Isis y su Amor por la Química (Relato Erótico)
Aquella tarde, Isis se dirigió al hotel sin imaginarse que conocería una nueva dimensión del sexo, no después de 3 años de encuentros con todo tipo de hombres y de estar lo mismo con jóvenes que celebraban sus días de universitarios que con tipos en sus últimas temporadas de galanteo. Se conocía tan bien los hoteles de La Coruña que podría ir vendada hasta la habitación que le señalarán, por eso no se esmeró mucho en su peinado, el pelo suelto y algo alborotado, a muchos les gustaba.
Revisó la tarjeta: “Habitación 42-A”, le encantaba esa ala, significaba que estaba vista al mar. El cliente había pagado la noche completa, al terminar de follar seguro podría descansar un buen rato, con suerte, un café para pasarla bien al culminar.
Tocó la puerta, un hombre de muy avanzada edad la abrió, le dio la bienvenida y le pidió sentarse un momento. El servicio era desde las 6 PM hasta las 6 AM, sin apuros para ella, mientras menos trabajo mejor y revisando visualmente al cliente, como solía hacer, concluyó que este hombre no duraría más de 30 minutos con ayuda de alguna pastilla y no habría segunda función, pero si se extrañó que él se sentara frente al ordenador, muy apurado por terminar meticulosamente algo. Es decir, ¿Qué hombre paga por una escort y se sienta tan tranquilo? ¿Acaso estaba perdiendo su encanto?
Imaginarse ello despertó el instinto de mujer que ama ser deseada en ella y se levantó, colocándose frente al espejo y casi al lado del cliente… en ese momento, mientras notaba sus redondas y muy firmes nalgas asomándose por la minifalda que se levantaba provocativamente, recordó que no sabía su nombre…
-¿Soy Isis, usted es…?
- Sí, al contratar tus servicios me dijeron tu nombre, soy químico.
- Ella lo miró, no podía creer tal desprecio a su figura, o era gay, o era un patán o quizás peor, algún asesin…
-Soy Alan – le dijo, calmando su imaginación que ya le hacía temblar, a úl!@#*! momento parece que entendió, que ella preguntaba su nombre y no su profesión – Discúlpame, claro que tendremos sexo, solo debo preparar algo que usaré.
Ella no era tonta y de inmediato se preocupó, miró en el escritorio y notó dos trozos transparentes de plástico, parecían capas delgadas, no tanto como un preservativo, pero igual de moldeables.
- ¿Planeas algún experimento? No soy ninguna ratita o mono…
- Calma, calma – le dijo Alan – Respeto mucho a las mujeres, solo que me apasiona la química y terminaba algo, lo que usaré no te dañará, en todo caso, seré yo quien lo use.
- Bien, bien, toma las pastillas, inyecciones y usa la crema que quieras, pero cuando…
- De inmediato – le dijo él, levantándose y llevándola suavemente a la cama.
Mientras se dejaba acostar, Isis se sintió tonta al notar que de pronto, la curiosidad por lo que fuese que estaba inventando aquel viejo químico, le hizo desear probarlo o sentirlo ya. Rio para sus adentros, ya había probado tantas cosas, ponerse ahora como una niña… entonces sintió que el le levantaba la minifalda, lo hacía suavemente…
- Si quieres me desvisto, yo…
- Tranquila, primero quiero probarte tu concha un rato.
Ella estaba acostumbrada a tratar bien a sus clientes, profesional ante todo. Le extrañó mucho que aquel viejo no le pidiese chuparle la verga, era la norma, sobre todo en los mayores, viejos y grupos de chicos siempre la arrodillaban de una vez y mientras chupaba una o varias pollas, según la ocasión, la desnudaban y disfrutaban de sus gordas tetas y su culo exageradamente firme. No le gustaba presumir, pero el cuerpo que le puso Dios o era para artista o para puta y aquí estaba, como una gran artista de la putería… En ese momento ya no tenía bragas y no entendía, mejor dicho sí, se levantó ante lo que miraba:
- ¿Por qué te colocas eso…? ¿Qué haces?
