Me puse el camisón y baje a la cocina a beber agua, el novio de mi hermana mayor estaba sentado en las escaleras de casa.
-¿Que haces aquí?
-Vine a intentar arreglarlo con tu hermana, pero no me atrevo a llamar a su puerta. -Hablábamos en susurros para que nadie pudiese oirnos, ya era demasiado tarde. -¿No tienes frió con ese pijama?
-No, y es un camisón...
El novio de mi hermana, Diego, tiene diecinueve años. Es el mítico macarra de barrio, que pasa la mayor parte del tiempo en el gimnasio. Cuando se fijo en la poca ropa que llevaba volví a sentir el suave escalofrío de cuando empecé a ver la película.
-Voy a la cocina a por agua ¿Quieres tomar algo?
-¿Tienes cerveza?
Le eche una mirada fría y empecé a caminar. El se quedo apoyado en el poste de la puerta de la cocina y yo cogí la botella de agua y me senté encima de la mesa. Mientras bebía se acerco y se puso delante de mi.
-¿No me vas a dar la cerveza? -Me acariciaba las piernas con las dos manos.
Cuando puse la botella encima de la mesa deje que los tirantes me cayeran hacia los lados, abrí las piernas y las enrede en su cintura, apoye los codos en la mesa y presione mi cintura con la suya.
-¿Vamos a mi habitación? -Estaba empezando a gustarme.
-Inclinate.
Me bajo los tirantes y dejo caer mi camisón, me paso los dedos por los pezones y me lo quito del todo. Quede absolutamente desnuda sobre aquella mesa, y volví a sentir el flujo.
El se quito la camiseta, tenia unos pectorales mejores que los del chico de la película, luego se quito el pantalón. Me abrió mas las piernas y me penetro.
El placer era demasiado grande, esto no tenia nada que ver con lo que había experimentado yo hace unos diez minutos. Le tenia cogido por los brazos, y el a mi por la cintura, y cuando ya no pude mas empecé a gemirle al oído. En un momento dado me eche para a tras y quede recostada sobre la mesa mientras el seguida haciendomelo, me acariciaba los pechos y gemía suavemente, una ola de calor invadió todo mi cuerpo, el empezó a moverse mas deprisa incluso mi cintura había empezado a moverse. Arañe la mesa, no podíamos gritar, me quede apoyada sobre las palmas de las manos mientras mi cuerpo vibraba veloz al mismo tiempo que su cintura, suspire y eche la cabeza para atrás, me había corrido.