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La chica del vagón del metro

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biser_5721009
27/1/15 a las :59

Iba dentro de un ruidoso vagón del metro con la mirada perdida repasando mentalmente las actividades que haría al llegar al trabajo cuando de pronto, justo en mi campo visual, se colocó una pasajera de pie. De pronto frente a mi estaba una chica delgada con un par de jeans muy ajustados, low-rise, y una camiseta que mostraba el ombligo involuntariamente al tener que agarrarse del tubo que va en el techo y no hice más que deleitarme con aquella imagen. Me faltaban como cinco estaciones aún para llegar a mi destino de modo que me puse creativo. Ni siquiera subí la mirada para ver la dueña de esas espectaculares piernas. Intentaba adivinar a partir de los pliegues del pantalón el tipo de ropa interior que llevaba la chica, el color, el tamaño y cuando ya mis ojos de rayos X habían desaparecido el jean comencé a alucinar aquella chica en tanga, a menos de 1 metro de mi boca. Los ruidos del tren desaparecieron al igual que la multitud presente. Inevitablemente comencé a imaginar cómo le pasaría la lengua por todo el borde de su tanguita, atrapando con los dientes esa diminuta ropa interior. Mi boca, obviamente se hizo agua al imaginar cómo podría recorrerle toda la rajita con mi lengua hasta detenerme en su clítoris, darle lametazos en principios, golpecitos con mi nariz, rozando mis labios por sobre ese botón de placer, antes de lanzarme a succionarlo, atraparlo entre mis dientes, acariciarlo en círculos, en cruz, en equis, en triángulo y en cualquier figura que exista en la geometría e imaginaba cómo esa chica se volvería loca de placer si además de eso introdujera un par de deditos, de los míos traviesos y perversos, para explorarla por dentro mientras la chupo como un desalmado salvaje. En medio de esos pensamientos me pregunto qué pasaría si allí mismo, en el vagón del metro y en medio de la multitud, pusiera mis manos con fuerza sobre sus nalgas y comenzara a besar y morder aquella deliciosa vagina cuando escuché un altavoz que anunciaba la llegada a la estación de mi destino. Dudo entre seguir en el metro o cumplir con mis responsabilidades. Lo que estaba viendo era espectacular, pero en mi trabajo me esperaban varias personas para una reunión, pero lo que veía era más atrayente que mi trabajo, y me encantaba mi trabajo, pero más atractiva era esa vagina tan cerca de mi que hasta su olor apreciaba, pero me esperaban en la oficina, no debía fallar, pero esas piernas Hasta que de un impulso subí la mirada para ver el rostro de quien me provocaba tal fantasía y me encontré con dos ojos grises mirándome fijamente. Me sentí descubierto, gratamente sorprendido y salí del vagón. Apenas puse un pie en el andén me detuve. No, no la puedo dejar ir. Volteé para dentro del vagón y ella estaba volteada, mirándome y cuando me decidí a entrar de nuevo, las puertas del vagón cerraron bruscamente y arrancó el tren con su ruido ensordecedor mientras nuestras miradas se quedaban enganchadas hasta que la distancia quiso. Después de todo en la oficina te esperan, me dije, mientras estaba de pie recibiendo el viento en mi cara que producían los vagones. Allí me quedé, inmóvil, solitario en el andén mientras anunciaban más cosas por los parlantes.

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