Experiencia swinger
Experiencia en hotel temptation mi marido y yo 32 y 28 decidimos que queríamos unas vacaciones para adultos y salir de la ajetreada vida cotidiana y los niños y esta fue nuestra experiencia .
Aunque el hotel Temptation de Los Cabos, México, se presenta como una alternativa dentro del turismo para adultos, es realidad, que durante algunas semanas de hospedaje se convierte en un punto de encuentro obligado para el intercambio de parejas.
Un desfile de cuerpos desnudos con los sexos al descubiertos, hombres flacos y gordos otros atléticos con sus pingas colgando mujeres gordas y delgadas rubicundas y orgullosas de sus carnes, mujeres de senos operados y altivos, barrigas con signos evidentes de liposucción, otras con pechos caídos y arrugados como si hubieran amamantado a 14 críos sedientos. miembros circuncidados, la mayoría, y unos pocos encapuchados; depilación total superando ampliamente la elección de los montes de venus naturalmente poblados, labios carnosos y encubridores vs. clítoris saltones, testículos brillantes de color rosa-chicle, escrotos oscuros y arrugados , y alguna que otra nalga perfecta, sobresaliendo del montón de culos caídos víctimas de la gravedad y la celulitis. Un hombre tamborileándose los huevos mientras habla por celular. Otro, tomando una siesta, en posición de cubito, al que se le asoman los testículos aprisionados entre las piernas ¿No le dolerá?, me pregunto. Una mujer recargada en el borde de la piscina, con su pareja detrás, iniciando la cada vez más evidente y rítmica danza del sexo.
Esto es lo que logro ver desde mi camastro, al borde de la alberca, mientras decido que ya va siendo hora de quitarme el bra del biquini. Es mi primer día en el hotel y esta prenda marca la delgada línea entre ser una pasiva observadora o empezar a formar parte del entorno.
Cualquier tipo de encuentro sexual está prohibido en la alberca, playas y áreas generales, es una de las reglas del hotel. Sin embargo, en este paradisíaco resort de Los Cabos, en México, parece hecho para romper reglas.
Escogimos este hotel, seducidos por la propuesta de un all inclusive en el que no habría niños gritones alrededor. El resort forma parte de una nueva tendencia turística, que bajo la categoría de hoteles para adultos ofrecen amenidades de alto nivel, comida y bebida libre, y diversión acorde al tipo de huéspedes. Muchos de ellos incluyen también la leyenda de ropa opcional o topless. Hasta aquí la información de catálogo. Pero lo significativo, lo importante, inicia con otro tipo de datos a los que uno puede acceder una vez dentro del hotel. Ver a un mujer practicando una sexo oral a su pareja en el jacuzzi público, o presenciar un concurso de shots (bebidas cortas de alto contenido alcohólico) al borde de la alberca donde el chiste consiste en sorber el liquido que se desliza por el cuerpo de otro huésped en son algunas de las prácticas habituales que convierten en letra muerta el conjunto de reglas que te entregan al llegar al lobby.
Bajo el nombre de Semana Desire, estas fechas son especiales dentro del ritmo habitual del complejo hotelero, normalmente dedicado a recibir a jóvenes solteros en busca de ligue, o parejas que quieren una escapada romántica, deseosas de motivación y suficiente libertad para disfrutarlo. El promedio de edad, que normalmente oscila entre los 30 y 40, se eleva considerablemente para acoger a matrimonios de 60 y más que ya han subido la apuesta respecto a lo que están dispuestos a ofrecer a cambio de mantener encendido el fuego de la pasión en su pareja. Esto es, el intercambio, la práctica swinger. No es que no haya jóvenes, pero son somos los menos. Poco a poco caemos en la cuenta de que hemos llegado al lugar indicado, mas no en el momento correcto.
una huésped mexicana que acabamos de conocer sentada en el camastro de un costado me dice Esa vieja se la trae con mi esposo, dice Sandra al ver pasar a una rubia, americana y cuarentona. Desde ayer, que se metió al cuarto oscuro un área adjunta a la disco en la que está permitido algo más que caricias quiere con él. Pero a mi no me gustó, así que no hay trato, nos cuenta, dejándonos entrever que los acuerdos entre la pareja son fundamentales a la hora de compartir la intimidad con otros. Entonces llega Carlos el esposo y se incorpora a la charla.