- Es un compuesto, te repito que no te hará daño, solo me lo colocaré en la lengua… - Alan se colocaba una de aquellas pequeñas capas de plástico en la lengua, de hecho, mientras le miraba, notó que en cuanto el cerró la boca y su saliva entró en contacto con la lengua, la capa ya no se veía. Él entonces le sonrío.
- ¿Ves, no tengo nada ahora? – La miró fijamente y lo que dijo, le convenció de dejarse llevar – Te prometo que lo disfrutarás.
Algo nerviosa, abrió y levantó un poco sus piernas, mientras el se acercó, jugó un poco con sus labios vaginales, todo el clítoris con sus dedos, como si ubicase estratégicamente los blancos importantes antes de atacar y de inmediato sintió su lengua…
No parecía nada de otro mundo por unos segundos y de pronto…
- Ahhhggg…!! Me queemaa!!
Ella gritó y se alejó. Él, algo impaciente, le explicó que se trataba de un producto nuevo, la temperatura subiría y bajaría cada vez más rápidamente, pero nada malo podría ocurrirle. Nuevamente la curiosidad la empujó a colocarse con las piernas abiertas, pero él, al parecer ya había jugado con su invento y sabía el momento justo en que aprovechar la curiosidad, la tomó con fuerza y la volteó, al quedar boca abajo la arrastró hasta su boca e instintivamente, ella levantó su culo gordo para darle acceso total a sus hoyos…
Esta vez ambos estaban listos. Metió su lengua primero en su ano esta vez, y no le dio chance de levantarse, la tomó por las caderas y la presionó contra su boca. Ella empezó a gritar sin importarle que se escuchara en los cuartos a los lados o al frente… Gritaba como desesperada porque en un momento lo caliente se puso frío y sintió dentro de su culo como un hielo que le recorría el interior, meneó las caderas agresivamente tratando de soltarse, pero aquel hombre tenía una fuerza que de ningún modo aparentaba, no la dejaría ir…
….Entonces sintió que esos mismos brazos que no la dejaban ir la levantaban un poco más y dentro de su panocha le pareció recibir al espíritu del invierno. Esta vez no intentó levantarse… estiró sus brazos, decidida a ser ratita o mono de experimentos, lo que fuese, pero aquel invento la estaba haciendo gozar y la lengua… Alan, se movía como si viviera en su concha desde siempre, aquella lengua ahora caliente y luego fría pasaba por su clítoris y de inmediato bajaba para entrar por sus paredes, apenas entró la primera vez sintió que se corrió, el lo notó y la sostuvo por el vientre, para sentir mejor sus arremetidas, entonces empezó a cogerla con la lengua, adentro y afuera, aquella lengua le quemaba por dentro, no importaba el frío o el calor, ella solo sentía que estaba poseída y que algo que nunca conocía la hacía gozar dentro de su concha, se corrió 3 veces en menos de 4 minutos y el no paraba de meter y sacar su lengua, en un momento, con mucho líquido de su concha mojando el colchón, bajó un poco las arremetidas y el le mordió suavemente los labios, pasando su lengua un par de veces como revisando todo antes de salir… Lo pensó mucho antes de preguntar, pero tenía que saber…
- ¿Cómo… como se llama eso?
Señalaba a su boca, le interesaba comprar, obtenerlo, por Dios, podría ser feliz el resto de su vida si poseía aquel invento.
- No tiene nombre – le contestó Alán – para el mundo no existe y solo yo lo he usado, tengo razones para no sacarlo aún al mercado, soy profesor universitario pero también investigador de una empresa privada.
Ella le escuchaba, pero no estaba concentrada en lo que decía, solo miraba que Alan se había quitado los pantalones, a fin de cuentas era ella quien había tenido orgasmos para todo el mes. Lo que le inquietaba era el tamaño de su verga… no podía ser, seguramente algún aparato loco, un invento químico.
- Un accidente – le explicó – Quise desarrollar una preparación que, al inyectarse en el pene, terminara dándole mucho más volumen, pero calculé mal. Se supone que tenía que crecer entre 4 y 6 centímetros y todo iba bien, pero en la última inyección los resultados fueron desastrosos, el total de la fórmula es más de lo que resiste el pene humano y terminó así.
