Una mirada profunda, como un lobo esperando su presa, oculto, en las tinieblas, mientras llega el aroma de una mujer desesperada, la que cayo en la rutina de su matrimonio. Unas palabras, una sonriza, un beso, la cama, un adios. Es el manual de los amantes, se nos ha convertido en un instinto animal, somos los complices, una salida a la rutina, se nos convirtio en placer el escuchar a un marido, al otro lado del telefono, furioso, celoso, preguntado nuestro nombre. Los que adoramos ver esposas desnudas, en nuestras camas, mientras les mienten a sus maridos. Es un instinto animal del cual dependemos y al saciarnos, viene el adios, para luego, de nuevo ocultarnos en la oscuridad y esperar una nueva oportunidad.