Sandra se despide para ir al baño y como por arte de magia aparece Marnie, la rubia, americana y cuarentona. Se sienta en la orilla y pregunta de qué estamos hablando. Carlos nos cuenta que es fotógrafo y que también se dedica a dar masajes en su propio spa. Saca un iPhone para mostrarnos su trabajo. Me gusta la fotografía erótica, pero muy cuidada. Las imágenes se suceden por la pequeña pantalla del aparato. Parejas abrazadas, mujeres sutilmente envueltas en telas, vestidas con redes y lencería erótica, espaldas, pechos, piernas, cuerpos tallados por la media luz.
Terminamos con las fotos y Carlos regresa a la camastro contiguo. Se quita la playera y los shorts. Estoy demasiado vestido para la ocasión dice. Se queda totalmente desnudo con el pene algo erecto y mojado inmediatamente llama la atención de Marnie la rubia cuarentona. Se acerca a él y lo besa en la boca, baja su mano hasta su pene ya completamente erecto y se lo lleva directamente a su boca succionando todos sus jugos de excitación hasta que se viene dentro de su boca. Él se ríe y asiente. Marnie. Dice Me gustas. Si ayer hubiera tenido un condón a la mano no te me hubieras escapado, le advierte con una sonrisa seductora, antes de despedirse con un See you later que suena a amenaza.
Después regresa Sandra y después de vernos encuerados por cuatro días seguidoshemos podido atravesar esas barreras. Son de nuestra edad y parecen empeñados en evangelizarnos respecto al tema swinger. Les gustamos. Nos gusta gustarles, aunque por el momento somos demasiado cobardes para reconocerlo. Después de hablar largo rato acerca de cicatrices de cesáreas, de cirugías y tratamientos post-maternidad el cuerpo es el protagonista en este lugar y la mayoría de las pláticas que entablemos con otros huéspedes girarán en torno a este tema me animo a preguntarle a Sandra sobre su acercamiento al mundo swinger.
Ella me cuenta que empezaron con el intercambio de parejas hace tres años, y aunque fue idea de él y ella aceptó un poco renuente, hoy reconoce que le encanta. Después de buscar y buscar a través de internet, se citaron en un bar con quienes serían los responsables de darles la bienvenida al mundo swinger. Al llegar al encuentro, Sandra comenta que se se dio cuenta de que la pareja en cuestión era nada menos que la maestra de preescolar de sus hijos y su novio. Vivimos En una ciudad pequeña y las posibilidades de toparnos con conocidos son elevadas dice Sandra Por ello, para conservar el anonimato, Carlos y Sandra asumen su faceta swinger como una práctica exclusiva solo de vacaciones. Ya han visitado este hotel un par de veces, al igual que otro de la misma cadena localizado en Cancún.
Cae el sol sobre el azul perfecto del mar de Cortes y las parejas empiezan a salir de la alberca para trasladarse al jacuzzi. Obedientes, seguimos a las masas atraídas como moscas por la barra libre, la música lounge y la hora azul, cómplices en la desinhibición.
Desde un extremo del jacuzzi, sorbiendo un mojito, observo a Marie, una rubia y rubicunda gringa de poco más de 30, que se arrodilla frente a su esposo mientras él se toma un whisky y platica con otro huésped frente a barra y le agarra el pene para succionarlo. El hombre sonríe, le acaricia la melena. Marie le da dos, tres, cuatro chupadas y lo suelta. Se voltea y Pide permiso y agarra el miembro del otro huésped . Succiona unas cuantas veces y lo suelta. Sigue con otro huésped . Le agarra los testículos colgantes, y se zambulle en ellos. El hombre -con tatuaje de Bugs Bunny - aprovecha para agarrarle las nalgas y frotar su entrepierna. Un cuarto integrante se forma en la fila. Marie, lo atiende gustosa. Una vez más, tres, cuatro, hasta cinco veces succiona antes de pasar al siguiente. Ahora se trata, un hombrón de casi dos metros, cabeza al rape, tatuajes en los brazos y aspecto de marine con un pene enorme, marie se incorpora toma un condón de su bolso se lo pone al hombrón y sin mas ni mas la comienza a penetrar tan duro que comencé a sonrojarme y acariciarme mi sexo mientras los otros huéspedes la llenaban de semen uno por uno en la cara y los senos mientras su marido sostenía su cabello para que no estorbara al final el hombrón de casi 2 metros termino se saco el condón y le lleno todo el culo de semen.