Solo en películas Isis había visto algo así y en las películas donde hacían montajes, porque ningún hombre (y ella había probado muchos) podía tener una verga de más de 35 centímetros. No podía quitarle los ojos de encima, miedo y deseo se mezclaban en ella y se confundió cuando él miró su concha riendo… había estado manoseándose y metiéndose los dedos sin notarlo, trató de reír por pena, pero seguía nerviosa y apenas asomó una sonrisa en los labios.
- El problema – continuó él – es que no puedo levantarlo, ningún hombre podría, además, ninguna mujer resistiría ser penetrada por esto.
Señaló su monstruosidad de casi 40 centímetros, con pesar. Ella se sintió aliviada, pero también desesperada, no quería que la destrozara con eso, pero tenía que probarlo, por lo menos la mitad podría soportar, era tan grueso…
- Pero como te dije, soy químico y de los mejores. Desarrollé esta sustancia, en cuanto entra en contacto con la saliva se adhiere al lugar donde está colocado y empieza a crear frío y calor, alternadamente, cada vez con menos tiempo para el cambio de temperatura, pero cada vez más intenso, si se usara durante unas 3 horas, terminaría como una especie de discoteca de temperaturas, donde estas se movieran tan rápido como los colores…
Alan se asustó un poco, mientras hablaba ella se acercó muy, muy rápidamente y tomó el gigantesco miembro en sus manos para chuparlo y justo eso hacía. Él se convenció de que aquella chica con una cintura extraordinariamente pequeña para sus caderas, nalgas, sus tetas como melones, jamás sería una buena alumna de química, si había nacido para algo era para experimentar y vivir sexo…
- Solo quiero probarlo – dijo ella
- Lo probarás mejor ahora.
Isis se levantó y se emocionó al recordar que había 2 capas de aquella sustancia, una la había usado en la lengua y seguramente tirado o guardado sin ella notarlo, pero ahora tomaba la otra… muy larga, y la colocaba a todo alrededor de su verga.
- No se sí recuerdas lo que hablé, pero esta sustancia se activa con la saliva, ahora te toca a ti activarla y tendrás todo para ti…
Ella miró nuevamente su bate en descanso, tenía ganas, pero un miedo tan enorme como aquel monstruo, no era exagerado pensar que podía empalarla con eso, una vez despierto no habría vuelta atrás, pero le provocaba tanto…
- La misma sustancia que ayuda a levantarlo y coger sin problemas, a la vez hace que el placer dentro de ti no te permita sentir dolor.
No necesitaba más, él se había colocado aquella capa en su arma y ella corrió a arrodillarse y chuparlo, ella disfrutaba, aún dormido, de tener aquel grueso rolo en su boca, apenas cabía poco más de la cabeza, el grueso y largo de esta bastaría para complacer… pero ella quería todo. Ahora sí había captado el mecanismo, bajó con su lengua, llenando de saliva cada centímetro de la polla que ya saboreaba. En su boca sentía sensaciones raras, el frío y el calor no eran molestos, ni precisamente excitantes, pero si estaba caliente imaginando meterse tan poderosa verga en su conchita.
Cuando él la levantó, volvió a demostrar que conocía justo el momento de tratar a una perra como lo que era, la tomó del pelo y la llevó a la cama, ella chupando la cabeza y paseando por los lados no lo detalló bien, pero la polla estaba tan erecta como una lámpara de noche… y casi de la misma altura..
La había tirado en la cama, ella tenía las piernas abiertas, lo deseaba, pero no le salía la voz del miedo, un par de lágrimas se asomaron a sus mejillas y solo alcanzó a estirar una mano para tratar de detenerlo. Alan tomó sus dos manos, con las suyas, las llevó hasta sus muslos para mantener sus piernas abiertas y empezó a penetrarla.
Él le prometió que no tendría dolor, pero ella sintió claramente que su carne se abría, ya hacía más de 12 años de aquello, pero no pudo evitar recordar cuando su profesor de mate la convenció de ir a su casa para explicarle, ese día se hizo mujer, lo peor es que ni ganas tuvo nunca de denunciarlo, todo el curso se lo chupó en su auto, follaron en su casa y supo que su carrera era ser puta.
