Tengo 43 años, separado dede hace año y medio por causa de la infidelidad de mi esposa quien tuvo una larga relación con un vecino. Como siempre, el último en darse cuenta fui yo y cuando me enteré, pues me fuí sólo dejandola con los 3 niños. Respondo económica y afectivamente por ellos, salgo, los recibo en la casa donde vivo, les cocino, nos divertimos, estoy pendiente de lo que necesitan, etc. Ella se fue a vivir con su amante llevándose los niños a esa nueva casa. Me siento un perdedor. Tal vez no la atendí como debía, mucho trabajo, indiferencia de parte mía, muchos ingredientes hicieron que perdiera a mi mujer. El caso es que estando solo, recién separado, me llegó una amiga de mi ex la cual no me era indiferente. La conocía desde hace unos 10 años, pero jamás una mirada maliciosa, una frase intencionada, nada. Sólo se que ella me gustaba, más nunca se lo dije. Bueno, ella y yo charlamos de lo sucedido en mi hogar y me hice la víctima, ella me consoló, nos dimos un abrazo, suspiramos, nos miramos, le tomé la mano y le dije cuánto me gustaba desde hacía mucho tiempo, ella dijo lo mismo. Ella es casada hace 15 años y tiene un hijo de 15.
Terminamos en la cama. El primer día no pudimos hacer el amor porque su belleza me traumatizó. Tiene 10 años menos que yo, es supremamente hermosa, sus curvas y textura del cuerpo son como de una chica de 20 años, su piel es suave, firme y sedosa, sus senos retan a la gravedad a pesar de su tamaño, su pompis es firme, como el de Amparo Grisales. Ese día me traumaticé y no pude sino besarla y tratar de explicar lo que yo mismo no entendía. Mucha belleza para mi.
En la segunda salida ya pude cumplir como amante. De eso ya hace un año y tres meses. Desde entonces hacemos el amor 4 veces al mes, nunca sale del cuarto insatisfecha, siempre con 3 o 7 orgasmos en cada cita. Yo la adoro. Soy muy romántico con ella. Le hablo bajito al oido, la acaricio con mucha suavidad, lento, lento, la mimo, la conduzco por los laberintos del placer y enc ada encuentro hacemos cosas diferentes y deliciosas. Nunca repetimos nada. Cada vez es más intensa y profunda nuestra relación, hasta me llama a las 2, 3, 4 o 5 de la mañana, cuando se despierta y quiere sorprenderme, se aleja de su habitación y muy pasito me dice cuánto me ama y cuánto me necesita. Yo, por regla de seguridad, jamás la llamo ni a su trabajo ni a su hogar, para no descubrir esta relación tan poderosamente electrizante. Como yo vivo solo, ella es la que tiene el ritmo de nuestra relación. ella es la que saca el tiempo para que nos veamos, la que inventa las mentiras a su esposo para poderse ver conmigo.
Bueno, el caso es que estoy haciendo exactamente lo mismo que me hicieron a mi. Y no me gusta. El esposo de ella es muy buena gente, un hombre juicioso y trabajador, como yo. Lo que pasa es que ya es muy difícil retroceder. Ella me llora cuando yo le digo que terminemos con esto. La verdad, ni ella ni yo somos capaces de hacerlo. ¿Cómo vamos a dejar este paraíso tan perfecto en el que vivimos? Yo, en mis oraciones diarias le pido a Dios que ella se aburra de mi, que llegue otra persona que la entusiasme, que el esposo se de cuenta de su infidelidad, que algo pase para no tener que llevar esta mortificación conmigo. Pero a la vez no quisiera perder esa Reina que me proporciona cariño, ternura, compañía, con la que he tenido el mejor sexo en la vida, a la que le he aprendido tantas cosas bonitas, como la extrema limpiesa, orden, pulcritud, entusiasmo...
Se siente uno como si tuviera un Angel y un Demonio a la vez. Es tan hermosa, tan perfecta, tan divina, pero estamos haciendo mucho daño a su esposo y a su hijo.
Quisiera encontrar (no lo he buscado) una mujer con quien formar un hogar, libre, así tenga hijos, pero libre y que sea como ella, que la pueda a mar con la locura y fuerza con que la amo a ella. Soy un hombre de hogar. No tomo, no fumo, no comparto con amigos, me gusta estar en casa. Ya no tengo casa. Soy como ET,s e acuerdan? el extraterrestre que señalaba con su dedo al cielo recordando su casa...
