Inciso. Un italiano en el camino Capítulo 2
Así que otra vez estaba cojeando, y para colmo, mis chanclas comenzaron a darme problemas. Por cierto que eran de trekking, pero tanto uso les había dado, que los cierres se habían debilitado, y se me abrían solas cada dos por tres. Tenía que agacharme cada diez pasos a cerrarme las chanclas, y a los diez pasos se me abrían de nuevo. Estaba muy enfadada ¿Con qué? CON EL MUNDO. Agacharme con una mochila de siete kilos y medio no era algo que me causase mucho placer.
Era muy incómodo que las chanclas fueran abiertas, y me desesperaba comprobar que por mucho que me agachase a cerrarlas, se abrían otra vez. Tuve una idea y fue cerrarlas con un imperdible, y con eso fui tirando un par de km más.
No me quedó más remedio que ponerme las botas, ya que llegué a un tramo de rocas grandes e irregulares, y con las chanclas se me iban los pies para los lados, y mi meñique veía las estrellas. Y ya hasta las rodillas me dolían.
Cuando salí de ese desafortunado tramo rocoso, decidí seguir con las botas puestas, y que si el meñique me dolía, era normal, porque estaba andando 28 km cada día, y que la gente estaba tan mal como yo, y que tenía que dejar de centrar toda mi atención en el meñique, que tenía que respirar, que mirar el paisaje, que disfrutar. Pero recordaba los días en los que no me dolía el meñique como un sueño borroso, no podía apoyar el pie derecho, parecía un pirata arrastrando su pata de palo.
Un matrimonio de franceses de mediana edad me paró, y fueron muy insistentes preocupándose por mi cojera. Yo pensé en cómo había superado mi dolor y mi trayecto el día anterior, y les dije que no se preocupasen, que andaba a mi ritmo, muy despacio, pero llegaba a los sitios. Me preguntaron a dónde iba, y cuando les dije el nombre del pueblo me dijeron que estaba loca y que ese pueblo era demasiado lejano para mi cojera. Yo sonreía, y tras unas pocas palabras más, les deseé buen camino y dejé que me adelantaran.
Cuando llevaba unos 16 km me paré en una sombra, muerta de dolor. Entonces una chica que parecía más o menos de mi edad, se paró frente a mí y me preguntó si estaba bien. Por primera vez dije que no, con una débil sonrisa y los ojos al borde de las lágrimas. Ella se sentó a mi lado y observó mi pie conmigo, pues yo había parado a descalzarme. Era una chica húngara, nunca la olvidaré. Me dio tiritas y betadine en crema, y me ayudó a curarme lo poco que se podía curar. Al final entre las dos vendamos mi meñique con unas cuantas gasas, a ver si éstas hacían de almohadilla y frenaban el impacto del suelo contra mi dedo. Estuvimos sentadas un rato hablando de nuestros dolores y nuestros caminos.
Ella venía andando desde San Juan de Pied de Port, en Francia, es decir, llevaba muchísimos más km que yo. Había tenido tendiditis, había estado en urgencias, y había sufrido mucho. Tenía una voz dulce y suave, y sonreía de una forma maternal, me sentí segura y arropada a su lado. Al cabo de un rato las dos nos levantamos, y seguimos andando juntas. Nos contamos un poco nuestras vidas. Estas cosas de las que se hablan cuando conoces a alguien nuevo, pero en el camino es diferente, puedes saber mucho de una persona en pocos km, más de lo que conoces a otra en años, en tu vida normal (fuera de El Camino). Mi compañera húngara era en el más puro sentido de la palabra, una buena persona.
Caminamos y hablamos un par de km más, y yo empezaba a tener mucha hambre. Le dije que en el siguiente sitio que viera para comer iba a pararme. Así fue y mi húngara me deseo buen camino, pues ella no tenía intención de pararse.
El sitio era una caravana en medio del monte, con un par de mesas y sillas. Me pedí un bocadillo de lomo embuchado con queso y tomate, y fui a sentarme. Entonces vi al matrimonio francés que me había preguntado tanto por mi cojera. El marido no hablaba nada de español, pero la mujer se manejaba. Me volvió a preguntar por mi pie y le conté que me había parado con una chica y me había curado un poco. Me pidió que me descalzara y le enseñara mi dedo. La francesa tenía mi pie descalzo en su rodilla y lo observaba mientras yo devoraba mi bocadillo.
Le dijo algo en francés a su marido, él contestó, e intercambiaron un par de palabras más, de las cuales yo no entendía nada, pero el bocadillo me estaba encantando, eso sí. La francesa me pidió que les dejara curarme, que su marido era farmacéutico y que tenían todo un botiquín a bordo ¿Cómo iba a negarme? El marido francés puso mi pie en su rodilla y me estuvo haciendo no sé qué cosas durante algo menos de media hora. Yo no paraba de darles las gracias.