Pero esta era distinto, mientras su carne se abría, empezó entonces a sentir aquel frío que parecía dormirle por dentro, le dormía el dolor pero se sentía como un pavo, la estaba rellenando, era lo que sentía, en un momento tuvo miedo de que le faltara la respiración y subió una de sus piernas para alejarlo con fuerza. Quizás ya lo había vivido muchas veces, Alan estaba preparado, en cuanto ella puso le puso el pie en el pecho, él tomó ese pie, hizo girar su cadera y la volteó, quedando a su merced en posición de perrito. El miedo la paralizó mientras él, quizás molesto por su intento de liberarse, la tomó por la cadera y, por lo que sintió, le metió por lo menos la mitad de su verga gigante…
- Aggghhh… NOO!!! Nooo, nooo…
Sus gritos iban desfalleciendo, entre el miedo y el placer porque ya el empezaba a cogerla, sus paredes se adaptaron a semejante monstruo y el calor que sentía en el momento le hicieron olvidar el dolor, pero él la tomó por la cadera con fuerza, ella entendió la intención y corrió al único lugar que podía hacerlo, hacía adelante. Se lanzó con fuerza, sin importar si salía de la cama y caía de cabeza al suelo, pero una vez más, Alan parecía estar un paso adelante. Ella creía haberse escapado, todo su cuerpo se dirigía casi fuera de la cama, cuando sintió sus dos manos en sus pies.
Él la tomó por los dos pies, los mantuvo separados y la haló hacía dentro de la cama, ella quedó entonces con la mitad del cuerpo en el suelo, sus manos en la alfombra, como si pudiese escaparse, lo que hizo fue rodar toda la alfombra que terminó bajo la cama, mientras él volvió a penetrarla pero esta vez sin compasión. Estaba molesto, excitado. Ella se arrepintió de inmediato, si tan solo se hubiese quedado tranquila con media verga adentro.
Lo sintió como debe sentirse, ahora sí, ser empalada. Ya no tenía fuerzas para intentar una nueva escapada, se entregó y si moría, sería haciendo lo que más le gustaba. Alán entendió que estaba entregada, y tomó su gigantesca verga, metiéndola palmo a palmo, casi 40 centímetros de una verga gigantesca, gruesa, le entró hasta donde pudo sentir, luego sintió el cuerpo adormecido, cuando el metió la última parte, ella apenas pudo lanzar un “Ugg.”
El comenzó a penetrarla, dentro y afuera iba todo su aparato, nunca llegaba a salir más de la mitad en realidad, y ella empezó a sentir sus jugos arder con el frío que se apoderó de su cuerpo, era como estar llena de líquido frío, un hielo inmenso dentro de su cosa que se movía adentro y afuera, no pudo evitarlo, no tenía fuerzas para huir, ni para gritar, pero sus retorcijones le indicaron a Alan que estaba teniendo orgasmos y mucho mayores que los anteriores. En su vida se había sentido poseída de este modo, rellenada en cada centímetro de su ser y aún estirada por dentro a límites que no conocía, se sintió mareada, la vista se le nubló, pero no dejaba de retorcerse, sintió como le bañaba toda la verga con sus líquidos que aún así se desparramaban…
… No podía parar en sus orgasmos y él dio su golpe final, sabía que era el momento, la sostuvo por las caderas, sacó toda su enorme verga y la puso en su culo, con una rapidez que no le permitió a ella reaccionar. Sí trató de levantarse mientras gritaba al sentir como le ensanchaba el culo hasta moverle los huesos, pero toda la fuerza que puso con sus brazos levantándose del suelo, se desvaneció en cuanto aquel taladro llegó a fondo, sus brazos perdieron su fuerza y cayó pegando la cabeza del piso, no se molestó en revisar si se había roto la cabeza, aún tenía orgasmos mientras sintió que su culo estaba siendo desgarrado.