Desde mi rincón, reconozco que esta escena me a excitado a tal nivel que e acabado tres beses solo tocándome, ha habido otras escenas a lo largo de este viaje que han conseguido elevar la temperaturaes como asistir a un show porno de 24 horas en el que es imposible no sentirte excitada, pero esta dinámica de degustación de miembros así, una probadita de cada una nada más me dejan desconcertada.
Después de una cena de magret de pato y sake caliente en el lujoso restaurant oriental del hotel, regresamos a la habitación para disfrazarnos para la fiesta. Sexy lingerie es el código de etiqueta para esa noche. Me obligo a enfundarme en un baby doll negro, medias de red y tacones pin up, mientras apruebo el divertido disfraz de mi marido: unos boxers que simulan ser un esmoquin, con todo y moño. Salimos al ruedo y nos encontramos con que la fiesta ya ha comenzado. Sobre la pista, montada para la ocasión, hay una camilla de masajes y sobre ésta un huésped, joven y atractivo, que se ha ofrecido para formar parte del espectáculo. Bajo las órdenes del animador, se deja untar con salsa de chocolate y crema batida. Una señora de 70 años, con lentes de abuelita y embutida en lencería de encaje negro, salta solícita entre el público para degustar el postre. Pide el bote de crema batida y la riega generosamente en los genitales, antes de limpiar el área con la lengua. El público ruge entre carcajadas nerviosas, aplausos y chiflidos de aprobación. Después asistimos a un show de pole dance en el que participa una pareja de jóvenes y expertos bailarines exóticos Terminado el espectáculo, la gente se traslada a la tercera parada de la noche: la disco.
Entre mesas tipo lounge, sobresale la pista de cristal blanco iluminado. La música de reggaetón pone ambiente para los bailes sexys y desenfrenados de los asistentes. Es hora de mostrar piel y habilidades. Aunque la verdadera acción parece estar en el cuarto anexo, el play-room, del que ya nos han hablado. Se trata de un estrecho salón casi completamente a oscuras, con dos hileras interminables de camas de piel a cada lado del recinto, adornadas con negras cortinas translucidas. Le pedí a mi marido que me acompañara porque no quería dejar irme sin conocerlo, tras pocos segundos de haber entrado, después de acostumbrar los ojos a la escasa luz nos topamos con una escena de sexo interminable caminamos por la habitación mientras hombres desnudos rosan mis nalgas con sus penes erectos y mojados debo confesar que seguía excitada desde la escena de la tarde anterior, me desinhibí y comencé a rosar a cual mas pene se acercaba con mi mano, comencé a besar a mi marido y sentí como un pene empezó a rosar mi culo me deje llevar por la excitación y permití seguir el juego menos mal mi marido me dio permiso y había llevado condones le pedí uno se lo puse al tipo y comenzó a follarme mi entras yo le hacia sexo oral a mi marido debo confesar que era lo que necesitaba después de tanta excitación contenida, el tipo acabo claro después de yo acabar almenos 6 veses. Aun incrédula por lo que abia hecho me gana la cobardía y salimos del lugar. Afuera algunas parejas todavía se esfuerzan en sobresalir de entre el montón, arriesgando pasos y poses cada vez más sensuales sobre el cristal blanco. Muchos parten rumbo al jacuzzi, donde se prolonga el convivio hasta la madrugada.
Estamos en el último tramo de la noche, en nuestra última noche en el paraíso swinger. Me quito el baby doll, las medias, todo, y entro en el jacuzzi. Mi marido hace lo propio.
por la música, el agua caliente y las burbujas. Nos miramos, cómplices, y damos paso a, hacer el amor en un sitio público, con algunas, pocas, miradas atentasy algunos masturbándose sobre nosotros. Dejamos atrás el jacuzzi y en el camino al cuarto nos detenemos a observar la cereza del pastel: sobre una de las sun beds que rodean la alberca vemos una maraña humana de cuerpos y extremidades de irreconocible procedencia, que se entretiene brindándose los últimos escarceos de la noche.
Satisfechos y divertidos, nos reímos ante semejante espectáculo y seguimos camino al cuarto. Mañana volveremos a casa, a la rutina, a los niños gritones, sabiendo que, por el momento, nos sobra inocencia y nos faltan urgencias para ser seducidos por el mundo swinger.
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