cabo somos los que los damos de comer.
Tengo recuerdos de profesores maravillosos, pero siempre estarán los que se creen dioses y juegan con tu futuro de un modo descabellado y cruel.
Por no hablar de los que se creen magnánimos y alardean de ser capaces de realizar la épica hazaña de cambiar los fundamentos del derecho.