Isis no paraba de llorar, con su medio cuerpo colgando debajo de la cama, no podía hacer nada para evitar que aquel químico siguiera experimentando con su concha, con su culo… entonces sintió algo muy extraño. En su concha había quedado como una especie de túnel, toda vacía luego del paso de aquel tren y su salida y ahora su culo, con la polla enorme atorada cogiéndole, entrando y saliendo, estaba sangrando, pero con tanta fuerza que sentía como el líquido bajaba y llegaba hasta su concha, entrando al comienzo de aquella caverna gozada por una especie de gigante. Al pensar esto, sintió como el metía su mano por alrededor y la colocó debajo, empezando a acariciar su clítoris mientras la cogía por el culo con tal fuerza que en cada arremetida sentía casi moverse sus huesos y toda la parte que le colgaba de la cama se levantaba…
…Entonces entendió lo que le había dicho Alán, ella dolida no podía saber cuanto tiempo había pasado, pero tenía que ser por lo menos dos horas, porque su polla empezó a ponerse fría y caliente en menos de un segundo, cada vez más rápido y cada vez subiendo y bajando la temperatura, una palabra se le vino a la mente, pero no tenía fuerzas para pronunciarla
-“discoteca” – pensó, mientras empezó a gozar de aquella violación de su interior, de aquel destrozo, le excitaba sentirse a merced de aquella polla gigante que ahora mismo le hacía una especie de fiesta dentro del culo violado. Sintió que él empezó a penetrarla más rápido, su pene se puso duro, más que en todo momento y supo que se venía, eso la excitó más y de inmediato se retorció desde el vientre, las piernas, su concha temblaba por dentro y, aunque le costaba creerlo, su culo también latía pidiendo que aquella polla se vaciara adentro.
Se vinieron juntos, ella gritó, esta vez tan fuerte que sí tuvieron que ser oídos, levantó la mirada a la ventana, y abrió la boca, como para dar un gran grito que al final no le salió, no tenía fuerzas para demostrar cuanto gozaba con un grito, pero él si lo hizo, un grito de satisfacción mientras ella aún se retorcía, excitada porque la leche de aquel hombre, quien sabe desde cuanto no follaba, le lleno todo el culo y se vació, entrando también a la puerta de la caverna en que quedó convertida su concha. Él se sacudió encima de ella, se levantó con cuidado y buscó algo de agua para ambos. La haló por los pies para traerla completa a la cama, la ayudó a voltearse y ella aún excitada, seguía soltando algunas lágrimas.
Tomó agua mientras el se vestía, tardó por lo menos media hora en levantarse, tomó su bolso y fue al baño, cuando salió de una larga ducha se acostó, el terminaba unas anotaciones y se acostó a su lado. Se sintió rara, normalmente abrazaba a los clientes cuando la contrataban toda la noche, a los hombres les gustaba, pero tenía miedo de que se despertara aquella serpiente, jamás podría aguantarlo de nuevo. Se dio media vuelta y sintió cuando él la abrazó desde atrás. Sin saber por qué, ella también lo abrazó, en el fondo, había disfrutado como nunca y esa noche sería inolvidable.
El sol le despertó sin recordar donde estaba, miró la ventana y recordó, se tocó debajo rápido: estaba vestida, no había pasado de nuevo, aunque tenía una sensación extraña, mira si había nacido para puta: Había experimentado dolor como nunca, casi le unían sus hoyos y toda rellenada lloró implorando que Alan se detuviera y ahora mismo extrañaba ser penetrada por ese monstruo. Se viró a mirar la cara de aquel hombre a quien no se había molestado en detallar y no estaba.
Su ropa, su ordenador, nada estaba, solo encontró un sobre en la cama, con más del triple del dinero que costaban sus servicios.
“Espero hayas disfrutado, disculpa si te lastimé, pero te aseguro que no lo olvidarás. Alán”.
Sus lágrimas brotaron y como niña lloró por un hombre que se había marchado, peor aún, un cliente que pagó por tener sexo con unas , que nunca le ofreció amor, le habló de sentimientos, solo experimentó un invento con ella y la destrozó por dentro. Se enamoró no de él, de su invento, de lo que le hizo sentir, de la química. Y nunca jamás sentiría algo igual al estar con ningún hombre. Los hoteles con vista al mar ahora tendrían otro significado para Isis.
Isis
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