La otra no es la mala de la película
Estoy casada desde hace 7 años. Mi marido y yo nos conocimos unos pocos meses antes de la boda. Tenemos una niña de 6 años. Nuestra relación no ha sido fácil desde el principio. Somos dos personas con personalidad fuerte. Mi marido es extranjero y al principio pensaba que nuestros problemas de comunicación se debían a malos entendidos provocados por su deficiente castellano y las diferencias de cultura y educación. A los dos años y medio de casados, empecé a intuir que me estaba engañando. Cada vez salía con más frecuencia solo, no se separaba en ningún momento de su móvil. En fin pequeños cambios que, individualmente no serían significativos, pero que unidos a mi cada vez mayor falta de seguridad hicieron que me obsesionara durante meses por conseguir las pruebas que suponía me harían sentir mejor. Creía que tener la certeza de su infidelidad me haría sentir aliviada por el hecho que pasara de ser una fantasía a ser una realidad. Cuando por fin conseguí leer los sms que ella le enviaba descubrí que la confirmación me hacía mucho más daño. En un primer momento pensé que estaba usando esa infidelidad para castigarme, como estrategia para conseguir de mí la esposa modelo que él preconcebía puesto que mi marido es una persona muy tradicional. Una vez descubierto me enfrenté a él. Se rio literalmente en mi cara. Me dijo que era una paranoica y que esa persona era solo una amiga con la que pasaba el rato por lo desatendido que yo lo tenía. Quería que se marchara inmediatamente de casa pero el no quiso. Me decía que pensara en la niña, que iba hacerla una desgraciada por separarla de su padre. Al final todo quedó exactamente tal cual estaba. Por despecho empecé yo también a engañarlo con un ex novio mio. Obviamente, a la que estaba engañando era a mí misma pensando que podíamos vivir juntos, llevar una vida paralela y que la niña siguiera feliz viendo a sus padres bajo el mismo techo. Finalmente él se marchó de casa. Las peleas eran peores que cuando vivíamos juntos. Al cabo de unos meses, cuando las cosas empezaron a mejorar, me pidió que lo dejara volver. Consiguió que me sintiera culpable la decisión que había tomado. Tanto me hablaba del bien de la niña que acabé cediendo a pesar de la desconfianza en que hubiera acabado esa relación. Al mes de volver juntos ya estaba otra vez segura de que seguía viendo a la misma chica. Me convertí en una celosa patológica. Estaba obsesionada por saber quién era ella. No paré hasta encontrar su número de teléfono, saber su dirección, dónde trabajaba. La llamé unas cuantas veces. Cuando contestaba me quedaba muda. Ni yo misma sabía qué pretendía con las llamadas. Escuchar su voz, supongo. Cuanto más celosa me ponía y más irracional se volvía mi comportamiento, más me ninguneaba él. No se puede hablar contigo porque te has vuelto loca, me decía. Al mismo tiempo las cosas económicamente nos iban de mal en peor. Ambos fuimos despedidos de nuestros trabajos por reducción de personal. Al año de que volviera me marché yo con la niña a casa de mi madre. Al mes de marcharme ya la había instalado a ella en la que todavía era mi casa puesto que seguía pagando la mitad del alquiler. Pasaron dos años muy difíciles. Seguía en paro, viviendo en casa de mi madre. El tuvo que dejar la casa porque llegó un punto en que era imposible que alguien la pagara solo y yo no estaba dispuesta a seguir pagando la mitad para que otra cotilleara mis cosas. Cuando dejó la casa se marchó a vivir con su hermana. Entonces ocurrió lo siguiente, cada vez que mi marido volvía a hacer maniobras de reconciliación, la chica se hacía presente, me llamaba por teléfono o me mandaba mensajes. Cada vez me sentía más insegura, más frustrada y más imbécil. En una de las ocasiones me llegó a llamar para decirme que felicitara a mi marido porque iba ser papá. En el momento me ha dolido mucho pero también me pongo en su lugar y creo que ella lo debe pasar peor que yo y estar mucho más celosa que yo. Supongo que debe estar muy enamorada. Sé que en una ocasión ha intentado suicidarse cortándose las venas. Dicen que el se corta las venas en realidad no tiene intención de morir pero en cualquier caso es una señal clara de que las emociones están insanamente desbordadas. Tengo claro que la responsabilidad de que mi matrimonio sea un fracaso no es de ella sino de mi marido y mia.
Hace seis meses empezamos un nuevo proceso de reconciliación. Hemos hablado mucho y de cosas que antes no nos atrevíamos a decirnos. En abril me propuso que volviéramos a vivir juntos, que volviéramos a reunir nuestra familia. Le comenté mis dudas y desconfianzas respecto a que hubiera roto definitivamente esa relación. Me juró que todo estaba acabado entre ellos. Decidí darle una oportunidad más. Otra vez estamos en las mismas. Sé que la sigue viendo pero pensar que voy a volver loca a la niña con tanto ir y venir me echa para atrás. Hoy por hoy, de lo único de lo que estoy convencida es de que el no nos quiere ni a la una ni a la otra y tengo dudas de que quiera tanto a su hija. Si la quisiera tanto ya habría tomado una decisión definitiva.
No sé qué decisión tomar, el desgaste emocional me está consumiendo. Me da vergüenza hablar con mis amigos o mi familia del tema porque me siento muy tonta por ser tan ingenua al pensar en un futuro juntos y tan dependiente en esta relación tan intoxicada.
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No eres la unica
Que consejo darte, no creo que lo estes pidiendo, solo puedo decirte que mi relacion tal vez no esta como la tuya, pero veo que no soy la unica, me volvi una loca patologica, que quiero tener control sobre sus correos y mensajes, estoy dispuesta a pagar un programa de clonacion de moviles, no le creo aunque me baje el cielo y me lo jure por lo mas sagrado. La verdad es como un circulo vicioso que no quisiera salir, estoy cuerda, luego vuelven las obsesiones, pero quiero saaaaber, no quiero seguir siendo la misma ... pero se que esto no es sano mentalemente ni para mi, mis hijos o para el. Creo que necesitas buscar ayuda psicologica, lo mas sano para tomar una verdadera decision.