Cuando terminé el bocadillo y el hombre terminó de curarme, me fui deseándoles buen camino y dándoles las gracias una vez más. Verdaderamente me dolía menos. Seguí caminando con mis chanclas, pues no pensaba ponerme las botas por nada del mundo. Había cuestas abajo y era tan costoso hacerlas despacio, que las hice trotando. Llegué a un pueblo lleno de vacas en libertad, a las que podía tocar si alargaba mi brazo. Me puso esto un poco nerviosa, pues pensé ¿Y si a alguna vaca se le cruza el cable y decide embestirme? La soledad a veces es mala. Otros peregrinos más adelante se hacían fotos con las vacas.
Después de ese pueblo llegué a otro, en el que decidí parar en algún bar para cargar mi móvil, que no tenía nada de batería. Además era el úl!@#*! pueblo antes de llegar a mi destino. Resultó ser un pueblo muy bonito, de cuatro casas y un bar, me recordó al pueblo de Bella en la película ''La Bella y la Bestia". Entré a un bar y me pedí una cocacola. Enchufé mi móvil a cargar y chequeé los albergues del siguiente pueblo. Entonces miré en mi riñonera. Me quedaban seis euros en efectivo. Con un hilo de esperanza le pregunté al camarero si la cocacola se podía pagar con tarjeta, y me dijo que no tenían datáfono. Esto era un problema, pues los albergues solían costar más de seis euros, y aún tenía que pagar la cocacola. Con otro hilo aún más fino de esperanza le pregunté al camarero, casi con vergüenza, si en ese pueblo había cajeros. Me miró perplejo y me dijo que no, que no solo no había en ese pueblo, sino que en el siguiente tampoco, que ya no había cajeros hasta la siguiente ciudad. Apoyé la frente en la mano y respire hondo.
Continuará
Ver también
Uff, he sufrido y todo al leer todo lo que pasaste con el dedo, por el sufrimiento, y ya el final, ha sido "matador", no me gustaria encontrarme en la situación te tener que pagar y no haya datafonos!!. Me daria algo!!
Por lo que cuentas, el camino de Santiago debe ser apasionante hacerlo solo por la de gente que conoces por el camino e imagino que las amistades que se pueden llegar a hacer siendo una persona extrovertida.
Ha sido de nuevo un placer leerte!! Impaciente por leer la tercera parte (y saber del italiano, que paso, que fue de él, etc.)
Un saludo!
Uff, he sufrido y todo al leer todo lo que pasaste con el dedo, por el sufrimiento, y ya el final, ha sido "matador", no me gustaria encontrarme en la situación te tener que pagar y no haya datafonos!!. Me daria algo!!
Por lo que cuentas, el camino de Santiago debe ser apasionante hacerlo solo por la de gente que conoces por el camino e imagino que las amistades que se pueden llegar a hacer siendo una persona extrovertida.
Ha sido de nuevo un placer leerte!! Impaciente por leer la tercera parte (y saber del italiano, que paso, que fue de él, etc.)
Un saludo!
Hola amiga o amigo y gracias por leer, la verdad es que está siendo toda una terapia contar mi experiencia en El Camino de Santiago. Fue apasionante, si, muy recomendable a pesar de todo el dolor y las situaciones difíciles que se puedan vivir, es una puesta a prueba diaria, y una superación personal.
El italiano llegará jajajaja, pero es importante contar todo esto antes, porque en cierta manera, todas estas vivencias me llevaron a él.
Un gran abrazo!
Hola amiga o amigo y gracias por leer, la verdad es que está siendo toda una terapia contar mi experiencia en El Camino de Santiago. Fue apasionante, si, muy recomendable a pesar de todo el dolor y las situaciones difíciles que se puedan vivir, es una puesta a prueba diaria, y una superación personal.
El italiano llegará jajajaja, pero es importante contar todo esto antes, porque en cierta manera, todas estas vivencias me llevaron a él.
Un gran abrazo!
Ah, o sea que aparece; el italiano. Espero que no sea en el úl!@#*! capítulo, aunque como técnica de enganche no está mal
Bueno, aunque de momento siga sin tener que ver con el tema 'Pareja', por mí puedes continuar.
Como tú dices, nadie está obligado a leer.
Probando: ul!@#*! úl!@#*!
ul!@#*! ul!@#*!
¿Qué tiene esta web con la palabra que significa el que va al final?
Perdón por la disgresión oesile
Me quedé esperando lo del italiano jajaja pero me ha encantado esto, espero le sigas escribiendo.
Perdón por la disgresión oesile
Jajajajajajajajá no te preocupes, creo que el problema que tiene la página con la palabra úl!@#*!, es lo que queda cuando quitas úl- no sé si me explico. Queda !@#*!
deletreo: te, i, eme, o. Que significa engaño. Supongo que hay mucho timador por ahí suelto.
Un saludo y gracias por leer ajajajaja
Me quedé esperando lo del italiano jajaja pero me ha encantado esto, espero le sigas escribiendo.
Seguiré escribiendo amiga, la vida en pareja se compone más que de sexo y engaños jajajajá, aunque no sufras, que habrá de todo en esta historia.
Me alegro mucho de que os guste, me encanta escribir, y me encanta leer. Animáos a contar vuestras vivencias!
Un abrazo grande!